¿El Gobierno juega al centrismo?

Mis queridos lectores, este artículo tiene su origen en un esfuerzo por analizar las razones que han estado detrás de las últimas decisiones del gobierno, las cuales han sido interpretadas por los medios de comunicación de oposición como un retroceso del gobierno en distintas áreas, con la finalidad de evitar confrontaciones que pongan en peligro el triunfo en las venideras elecciones. Posiciones del alto gobierno que han dejado a más de un partidario en una situación difícil, como es el caso de Escarrá y Calixto Ortega con el tema de la Ley de Inteligencia y Contra inteligencia.

La política en términos weberianos y de schmitt es la lucha por el poder, en particular, para Weber la política tiene sentido en relación con el Estado, un ente que tiene el monopolio de la violencia, a través del cual puede obligar a los ciudadanos a adoptar determinadas conductas sociales. El Estado tiene la potestad de obligar a los ciudadanos a pagar impuestos, puede expropiar la propiedad privada en función del bien social – lo que se puede aplicar en todo tipo de sociedad, capitalista o socialista. La política gira en torno a la lucha por el control del Estado, eso es lo que buscan los políticos profesionales en última instancia.

Para Schmitt la política también tenía una clara conexión con la violencia, con la guerra. La política se desenvolvía en el filo de la navaja entre la confrontación, la polémica, la controversia oral y el fin de la polémica o sea el paso al lenguaje de los cañones. Cuando esto ocurre se acaba la política como tal y se entra en la guerra declarada que tiene sus propias reglas y que en última instancia persigue el exterminio del contrario o la anulación de éste como contrincante. En otras palabras la guerra sería la continuación de la política como decía Clausewitz.

En la década de los 60 en Venezuela, se pasó del terreno político a la guerra declarada con la lucha guerrillera, la cual terminó con la claudicación de los alzados en armas y el retorno a la política, pero un retorno en el cual dejaban de ser un factor político importante, un contrincante serio. Esto explica que la izquierda desde los años 60 hasta los 90 salía muy mal parada en todas les elecciones que se realizaban, su derrota militar les pasaba factura en la esfera política.

Desde los años 70 hasta finales de los 90, la política no tuvo una connotación de enfrentamiento radical. De hecho, el comentario generalizado en el pueblo era que los contrincantes políticos al final de cuentas eran la misma cosa, no había mucha diferencia entre adecos y copeyanos. De acuerdo a las concepciones de la política que hemos revisado anteriormente, en Venezuela la confrontación política era más que nada una charada o podríamos decir que en ese lapso, no hubo realmente política como tal. Una clase política profesional con los mismos intereses se enfrentaban en la lucha civilizada por el poder, que jamás alcanzaba el encarnizamiento.

Esto fue así hasta el surgimiento del Comandante Chávez como un factor político serio e importante, capaz de mover multitudes y que no sale de la clase política profesional, en verdad, no podía salir de ahí. El surgimiento de un líder popular se inscribe en el proceso que devuelve a la política su carácter de enfrentamiento fundamental, que se desarrolla al filo de la navaja, entre los combates discursivos y la posibilidad de una guerra abierta.

De hecho, el discurso del Comandante Chávez siempre ha sido de confrontación directa, empezando por eso de “freír las cabezas de los adecos en una paila”, en otras palabras, un discurso que ve en el ejercicio de la política, una forma particular de guerra, en la que los intereses en juego son diametralmente distintos, es decir, la política como expresión de la dialéctica.

Es mi parecer, y atendiendo a las concepciones weberianas y de Schmitt, el Comandante Chávez es el primer político verdadero y profesional en Venezuela en mucho tiempo, Schmitt señalaba que el político profesional no era aquel que vivía de o para la política, sino aquel que vivía la política como única dimensión de la vida.

La oposición ha acusado vehementemente al Presidente de exacerbar las diferencias entre los venezolanos, de crear un abismo en la población, de crear una división entre el nosotros y el ustedes, y es posible que tengan razón, pero el nosotros y el ustedes se da en última instancia por la diferencia de intereses que siempre existieron, y finalmente ha sido puesta sobre la mesa en forma de confrontación abierta, es decir, se ha revelado en su dimensión política.

