Y ¿Qué nombre le pondremos?

Ya sabemos que es varón. A estas alturas debería estar desarrollándose de acuerdo a lo establecido. Sus padres, Don Pueblo y Misia Patria están atentos, pues no quieren que algo salga mal durante el parto. Hay dificultades pues los nutrientes básicos por alguna razón no le están llegando al carajito y los doctores, tras reanalizar los exámenes, se encuentran exánimes.

Don Pueblo no es pendejo, ya ha pasado por estos trances e intuye que tiene que proteger esa barriga, tal como hizo José con la de María hace 2008 años y además tiene cerquita el recuerdo de lo sucedido a su compadre el pasado 2 de Diciembre, que se le malogró el muchacho.

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Veo que a los delegados los tienen como en una encerrona. Todo con buena logística, bien atendidos. Los representantes regionales y locales del poder constituido se muestran espléndidos con ellos y cuando vuelven a sus circunscripciones a informar de los avances del proceso, hablan maravillas de Don Safrisco Pomalaca o de Don Alabancio Masquetú. ¡Bien pendejo el delegado que crea a estas alturas del proceso en llantos de caimán! ¡Los caciques y piaches de los poderes constituidos no quieren que el muchacho nazca! ¡Ojo pelao, carajo!

No me gusta esa cuarentena política porque aísla el debate, reduce la discusión sobre la conformación del partido a un ensayo de laboratorio que contradice su esencia. Los casiquillos saben lo que hacen. Por eso digo: sepan los delegados que el poder constituido está comprometido a sumar esfuerzos logístico y financiero para crear un espacio conveniente para el avance del proceso y cuya acometida y consecución no implica compensación política electoral alguna. Aquí no furula el “yo te doy pero me reeliges”, el “agarre aquí camarada pero el candidato soy yo”. Las bases no son borregos elegidores ni los delegados son nuestros pastores. ¡Bájese de esa Hummer, compa!

En mi batallón surgió esta propuesta: que cada militante aloje según sus posibilidades a uno o más compatriotas delegados en su casa o que les provea transporte. Eso no solo tiene un sentido de solidaridad real, sino que además ampliaría y enriquecería el debate pues las discusiones saldrían de esa encerrona y correrían libres en muchos hogares y vehículos, acercándose a las bases. Las ideas y la sabiduría popular anda en las calles.

Las bases no mandaron a los delegados a congraciarse con fariseos ni a comerciar nada. Llevan en sus manos un crisol encendido con la voz del Pueblo. Su único deber es protegerlo.

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Don Pueblo y Misia Patria están que paren. Mientras todavía algunos preguntan ¿y que nombre le pondremos? Hay otros diciendo tras bastidores: Matarilerileron. ¡Con las bases todo, sin las bases nada!

Solo el Pueblo salva al Pueblo, solo el Pueblo salva a Chávez.

pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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