El arado y el mar

El fantasma de Trostky recorre la revolución de Chávez

Un clásico sentenció: "la violencia es la partera de la historia". Otro complementó la frase diciendo: "también la ingratitud de los hombres, la ambición, la cobardía, la puñalada artera, la traición..."

Los dos tienen razón, la historia respalda las afirmaciones. Las Revoluciones devoran a sus hijos y al hacerlo perecen. Trotsky, motor y cerebro de los "diez días que conmovieron al mundo", fundador del Ejército Rojo, teórico revolucionario de altísimo nivel, termina asesinado en México por un agente de la Unión Soviética que él había ayudado a construir. Antes vagó por el mundo, nadie le daba posada, los capitalistas unánimes en el planeta lo odiaban y le temían, sólo algunos valientes se atrevían a enfrentar la ira de los renegados. Primero los turcos, luego los mejicanos abrigaron al errante.

Guardando las distancias de tiempo y de formación, la historia se repite entre nosotros, claro, como farsa. Veamos.

Quien habiendo sido alto dirigente de este engendro que se presenta en el mundo como Chavismo, quien discrepeu opine en contrario, es condenado a la diáspora, o a plegarse al capitalismo, no hay país que acoja a los disidentes que mantienen una postura revolucionaria. El capitalismo sigue siendo unánime y los países valientes son muy pocos, priva el interés sobre el humanismo.

El madurismo agotado se agrieta por todos lados, se desespera por mantener en pie a un edificio que se derrumba, los más honestos no pueden seguir acompañando la perversión y hablan, claman por la tan pedida rectificación, lo hacen desde distintas posiciones, llaman a la discusión de los errores. El madurismo en su agonía, producto más de su ignorancia y su pragmatismo, no oye, no ve, sigue actuando con la ambición de mantenerse en el poder; de conseguir dinero a costa de lo que sea para mantener narcotizada a la masa, mentir, y sobre todo quitar del medio a todo el que brille, la más leve crítica es perseguida. El que brille, el que asome la cabeza por sobre la mediocracia es tildado de enemigo estratégico; el que pueda disputar el débil liderazgo es decapitado, lanzado a la diáspora o al campo capitalista.

A Trotsky para perseguirlo le construyeron una serie de delitos, tienen triste fama los juicios de Moscú, por donde desfilaron sus antes amigos certificando denuncias falsas; desligarlo del líder, de Lenin, era uno de los objetivos principales, requisito indispensable para que el pueblo aceptara la persecución. Trotsky le hacía sombra, descollaba sobre la mediocracia que surgía, Trotsky debía desaparecer.

Aquí entre nosotros la justicia está al servicio de la nomenclatura, los dirigentes de la costra son jueces y verdugos, sentencian, amenazan con bragas amarillas, con cárcel a quien les estorbe, vaticinan sequías, no hay defensa, son vanas las solicitudes de juicios justos, agravantes los llamados a discusión fraterna.

Quizá esta similitud histórica, que hoy se repite como farsa, nos ayude a comprender lo que nos pasa, a explicar a la revolución desaforada, comiéndose a sus hijos inertes en la liturgia del fin; ojalá la historia nuestra, nuestros errores y aciertos sirvan para enriquecer las experiencias revolucionarias futuras. En todo caso lo que venga nos lo merecemos.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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