Nicolás y yo (relatos oscuros del puntofijismo). Capítulo I

No solo es la política; también son los afectos personales; y lo que se amalgama al fragor de las luchas revolucionarias.

En el año 1985, tuve que irme huyendo de Sucre. Fue una persecución implacable, por parte del gobierno adeco de entonces (era presidente Jaime Lusinchi); a raíz de un simple artículo de opinión mío, publicado en el periódico local "Región". Mis críticas desataron la ira de aquella "democracia", para llevarme a la cárcel.

No había opción: Tenía que ocultarme. Ní me acuerdo -ya- en cuantos sitios ("conchas") pasé aquellos días de penurias. Mi madre me mandaba el siguente mensaje: "Hijo, la policía viene todos los días a buscarte aquí, en nuestro rancho (de Golindando, Marigüitar), para que te entregues; y, además, exigen que devuelvas tu credencial de concejal (yo era edil de la Liga Socialista). Y de noche, se mete la patrulla por la playa, a ver si te pescan, porque creen que vas a llegar algún momento a dormir aquí. ¡Huye, hijo, huye...!".

(El empeño en que me despojase yo de aquél carnet institucional, era porque los concejales -para entonces- teníamos una prerrogativa de que no podíamos ser arrestados, sino por orden del gobernador. La policía quería apresarme sin ese salvoconducto. ¿Por qué...?).

Caracas fue mi destino. Salí de madrugada, en un "aventón" que me dió el difunto Enrique Fuentes; quien era un señor que trabajaba en la imprenta de la Universidad Central de Venezuela (UCV), pero que tenía su casa vacacional en mi terruño. A él no le importó el riesgo.

A la gran capital llegué a hospedarme donde un "paisano"-amigo-camarada, de gran valía: Néstor Urbaneja. Su morada, era un rancho de hojalata sin baño propio, en una barriada tan inmensa como miserable: Nueva Tacagua. Eran "Las Casas de Cartón" de Alí Primera. Allí no se "vivía"; se "moría"...

Pero me equivoqué pensando que allí estaría seguro. Muy lejos de mi pueblo, no creía yo que "la larga garra represiva" de los adecos y copeyanos, me alcanzase; sobre todo porque no era yo -precisamente- una figura reconocida, ni tenía grandes gestas en la lucha que dábamos entonces. (Coloquialmente, era yo un simple "carga-cañas" de la política; con algunas acciones -sí- "temerarias", que se atrevía a escribir cosas en la prensa. ¿Tan terrible era la opinión para aquellos "demócratas"?).

Un día le tocaron la puerta de su rancho al camarada Urbaneja. Era su hermano Hernán; quien, para entonces, ocupaba un alto cargo de gobierno en la nomenclatura adeca aquí en Sucre. Había viajado tan lejos solo por una razón: Alertar a su hermano izquierdista, de que era inminente que le allanaran su morada. "¡Tienes que sacar de aquí a ese tipo (a Meza Díaz). Lo tienen fichado en la DISIP como 'guerrillero', y de seguro que también te desaparecen a tí. No seas 'guevón'...!".

(De aquella advertencia, hay que resaltar dos elementos: "La DISIP"; órgano represor de entonces; con muchos crímenes políticos encima, y la mención que hace el hermano de mi amigo sobre "desaparición". Era común que las fuerzas del fascismo adeco te apresaran, y que tu cuerpo no apareciera ¡más nunca! Corrían los tiempos terribles del llamado "Plan Cóndor" en América Latina: Dirigente revolucionario que agarraban, era torturado, lanzado vivo desde un helicóptero, acribillado o enterrado vivo. Aún tenemos en Venezuela 640 compatriotas cuyos cuerpos no han aparecido; apresados entre 1960 y 1987. Y Venezuela lleva consigo el penoso "honor", de haber sido el país donde se inauguró; en Latinoamérica, la figura del "desaparecido").

Continuará...

[jesusmezadiaz21@gmail.com].



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Jesús Meza Díaz


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