Sacar las trampas de bajo la alfombra

El domingo fue muy grato conversar con muchos camaradas que iban a votar en Altagracia, Caracas, y constatar que están claros -clarísimos- en el sentido de que la base debe ser escuchada y que cambios fundamentales deben ocurrir para que el PSUV deje de ser más-de-lo-mismo y se convierta en un PARTIDO SOCIALISTA de verdad verdad.

Y la elección se dio a pesar de las maniobras de ciertas manos peludas que manipularon el proceso electoral interno para los delegados al Congreso del partido, desapareciendo patrullas enteras que no pudieron ir a votar, borrando compatriotas de la lista que se quedaron por fuera, maniobrando con la postulación y la selección de los postulados, en fin, más de lo mismo de los viejos manejos de la cuarta que aún contaminan el interior del PSUV que sigue, en mi criterio, siendo un partido de transición entre esa vieja realidad podrida y la nueva realidad que queremos instaurar, pero que, a pesar de las contracciones del parto y una ligera dilatación histórica, apenas ha asomado la cabeza, pero no termina de nacer.

Así que los camaradas tomaban los diversos quinos que se llevaban y hacían combinaciones. Por lo menos en Caracas, aunque le pese a las manos peludas, logró entrar un buen grupo de camaradas revolucionarios socialistas que van a buscar que en la política del partido haya una profundización hacia el socialismo, unos estatutos que acaben con la dedocracia y con la impunidad de las roscas que, a pesar de que todo lo entraban, lo dañan, lo obstaculizan; siguen tan campantes, ocupando puestos que no se merecen, frenando este proceso.

Se trata de que las bases de verdad tomemos las decisiones, que exista una disciplina bien consciente y revolucionaria y una autocrítica certera que no sea satanizada con el cuento de que “este es un infiltrado”, calificativo con que los burócratas y los verdaderos agentes pomalacas (rojo rojito por fuera y blanco por dentro) descalifican a quienes los critican o les intentan sacar la máscara para que esta revolución funcione.

A un siglo del establecimiento en el mundo del sufragio universal, no es justo que siga habiendo en el PSUV unas elecciones de segundo o tercer grado en las cuales, además, haya una especie de casta con derecho a “secuestrar” candidatos, a decidir por medio del dedo quién va y quién no va, quién vota y quién no, para garantizar el cuadre de los números que les permita continuar allí, echándolo a perder todo. Esperamos, pues, que las siguientes elecciones internas sean directas y secretas.

En el Congreso del partido deben aprobarse los estatutos, debe establecerse claramente la línea política SOCIALISTA hacia el interior y en relación con el exterior del país, convertir la parte revolucionaria de la Constitución 98 en direccionamiento social irreversible y, especialmente, lograr que este partido sea un apoyo para el Presidente quien, junto con un pequeño grupo de camaradas, pareciera estar solo ante una burocracia obstaculizadora y contrarrevolucionaria, una casta en formación de funcionarios mediocres adictos a la adulación y al no-hacer-nada y un empresariado “socialista” que pesca en río revuelto mientras los más trascendentales temas se dejan para después, obnubilados como están por administrar la vieja institucionalidad, en vez de trascenderla.

Sin olvidar que el capitalismo nos tiene rodeados por todas partes e infiltrados hasta los tuétanos.

Es el momento histórico para transformar esto de una vez, y si no avanzamos ahora, no tendremos tiempo. Ya el imperio tiene sus bases en Colombia con derechos superiores a los mismos colombianos, se reúne (junto con su aliado Israel) con nuestros aliados para intentar aislarnos (dificilísimo) y, ténganlo por seguro, en el momento en que lo considere más favorable, vendrá por nosotros.

En unas circunstancias como estas, el papel organizador del Partido Socialista Unido es fundamental, no solamente para avanzar en la construcción del socialismo en aspectos básicos como la propiedad de los medios de producción, la nacionalización de la banca y las empresas de comunicación (radio y tv), y la organización del poder popular. En relación a éstos, hay que alejarse de la forma representativa y escualidosa como se han tratado muchos consejos comunales, que han pasado a ser micro juntas comunales donde hay unos bichitos chupándose al Estado. Debe evaluarse todo lo relacionado a los organismos de poder popular existentes para corregir los errores y hacerlos avanzar, y debe adelantarse en relación a los consejos de trabajadores.

Finalmente, dadas las circunstancias internacionales y los movimientos militares del imperio, es urgente que el PSUV asuma la preparación de un plan de funcionamiento en condiciones de resistencia a una agresión imperialista. Para eso, en lo que sea posible, debemos eliminar las fisuras internas, y avanzar todo lo que se pueda.


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Andrea Coa


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