Cabe destacar que el país en lo político se ha concentrado en dos polos bien diferenciados, los cuales tienen sentido y se refuerzan en el reconocimiento del otro y la lucha por el poder entre ambos, una lucha que se sustenta en intereses diametralmente distintos, capaz de llevar a los contrincantes a una confrontación que va más allá de lo político. Esto fue lo que ocurrió el 11 de Abril de 2002 y el paro petrolero de Diciembre de ese mismo año, la oposición decidió que la polémica y la controversia política estaba agotada y que era el momento de ir a la guerra, al exterminio del contrincante por la vía de un golpe de estado – por la vía de la violencia. Esta confrontación dura y capaz de hacer que sectores que se llaman democráticos, se lanzarán por el camino del abandono de los medios legales e institucionales para hacerse del poder, encuentra su razón de ser en el objetivo que se busca en última instancia, el control del Estado, pero aún más, el control de los ingresos petroleros.

Con el triunfo de la opción encarnada por el Presidente Chávez, nuevos actores políticos entraron a manejar la riqueza petrolera, la vieja clase política venezolana y sus asociados en el campo económico perdieron por primera vez en la historia el control de la riqueza petrolera, y para mí, este es un punto esencial en el carácter brutal y encarnizado que ha tomado la contienda política.

En los últimos tiempos, hemos visto de parte del gobierno como una moderación del lenguaje polémico en varios temas, por un lado, ha sorprendido a muchos la declaración del alto gobierno con respecto a la lucha armada en Colombia, el llamado a las FARC a que terminen la guerra y vuelvan a la lucha política. El echar para atrás la controversial y poco inteligente Ley de Inteligencia y la reunión con los empresarios y el ofrecimiento de un millarcito en préstamos blandos y la condonación de deudas del sector agrícola.

Muchos argumentan que esto es muestra inequívoca de la debilidad del gobierno en el terreno internacional y nacional, otros que es un engaño más del gobierno para agarrar más fuerza y contraatacar.

En este caso me interesa analizar los efectos que puede tener un discurso que parece llevar al gobierno desde una posición radical de Patria, Socialismo o Muerte hacia una que podría verse como más conciliadora y centrista.

Recuerdo lo que me contó una vez mi hermano sobre una investigación que él hizo en Francia respecto a la interpretación de un discurso centrista por parte de personas que se identificaban como de izquierda, otras identificadas con la derecha y un grupo con posiciones de centro. Según me dijo, las conclusiones fueron que el grupo de derecha no reconoció el carácter centrista del discurso, sino que lo tildó de izquierdista, por el otro lado, el grupo de izquierda lo vio como un discurso de derecha, y el grupo de centro, algunos lo evaluaron como un discurso de derecha y otros de izquierda.

Creo que un discurso centrista del gobierno, no tendrá efectos en la percepción de los sectores que lo adversan, de hecho, vi a muchos empresarios expresar su disconformidad con la reunión sostenida con el Presidente, señalando que las medidas adoptadas no iban al fondo del problema económico. Estemos claros, los empresarios aprovecharán el millarcito, muchos como en el pasado no devolverán los préstamos, algunos los usarán para invertir en actividades productivas, en tanto que otros, simplemente se llenarán los bolsillos y dedicarán ese dinero a otras actividades que no están en el terreno productivo sino más bien comercial. De lo que si estoy seguro, es que su oposición al gobierno permanecerá inalterable porque los anuncios del Presidente no se alinean con sus intereses fundamentales, expresados en libertad de precios, libre cambio –en otras palabras la posibilidad de echarle mano a los ingresos petroleros-, defensa total de la propiedad privada y reducción del Estado – disminución del gasto público para que el excedente pueda ser apropiado por los particulares. Frente a estos intereses, un millarcito en préstamos es algo totalmente superfluo.

Atendiendo al efecto electoral que pueda tener una medida de este tipo, creo que no tendrá impacto alguno en la decisión de los ciudadanos de votar o no por candidatos del gobierno, pues creo que hay otros factores que si están gravitando fuertemente en la decisión electoral de los mismos. La oposición política tomará el discurso centrista como una mentira, un engaño y se convencerá de que el gobierno está débil, hasta ahora, se han equivocado juzgando la debilidad del gobierno y el Presidente, pero arreciarán una campaña en ese sentido para aglutinar a la masa opositora, y cerrar filas con los candidatos de la oposición.

