¡Qué vivan los estudiantes!

¿Cómo no recordar la canción de Mercedes Sosa en estos momentos? Los estudiantes están en la calle manifestando. ¡Al fin despertaron! Y que sigan adelante con sus protestas, con sus agitaciones y discursos. ¿Qué más podemos pedir? Dejaron las aulas, pusieron en reposo los apuntes de química, matemáticas, física, castellano para quemar un caucho y gritar consignas. ¿Contra el gobierno? Vale, ¿por qué no? Si nunca han salido a protestar, si jamás se preocuparon por coger calor de pueblo en las calles, lo más lógico que al emerger por primera vez a la protesta lo hagan contra el gobierno, así sea éste revolucionario o progresista o en tránsito hacia el socialismo. A fin de cuentas, para un joven cualquier gobierno, en primera instancia, es una ladilla.

No les vamos a pedir que salgan en su primer acto de protesta a enarbolar el Manifiesto Comunista, el retrato de Vladimir Ilich Lenin o uno de Fidel, pues la mayoría de ellos no saben nada de eso; a lo mejor, podrán llegar a uno del Che, digo, por lo de la moda, porque es la moda lo que los mueve. La moda es marchar y marchan, así como la moda es agrandarse las lolas y se las agrandan.

¿Salieron en defensa de RCTV? Vale, sí, su mundo se ha limitado a admirar actrices y actores que derrochan físico y dramatizan personajes vacíos, ¿por qué pueden protestar? ¿Por qué pedirles que denuncien que el imperialismo saque sus garras de Irak, si a ellos eso les importa un pito? No, vale. ¿Por qué aspirar a que se preocupen por la paz del mundo, si ellos viven en la rumba? La tele es lo máximo para ellos. Que la defiendan. Es lógico que RCTV sea su alto pana. Nunca un Neruda ni un García Márquez, ni un Botero o un Picasso. Ni siquiera por la vía del audiovisual llegan a un Fellini o un Buñuel. Solo RCTV.

Pero van a aprender, si los dejamos, si nuestros diputados dejan de llamarlos monigotes y Mario Silva deja de humillarlos a hojillazos. En lugar de llamarlos lacayos del imperio o marionetas de los golpistas, permitimos que entren en un debate, que descubran en los libros, en la prensa, en las revistas que en este país a un muchacho no se le dejaba hablar en el parlamento nacional o que cada manifestación encerraba un peligro contra la integridad física de todos los manifestantes o que los medios privados no convertían a los estudiantes protestotes en héroes sino en antisociales o que los gobiernos aplicaban a los más discurseadores aquella Ley de Vagos y Maleantes, entonces van a ir madurando, aprendiendo, leyendo más y más.

Por esa vía quizás algún día entiendan que si piden libertad de expresión en los medios impresos, televisivos, radiales, en marchas, en el parlamento como invitados de honor, en las universidades, en las plazas, sin que el gobierno se los prohíba, entonces es que hay libertad de expresión.

Aprenderán, bueno, aquellos que se interesen en hacerlo, los que no están manifestando con la idea de “Chávez vete ya” como un Juan Fernández cualquiera. Se darán cuenta que el pueblo, ese pueblo lleno de querencias y saberes, ese pueblo que madruga para ir a trabajar, ese pueblo que por años fue invisible, que no vive en el este, puede construir con ellos una sociedad de iguales.

Eso sí, aprenderán que ese es el verdadero pueblo, no el que anda de Centro Comercial en Centro Comercial.

Si, a lo mejor logran comprender que la tele no es lo único.

A nosotros nos toca estar moscas, por sí acaso. Por favor, no los llamemos cobardes, de verdad que no lo son.



salima36@cantv.net


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Pedro Salima


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