La violencia de género

El fundamento del feminismo extremo con sede en el ministerio de Igualdad español es un error o una aberración política. El punto de partida de esa idea es que los hombres que matan a mujeres las matan por ser mujeres, no por otras razones relacionadas con la criminología o la psiquiatría, por ejemplo. Lo tratan como el III Reich mataba a los judíos por serlo, o en Estados Unidos blancos matan a negros por ser negros. Según este planteamiento carente de todo sentido, en España los hombres matan a las mujeres por ser mujeres, y punto. Por eso digo que independientemente de que en algún caso aislado eso sea así, este enfoque es, o un error o una verdadera aberración que no justifica ni explica el por qué de nada menos toda una institución ministerial esté al servicio de esa causa para frenar ese tipo de homicidios o asesinatos. La prueba de su inoperancia a lo largo del tiempo es el aumento del número de casos de muertes de mujeres causadas por hombres.

No ver ni analizar en este fenómeno las causas profundas criminológicas relacionadas con la sociología y la deriva de los comportamientos humanos; de la idea de posesión, de los celos y, por un lado, de la provocación en las actitudes de la mujer reivindicativa y desafiante, y por otro, las reminiscencias de un sentimiento de dominio del hombre todavía no depurado tras años o siglos de predominio del macho, es un error cuasi científico que enturbia más la relación entre los sexos, en lugar de intentar aproximarlos a través principalmente de la educación.

Pero es que hay una consecuencia grave para ciertos sectores ideológicos que hace más torpe este proceder político y a la par ideológico. Y es el debilitamiento de la causa principal de la izquierda verdadera, que es la lucha por la igualdad social, por aminorar las desigualdades en una sociedad tan plagada de gentes acomodadas como de gentes que viven mal, de prestado o socorridas por la beneficencia. Este empeñarse en resaltar la desigualdad entre el género masculino y femenino que ya en la legislación española está superada, en espera de que sea la propia sociedad la que evolucione esforzándose en colaborar lo más posible para aminorar las desigualdades social, hace para muchas y muchos más odiosa si cabe semejante modo de tratar el asunto, además de ser ese Ministerio una sangría para las arcas públicas completamente inútil por todo lo dicho.



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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