La lectura por parte de sectores de izquierda radical puede ser la de una medida derechista, que priva a los sectores populares de recursos para el desarrollo social, para entregarlos en bandeja de plata a los sectores privilegiados de la sociedad y acérrimos enemigos del gobierno. Creo que ir de un discurso duro a uno centrista creará más zozobra en las filas del chavismo que en las de la oposición, creo que reforzará la existencia de tendencias en vez de aglutinar las fuerzas de la izquierda. Como señalé en un artículo hace algún tiempo, la creación del PSUV al poco tiempo de la misma, se está asemejando al destape de una caja de Pandora donde lejos de aparecer como un ente unitario y aglutinador, ha abierto apetitos, heridas y resentimientos, el partido lejos de conspirar hacia la unidad se está convirtiendo en un federación de tendencias, algunas en abierto conflicto. Para colmo de males, el partido se estrenó con una derrota electoral en el referéndum de la modificación de la constitución. Ahora, esta caja de Pandora se sigue abriendo en el momento más inoportuno, frente a unas elecciones por venir en el corto plazo.

Lo he dicho más de una vez, y lo vuelvo a repetir, la carencia de un basamento ideológico claro es lo que lleva a que se exprese en unos momentos, una posición dura radical, que se añore la Unión Soviética y se lamente su caída, y en otros momentos, señalar que el socialismo en Venezuela es algo nuevo, algo que se tiene que inventar. Esta indefinición ideológica es la que lleva a usar un lema copiado de la revolución cubana, para después sentarse con los empresarios y ofrecerles créditos blandos. Es lo que permite a algunos decir, en este caso, lo escuché de labios del ex ministro Giordani, que el socialismo del siglo 21 es el mismo socialismo de siempre, frente a quienes dicen que tiene que ser algo nuevo, algo que se está inventando día a día, y esto se lo escuché decir al señor Presidente.

Los cambios en el discurso pueden, para usar términos militares, ser considerados giros tácticos dentro de un juego estratégico definido, el problema es cuando la estrategia parece no estar clara, es decir, el tipo de socialismo y sociedad que queremos. En este caso, los cambios en el discurso simplemente se convierten en cambios de rumbo, de acuerdo a los cambios en el viento.

Frente a esto, tenemos una oposición con un norte muy claro y preciso, tumbar a este gobierno de una manera política, usando los medios democráticos electorales, o bien, hacerlo por la vía no democrática si se presenta la ocasión nuevamente para ello. Existe un enemigo, un adversario muy bien definido en su objetivo último, que cambia de táctica pero no abandona su objetivo, acabar con el chavismo como movimiento político, enterrar el socialismo de cualquier tipo, retornar a la economía de mercado –la cual no ha desaparecido-, imponer el libre cambio y devaluación de la moneda, firmar algún día un TLC con USA, desmontar las misiones, reducir el tamaño del aparato gubernamental y el gasto público, etc.

Mientras, en las filas de los partidarios del proceso no hemos definido el tipo de sociedad que queremos, y no terminamos de afirmar, si queremos un modelo socialista a la cubana o un modelo de socialismo democrático, un socialismo del siglo 21 que rompa totalmente con el modelo del siglo anterior, sobre todo, en lo que tiene que ver con el modelo político, un modelo que en verdad no es político, pues la política implica la lucha por el poder dentro de ciertas reglas, implica la existencia de un nosotros frente a un ustedes, cuando el adversario es totalmente aniquilado la política ha llegado a su fin. Cuando eso pasa, sucede lo que pasó en la URSS, el enemigo se levanta finalmente dentro de las propias filas y corroe el proceso desde dentro para volver al juego dialéctico político. Que ridícula me parece hoy esa idea del marxismo-leninismo de que el advenimiento del proletariado al poder acabaría con la lucha de clases al enterrar a la burguesía, es lo más anti-dialéctico que uno se pueda imaginar, de hecho el proletariado encontró rápidamente su contrario, su adversario, y este no fue otro que la nueva clase de los burócratas. Lo curioso es que la historia se devolvió, los burócratas fueron derrotados para volver a aparecer la clase capitalista.

Por eso no me canso de advertir que el proceso venezolano puede ser barrido en cualquier momento, en la historia no existen los irreversibles, los que sienten nostalgia por la URSS, por lo menos aprendan esta lección.

Y en lo que respecta al discurso, los cambios o giros repentinos que parecen contradecir posiciones previas pueden ser un elemento de confusión en las filas de quienes apoyan el proceso, sin mayor repercusión en las filas del adversario, el cual es enemigo declarado del proceso así sea que este tienda a moderarse.

htorresn@gmail.com


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Hernán Luis Torres Núñez


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