Política social revolucionaria del gobierno de Evo Morales: un balance positivo

Bolivia continúa dando pasos seguros en la creación de las condiciones mínimas necesarias para convertir las grandes riquezas minerales y energéticas del país en motores que impulsen la agricultura, la industria, la ciencia y las tecnologías.

Son precisamente los avances en la educación y la salud de la población, y el nuevo cuerpo normativo contemplado en la constitución boliviana, componentes indispensables de esas mínimas condiciones que está creando el tren ejecutivo por todo el altiplano boliviano junto a los movimientos sociales, fuerzas armadas y sectores empresariales nacionalistas.

En efecto, la política social revolucionaria llevada a cabo por el gobierno de Evo Morales logró garantizar que entre el 60 y 70% de las familias bolivianas recibiera ingresos directos a través de los bonos para madres gestantes, ancianos y niños, y con ello reducir sustancialmente los riesgos que provoca la pobreza.

Tal política implicó diversas estrategias dirigidas a distribuir más adecuadamente la riqueza de Bolivia y reducir la pobreza (tradicional y extrema) en ese país, lo que constituye el logro más impactante del proceso boliviano, el cual también está apoyado en los logros alcanzados en salud pública gratuita, a los que se sumarán los servicios especiales gratuitos a los miles de discapacitados que serán atendidos por la Misión Moto Méndez, apoyada por países del ALBA.

Todo pudiera sintetizarse en ese “Vivir Bien” teorizado y llevado a la práctica por Evo, pues es parte de la cultura ancestral intrínsecamente unida a los andes bolivianos.

Luego de tres años y medio de gestión, los logros sociales del gobierno boliviano, liderado por el presidente indígena, son tan evidentes que ha sido respondidos por el pueblo boliviano con la decisión histórica de reconocer en varias encuestas y sondeos de opinión que Evo ha sido el mejor presidente boliviano en la historia de este país andino, suramericano, e integrante de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP).

Ese “Vivir Bien” mencionado reiteradamente en el discurso actual boliviano que en Aymara es “tamaña”, en quechua es “sumaj kausay”, en guaraní es “ñande reko (vida armoniosa), son conceptos contenidos en la Constitución boliviana, así como otros con significados parecidos y complementarios, tales como “teko kavi” (vida nueva), “ivi maradi” (tierra sin mal) o “qhapaj ñan” (camino o vida noble).

Todos esos términos son como aves volando por los Andes, desde el extremo sur chileno hasta el extremo norte venezolano, pasando por los andes peruanos, ecuatorianos y colombianos, y que vienen haciendo brotar las indagaciones, las dudas ante la cruda realidad, y en uno y otro lugar se preguntan los andinos: ¿Cómo poder lograr esos estados de vida?.

Estrategias sociales como las aplicadas por Evo para llegar a alcanzar ese estado de vida armoniosa o vida noble, de tierra sin mal o de vivir bien, para todos por igual, han sido posibles en América Latina sólo con revoluciones sociales que transformen las estructuras políticas, económicas y jurídicas con procesos articulados al crecimiento intelectual de los pueblos que son quienes, en definitiva, construyen y llevan cabo las revoluciones, orientados por líderes comprobadamente resueltos a llevar a cabo tales procesos, es decir, legitimados, una y otra vez por sus pueblos mediante procesos electorales o a través de los novedosos referendum iniciados a partir de 1999 en la Venezuela bolivariana, de forma periódica y oportuna, aunque siempre en medio de una confrontación mediática asimétrica que paradójicamente ha contribuido de cierta forma a dar a conocer más, ese ejemplo, a otros países de la patria grande.

En el caso venezolano, como en otros, deben diferenciarse los distintos planos en que se producen las contradicciones antagónicas. En el plano mediático o comunicacional, tal confrontación continúa desarrollándose en Venezuela entre las fuerzas reaccionarias y los defensores revolucionarios bolivarianos, pues las transformaciones continúan a diario, aunque en el plano político-económico debe recordarse que las fuerzas reaccionarias fueron vencidas casi definitivamente a partir del año 2003 cuando fueron derrotados por el pueblo venezolano, tanto el golpe de Estado contra el presidente en abril del 2002, como el sabotaje a la industria petrolera, y con ello se aceleraron las medidas de ampliación de la propiedad social sobre los medios de producción, en lo cual, el líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, ha hecho varios aportes para la praxis y teoría revolucionaria.

