Es necesario superar la transición actual y hacer la revolución

Para que comience a superarse la inestable etapa de transición que envuelve al proceso revolucionario bolivariano, los sectores populares que lo apoyan decididamente tienen que estar conscientes del importante papel que les toca asumir en la profundización de este proceso mediante el poder popular en construcción y la confrontación inevitable con la burocracia, el burocratismo y la burocratización presentes en los diversos niveles del poder constituido. Dicho de otro modo, debe arrancar la raíz de la burocracia, cambiar las estructuras que producen el burocratismo, concientizar y organizar a sus propios sujetos sociales revolucionarios y construir mecanismos profilácticos contra la burocratización. Se hace necesario que el referido proceso anti-burocrático hay que enmarcarlo en una perspectiva global, impulsando rupturas de paradigmas que caracterizan la cultura política heredada, de modo que se den realmente las transformaciones metodológicas y técnicas que, al final, se traducirán en modificaciones organizativas, al nivel del Estado como de las luchas populares.

De ahí que sea urgente construir conscientemente una nueva cultura política, centrada en el combate a la enajenación en el terreno organizativo, incluyendo aquella derivada de la usurpación de la soberanía popular que, al tiempo, genera cuestionamientos a los cogollos y las élites burocráticas, resultando con ello una rebelión contra la concentración del poder de decisión en unas pocas manos.

Esto nos anima a plantear el desarrollo de la democracia directa como control de la delegación y del mandato otorgado a los dirigentes, siendo importante que haya un verdadero control de la delegación del poder y salvaguardan la soberanía política de las bases revolucionarias. Por lo que es imprescindible que se produzca y se haga costumbre la elección directa de todos los cargos, llámense estatales, comunitarios o partidistas, lo cual -a la larga- obliga a quienes resulten favorecidos por el voto popular a rendir cuentas detalladas y justificadas de su gestión, sin que existan los obstáculos legalistas que impidan o limiten la acción de la contraloría social. Ello hará que el revocatorio del mandato otorgado por las masas sea una cuestión inmediata y sencilla, además, sancionando a quienes olvidaron su principal tarea revolucionaria. Se impone, por tanto, que no haya ningún poder discrecional de cualquier gobernante o dirigente para decidir cuestiones que no sean discutidas y aprobadas desde la base. Además, para evitar el desgaste y la perpetuación en el poder de algún cuadro revolucionario, habrá que establecer la rotación de los cargos, partidistas, gubernamentales o comunales, cuestión que atentaría contra el proceso revolucionario mismo, puesto que niega la democracia participativa, socialista y protagónica que lo debe caracterizar en todo momento.

Por supuesto, ahondando en lo que debe ser la revolución bolivariana, no se puede obviar, bajo ninguna circunstancia o excusa, que se propicie el libre debate de ideas, de forma que ello cimente la convicción revolucionaria de sus actores, así como asegura la libre circulación de los conocimientos que, a la postre, ayudarán a limitar el dogmatismo y el sectarismo. Cosa que, en su conjunto, representa la posibilidad cierta de que las bases revolucionarias adopten decisiones con plena conciencia y conocimiento de causa, sin obedecer a coerciones, chantajes o imposiciones de ningún tipo. Representaría un avance significativo en la consolidación y progreso del hecho revolucionario, dejando atrás el tutelaje típico del reformismo. Es dar un paso más decidido y definitivo en la construcción del socialismo, haciéndolo carne viviente y no simple abstracción. Para ello es crucial que las masas se decidan a fomentar nuevas formas organizativas, adaptadas a sus propias circunstancias y requerimientos, pero enmarcadas en un proyecto de emancipación integral, abarcando, al mismo tiempo, lo local, lo regional y lo nacional, sin olvidar el contexto internacional en que éste tendrá que desarrollarse. Aunque ello no sea un recetario acabado, sí podría contribuir a despejar los inconvenientes que dificultan la total concreción del proceso bolivariano en Venezuela.-


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Homar Garcés


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