Eso hay que asumirlo sin remilgos ni complejos
Y sin cobardía, engaños o disimulos
César O. Guevara
17 de Diciembre de 2012
Fue decisión de la mayoría electoral que se pronunció y ahora hay que hacerla respetar frontera adentro y frontera afuera. Hace algún tiempo Castro, el “Caballo” de la sierra, dijo ante una pregunta sobre qué era para él socialismo del siglo XXI: “Socialismo es Comunismo y punto”. Quiso decir que no hay matices y que lo demás son puras cabriolas semánticas, seguramente para restarle antipatías al vocablo. Yo estoy de acuerdo con Castro: a Venezuela se le presentó un proyecto que habla de democracia directa, de plena inclusión social y participación popular, de economía de producción colectiva controlada por el Estado, de gobiernos comunales que no son más que “consejos de representantes electos”, es decir “soviets”, y votó por ese proyecto. Utilícese el término o no, eso es Comunismo y endilgarle otras denominaciones es majadería.
¿Sabían los electores venezolanos qué era lo que se les ofrecía. Por supuesto que lo sabían. Chávez eso no lo ocultó nunca. Habló de todas esas cosas, asumió a Castro como su mentor ideológico y se declaró marxista sin tapujos. No hubo engaño entonces, ni propuesta atenuada para engaño electoral. La propuesta fue por la calle del medio y lo único que no se utilizó fue la denominación que la derecha internacional, endógena y exógena, ha demonizado con saña: COMUNISMO.
Cumplido este nuevo acto electoral que ratifica una vez más al proceso que se ha mal llamado “bolivariano” –errada o no, ésta es la denominación que se ha aceptado- lo que queda es cumplirlo, es decir llevarlo a cabo. Y es aquí donde radican mis dudas.
Pero ahora no son sobre el pueblo que decidió el camino, sino sobre los líderes que dirigirán la marcha. ¿Son todos los que están? ¿Están todos los que son? Una cosa es ganar una elección y otra cumplir un compromiso de tanta envergadura como el contraído.
El Comunismo significa revolución y la revolución se hace con revolucionarios, no con papanatas obedientes, no-deliberantes, cultores de la reverencia sin pudor y de la sumisión por castración. Tampoco se hace con débiles ideológicos y mucho menos con simuladores profesionales.
Este es el momento para que los genuinos revolucionarios tomen el control y asuman la conducción. Ya no hay excusa para no hacerlo ni momento más propicio. Ni siquiera Chávez tiene excusas.
El poder que se le concedió es pleno, legítimo, total, y ahora la pelota está en su lado. ¿Cómo la jugará? ¿Se atreverá el que dice ser atrevido, o le flaquearán los ánimos? Todo esto es lo que ocurre en la Venezuela interesante y me alegra estar presente y no perdérmelo.
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