En Bolivia, como en los países del ALBA, los ministros del poder ejecutivo –entre otros tipos de cuadros dirigentes- desempeñan un alto papel de “intelectuales orgánicos” y de líderes sociales responsables y enérgicos que constante y sistemáticamente explican las estrategias gubernamentales, los logros alcanzados y los retos a enfrentar, los altos principios éticos y políticos que sustentan la acción, y en particular, las condiciones histórico-concretas de la nación, de las regiones, de las localidades, según sean los alcances de la acción revolucionaria del líder social, pues sólo así se puede alcanzar la mayor suma de identificación con la ciudadanía que conscientemente actuará con mayor ímpetu, conocimiento, organización y capacidad de acción, en las democracias participativas de Latinoamérica y el Caribe.

Muestra de todo lo anterior se puede apreciar en las declaraciones de Noel Aguirre, ministro de Planificación, quien informó al pueblo boliviano del balance de los años de gestión popular del presidente Evo, próximo a medirse electoralmente para, desde la presidencia de la República, poder avanzar más socialmente en un segundo período presidencial a partir del 2010.

Aguirre precisó que haber logrado garantizar tal reducción de los niveles de pobreza es gracias a los tres años y medio de gestión, en uno de los cuatro pilares fundamentales del Plan Nacional de Desarrollo, y todo ello como resultado de la puesta en vigor de los bonos Juancito Pinto, Juana Azurduy de Padilla y la Renta Dignidad que son proyectos altamente inclusivos.

El ya famoso bono “Juancito Pinto” está destinado a reducir los índices de deserción escolar pues cada estudiante de primero hasta octavo (casi 2 millones) reciben 200 bolivianos al año, mientras que la Renta Dignidad entrega 2.400 bolivianos al año a los ancianos mayores de 65 años en un universo cercano a las 700 mil personas y el Bono Juana Azurduy de Padilla, que otorga a las madres gestantes y a sus hijos recién nacidos (hasta los dos años) 1.820 bolivianos, con un universo mayor a las 250 mil personas al año.

Precisamente, esos datos reflejan parte de las condiciones histórico-concretas sobre las cuales se desarrollan las estrategias de gobierno, un principio rector recogido en la ALBA-TCP por todos sus miembros, y que deben ser motivo constante de explicación y difusión informativa en cada uno de nuestros países.

"Un último estudio –precisó Aguirre- dice que del cien por ciento del conjunto de la población de las familias que existe, al menos el 60 al 70% ha recibido un dinero adicional por la vía de alguno de estos tres bonos, por su niño escolar por la madre embarazada y por sus ancianos" y recordó que el Plan Nacional de Desarrollo se basa en cuatro pilares fundamentales que se resumen en el nombre del proyecto: Bolivia digna, soberana, productiva y democrática, para vivir bien.

Agregó el ministro: "El Plan Nacional de Desarrollo tiene su nombre y apellido: Bolivia digna, soberana, productiva y democrática para vivir bien y sirve para demostrar que tienen filosofía y un paradigma por detrás que no solamente es para recuperar lo que está de moda, sino fundamentalmente para recuperar lo que son nuestras culturas, el vivir bien", según reportó la Agencia Boliviana de Información.

De esa manera, el proceso revolucionario boliviano -iniciado antes de lograr la presidencia- desde los 90, con la fuerza del partido de Evo Morales, el Movimiento Al Socialismo, ya se encuentra reforzado por muchas organizaciones políticas y movimientos sociales desde que Evo llegó al poder y ahora andan todos unidos en un potente bloque histórico, lo cual viene contribuyendo también al enriquecimiento teórico del socialismo boliviano, expresión del socialismo del siglo XXI, basado en las particularidades de Bolivia.

Allí estaría uno de los grandes retos de los intelectuales y filósofos latinoamericanos: comprender, explicar y participar en las profundas transformaciones sociales de nuestra época a fin de prever y transformar también el futuro.



(*) Profesor universitario y analista internacional



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Ernesto Wong Maestre(*)


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