Napoleón en el Caribe

No, no me refiero a Carmona Estanga, si acaso el único que se autojuramentó desde Napoleón, salvando la distancia del éxito de aquel y del ridículo de este. Aunque quizá a este haya que ponerle una foto en la galería de los Presidentes de Venezuela, una foto tamaño carnet. Quiero referirme, más bien, a una galardonada y que de la paz, a una que justifica la intervención del tiburón (Rubén Blades) que acecha en el Caribe, que acecha en nuestras costas venezolanas. Aunque más que a la persona en cuanto tal, quisiera referir a algunas de las ideas y conceptos que se manifiestan en su discurso, particularmente a dos: la libertad y la democracia. Quiero hacerlo con referencias solapadas a Napoleón, bueno ya al decirlo han dejado de ser tan solapadas.

Napoleón "puso orden" en Francia tras la década del terror que habían causado los revolucionarios. Indiscutible estratega militar resultó también, para bien y para mal, un modelador de la civilización moderna que hemos conocido, desde los códigos jurídicos hasta la forma nacionalista y profesional de las fuerzas armadas. Hasta el grupo ABBA se dió a conocer con un tema llamado Waterloo. Napoleón fue sin duda un genio, por algo el mundo del siglo XIX se llenó de locos que se creían Napoleón, y quizás la cuestión siga hasta hoy y más de un loco haya alcanzado gran poder en imperialistas potencias, alguna de ellas al norte del caribe. Napoleón, triunfante en Francia, decidió entonces ampliar su poder a toda Europa, decidió llevar la libertad a sus oprimidos vecinos. Y, por allí, por aquella Europa, muchos impulsaron que Napo los invadiera gritando libertad, libertad. Y Napo lo hizo. Llegó, por ejemplo, a Jena (Alemania) en 1806. Allí lo recibieron entre vítores y aplausos los más brillantes poetas, músicos y filósofos de la época. Ya antes Beethoven le compuso y dedicó la tercera sinfonía, la Heroica. El tardío Kant, como Fichte, Schelling y Hegel serían difíciles de entender sin lo que significó el contexto de la revolución y la posterior Francia napoleónica. Francia era la libertad, Napoleón la extendía por el mundo. Pero pronto Beethoven rabiosamente tachó la dedicatoria y los literatos y filósofos comenzaron su ruda crítica, a veces acompañada de sendas huidas para salvar el pellejo. La libertad se convirtió en opresión de nuevo. Si el antiguo régimen era brutal, sangriento, dictatorial, torturador, arbitrario en los juicios y encarcelamientos, con una casta en el poder con ínfulas de sangre azul, el nuevo no resultó diferente, si bien lo hacía en nombre de la libertad y de la democrática soberanía de los pueblos.

El tiburón que hoy acecha en el Caribe habla de las libertades, de los derechos humanos y de la soberanía democrática. Cierta burguesía local, que ha crecido como burguesía siendo enclave sirviente de los grandes capitales del imperio, que se lucró con el Estado rentista como hoy lo hace otra burguesía advenediza, basta rastrear la historia de sus apellidos para sacar conclusiones, aplaude y le sirve todo lo que pueda para que el tiburón llegue a las orillas y ponga de títere a la reina del carnaval de la paz en el poder local. Mientras esto ocurre, el tiburón que habla de derechos humanos, libertades y democracia, ejecuta extrajudicialmente a latinoamericanos en peñeros. Porque sí, porque le da la gana y porque nada tiene que demostrar en su real gana, porque ni una bolsita de droga tiene que presentar como evidencia, porque simplemente a sus destructores y portaaviones no les provoca detener a esos peñeros y llevar a cabo los procedimientos que la justicia moderna exige. Pero la reina del carnaval, en nombre de los derechos humanos y de la democracia, de la libertad, le dedica su carnavalesca corona de la paz al tiburón mayor y, por supuesto, felicita a Netanyahu. Será por la limpieza étnica lograda en Palestina. También le garantiza públicamente lucrativos negocios en Venezuela. Todo por la libertad y la democracia.

Napoleón siguió extendiendo la libertad y los derechos democráticos por Europa. Un día, gracias a un rey francamente idiota que le abrió de par en par las puertas, llegó a España. Iba y que camino a Portugal para repartirse la corona lusitana con el rey idiota. Pero parece que le gustó la comida española y decidió quedarse con las posesiones del rey idiota. Había llegado la libertad a la retrógrada España, la inquisidora, la de la espada y la cruz. Sin embargo, aquella libertad bajo el nuevo rey, José Bonaparte, José I de España, mejor conocido como Pepe Botella por sus aficiones a las bebidas espirituosas, producía tantos o más monstruos que la anterior. Con un rey idiota y en desbandada, y otro beodo, fue el pueblo español más humilde quien enfrentó a la nueva opresión creando lo que hoy conocemos, y se conoce en otros idiomas en español, como "guerrilla". El mejor fotógrafo de la época, en este caso no un Pepe sino un Paco, retrató con objetividad horripilante la nueva opresión. Fue ese genio del lienzo llamado Francisco de Goya, si acaso creador del género del terror por lo que observó, aquel fotógrafo, el mismo que precisamente escribió en alusión a Napo y sus estelas: el sueño de la razón produce monstruos. Se supone que Napoleón representaba la razón, y la razón realizaba la libertad, como decía Hegel en su sueño napoleónico. ¡Qué vaina hermano!

Y así el tiburón del Caribe busca también extender su poderío por todo el hemisferio. Amenaza a Colombia y a cualquier camarón que se duerma por estas latitudes. Reedita la doctrina Monroe con su nueva doctrina de seguridad nacional, bloquea al país como lo hicieron hace más de cien años otras potencias europeas, ataca más peñeros por la costa pacífica, se reparte el planeta con Rusia y China. Entrega a Ucrania a cambio de que el Zar saque sus garras de estos lares. El mundo entra en una nueva repartición imperial. 2026, lamentablemente, no pinta bien. La libertad avanza, diría Milei. Pero nunca la auténtica libertad, la del derecho de cada quien a crearse, a inventarse, sino la libertad de elegir entre dos marcas de mayonesa en el supermercado o morir de hambre. La voluntad de poder expresada en la lógica capitalista confunde siempre libre arbitrio con libertad, tal como cierto militarismo burocrático encubierto de retórica socialista confunde lealtad absoluta con libertad y el dudar crítico con traición. Si no te agarra el chingo te agarra el sin nariz. Por lo pronto, la horripilante sombra de Napoleón permanece en el Caribe, y no de vacaciones.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 206 veces.



Javier B. Seoane C.

Doctor en Ciencias Sociales (Universidad Central de Venezuela, 2009). Magister en Filosofía (Universidad Simón Bolívar, 1998. Graduado con Honores). Sociólogo (Universidad Central de Venezuela, 1992). Profesor e Investigador Titular de la Escuela de Sociología y del Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela.

 99teoria@gmail.com

Visite el perfil de Javier B. Seoane C. para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Por los Derechos Humanos contra la Impunidad