Cuba y la gestión de los ciclones

El huracán Gustavo, que golpeó el Caribe a finales del mes de agosto, ha tenido un coste humano y material dramático. El ciclón con sus vientos de casi 340 kilómetros por hora, el más violento de los últimos cincuenta años, causó la muerte de más de un centenar de personas, entre ellas 11 en Jamaica, 66 en Haití, 8 en República Dominicana y 26 en Estados Unidos. Cuba, que fue terriblemente golpeada, sufrió daños materiales considerables.1

«Un golpe nuclear», es la comparación que hizo el ex presidente cubano Fidel Castro con respecto a la catástrofe natural que asoló el país. En efecto, las provincias de Pinar del Río, Matanzas y la Isla de la Juventud ofrecieron un espectáculo de ruina y desolación. De las 25.000 viviendas que tiene la Isla de la Juventud, 20.000 resultaron parcial o totalmente destruidas. Cerca del 45% de las casas de Pinar de Río, o sea 102.000 viviendas, están parcialmente destruidas o completamente arrasadas. Este ciclón fue más destructivo que el conjunto de los 14 huracanes que golpearon la Isla en los últimos ocho años.2

En cambio, al contrario que las demás naciones víctimas del furor de la naturaleza, Cuba no tuvo que lamentar ninguna pérdida humana. En efecto, Cuba es el único país de la región golpeada por el ciclón en la que ninguna persona perdió la vida. La agencia France Presse señala que «se contabilizaron […] sólo heridos y ningún muerto en Cuba». 3 Por su parte, Associated Press señala que «aunque Gustavo mató, por lo menos, a 122 personas, incluyendo 26 en EEUU, Cuba no ha reportado muertes, gracias a las evacuaciones obligatorias». No obstante, el huracán que destruyó una parte de la Isla era de categoría 4 mientras que había bajado a la categoría 2 a su llegada a las costas estadounidenses.4

¿Cómo se explica esta singularidad cubana? Se resume en dos fases: la «fase informativa» y la «fase de alerta ciclónica». Primero, toda la población está perfectamente informada de los peligros que representan los ciclones y huracanes y sabe perfectamente cómo reaccionar en caso de alerta de la Defensa Civil. Los medios desempeñan un papel fundamental y la disciplina social de los ciudadanos es notable. En cuanto se activa la alarma ciclónica, las autoridades organizan minuciosamente los desplazamientos de los habitantes y los turistas a zonas seguras. No se deja nada al azar. Los servicios sociales y los Comités de Defensa de la Revolución, que se encuentran presentes en todos los barrios, disponen de las listas de las personas de movilidad reducida y las atienden en los más breves plazos. Así, cerca de medio millón de personas se evacuaron en previsión de la llegada de Gustavo.5
En Cuba, las autoridades no abandonan a nadie a su suerte. El ejemplo de los cinco pescadores perdidos en alta mar es ilustrativo. Cinco marineros que no pudieron regresar a tiempo fueron apresados en el ojo del huracán y su barco quedó totalmente destruido. Durante dos días, a pesar de los daños enormes causados por la ola ciclónica y las demás innumerables emergencias, La Habana no escatimó esfuerzos y envió en su búsqueda 36 barcos, tres helicópteros y dos aviones, y pudo salvar a los náufragos. Mientras que otros países, seguramente, habrían abandonado la búsqueda, fue diferente en la mayor de las Antillas.6

A guisa de comparación, no se puede decir que sea lo mismo en Estados Unidos, sin embargo, la nación más rica del mundo. La terrible tragedia del Katrina, que causó la muerte de 1.800 personas en 2005 en Nueva Orleans y en los Estados vecinos, fue el ejemplo más dramático de la incuria de las autoridades federales, que abandonaron a toda una población a su triste suerte.

Esta vez, el gobierno federal se preparó y lanzó un llamado a la evacuación de la zona. Al contrario que los cubanos, atendidos por las autoridades y alojados gratuitamente en escuelas, albergues y otras infraestructuras, los ciudadanos estadounidenses tuvieron que encargarse ellos mismos de la evacuación y del alojamiento en hoteles. La prensa francesa reportó que «ningún hotel rebajó sus precios en esas circunstancias excepcionales».7

El alcalde de Nueva Orleans, Ray Nagin, decretó un toque de queda para impedir los pillajes. Los medios occidentales relataron la «huida desesperada de los habitantes de Nueva Orleans».8 A pesar de las precauciones tomadas, no menos de 26 personas fallecieron durante el paso del huracán Gustavo por el sur de Estados Unidos.9

Mientras en Cuba la Defensa Civil se desplegaba para socorrer a la población, en Estados Unidos, 2.000 guardias nacionales armados hasta los dientes patrullaban las calles junto a la policía para impedir los saqueos. En teoría se daba la prioridad a la protección de las vidas humanas pero en realidad se privilegió la salvación de los bienes materiales.10

La región, sometida a catástrofes ciclónicas –incluso Estados Unidos–, haría bien en tomar algunas lecciones de La Habana. Una pequeña nación del Tercer Mundo, víctima además de sanciones económicas anacrónicas e inhumanas, demuestra que es posible preservar la vida de todos los ciudadanos si hay auténtica voluntad política para ello.

Revisado por Caty R.

Notas

1 Agence France-Presse, «Gustav: l’Espagne aide Cuba et Jamaïque», 31 de agosto de 2008; El Nuevo Herald, «La peor tormenta de los últimos 50 años», 31 de agosto de 2008. Para el número de fallecidos en los Estados Unidos, ver Will Weissert, «EEUU ofrece 100.000 dólares en ayuda de emergencia a Cuba», The Associated Press/El Nuevo Herald, 5 de septiembre de 2008.

2 Fidel Castro, «Un golpe nuclear», Granma, 3 de septiembre de 2008; Ronald Suárez Rivas, «Housing, the Greatest Challenge», Granma, 2 de septiembre de 2008.

3 Glenn Chapman, «Ouragan Gustav: fuite éperdue des habitants de la Nouvelle-Orléans», Agence France-Presse, 31 de agosto de 2008.

4 Will Weissert, «EEUU ofrece 100,000 dólares en ayuda de emergencia a Cuba», op.cit.

5 Luz María Martínez & Marta Hernández, «Record mundial en protección humana al paso de Gustav», AIN, 3 de septiembre de 2008.

6 Fidel Castro, «Un golpe nuclear», op.cit; El Nuevo Herald, «Cuba se recupera; hallan a pescadores desaparecidos», 2 de septiembre de 2008; EFE, «Logran rescatar a cinco pescadores desaparecidos», 2 de septiembre de 2008.

7 Sylvain Cypel, «A Lafayette, en Louisiane, ‘rien n’a changé depuis Katrina’», Le Monde, 3 de septiembre de 2008.

8 Glenn Chapman, «Ouragan Gustav : fuite éperdue des habitants de la Nouvelle-Orléans», op. cit.

9 Will Weissert, «EEUU ofrece 100,000 dólares en ayuda de emergencia a Cuba», op.cit.

10 Robert Tanner & Vicki Smith, «Alcalde de Nueva Orleáns pide a evacuados que no regresen aún», The Associated Press / El Nuevo Herald, 2 de septiembre de 2008.


Salim Lamrani es profesor, escritor y periodista francés especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Ha publicado los libros: Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005), Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises, 2006). Acaba de publicar Double Morale. Cuba, l’Union européenne et les droits de l’homme (Paris: Editions Estrella, 2008).

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Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la revisora y la fuente.


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Salim Lamrani

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

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