Iván Duque acusa a Venezuela de terrorismo o cachicamo se encueva

Al leer la nota, según la cual Iván Duque, hijo putativo de Álvaro Uribe, lo que ya es mucho decir, para lo que hay por hacerlo en este caso, cuando llama a EEUU, justamente al gobierno de ese país, "declare a Venezuela país promotor del terrorismo", provoca decir aquello de "no me hagas reír porque tengo el labio partido".

(https://www.elcomercio.com/actualidad/mundo/venezuela-terrorismo-ivan-duque-eeuu.html)

Pero también lo de, "cachicamo llamando a morrocoy conchúo". Es curioso, como el gobierno de Duque, heredero del de Uribe y otros más, de un país y pueblo que ha sido víctima del terrorismo de todos ellos, se sienta moralmente competente para hacer acusaciones y hasta solicitudes como esa.

Pero el asunto es todavía más curioso, llamativo y hasta mordaz, cuando lo solicitud se hace a quien en eso del terrorismo tiene todas las medallas del olimpismo de la especialidad y, en un momento, cuando factores de ambos gobiernos, colombiano y estadounidense, están enredados y bajo sospecha, por el asesinato del presidente de Haití. Casi todos los detenidos por este feo asunto son oriundos del país vecino nuestro, incluso elementos salidos de su ejército profesional y, además, entrenados para ejecutar actos de esa naturaleza, relacionados con lo que llaman algo así como "acciones especiales", como la "Operación Gedeón", en el país a cuyo gobierno Duque acude con su solicitud.

Las pruebas del enredo del gobierno de Duque en operaciones realizadas contra Venezuela son abundantes y públicamente conocidas, dadas por quienes, de una manera u otra, en ellas participaron.

La historia de Colombia o mejor de los gobiernos oligárquicos de ese país, abunda en cosas relativas al negocio de la droga, violencia y terrorismo. Allí, es casi un hábito, un proceder legítimo, que la oligarquía asesine a algún ciudadano que se dibuje como candidato a ganar la presidencia sin su respaldo y reconocimiento. Gustavo Petro, de quien se dice tiene hoy un enorme respaldo y pudiera ganarle al candidato que promueva Uribe, que sería el mismo de la oligarquía y de quienes manejan las enormes finanzas de oscura procedencia que imponen todo, se le supone con las luces prendidas, cuatro ojos y muy bien guardado, porque no es raro le raspen. Como dijimos, ya antes lo han hecho con unos cuantos.

La señora Piedad Córdoba, quien se desdibujó, se puso bajo la sombra en un momento que parecía tomar vuelo, habló de los peligros que corrían ella y sus familiares cercanos. Y no es difícil creerle, pues quienes en aquel país tienen el control, sueñen con resolver la abundante injusticia y la asquerosidad del negocio de la droga, sacan del medio por la violencia y a todo aquel que les estorbe. Si lo hicieron con Gaitán, sin que se les aguase el ojo y hasta ahora a nadie se ha castigado por eso, cómo no hacerlo con otra persona.

¿No es acaso terrorismo del peor, más cruel, ese con la marca exclusiva del oficialismo colombiano, que se conoce de los "falsos positivos"?

Y lo que es peor, sobre eso hay tantas denuncias, hechas hasta por testigos presenciales, participantes que confiesan haber actuado por "órdenes superiores" y en ese país no hay autoridad que, ni siquiera se tome el trabajo de iniciar una investigación de orden legal y seria. Y no se hace porque las altas autoridades eso amparan o a estas les paraliza el temor, por el poder que, quienes aparecerían como responsables, todavía ostentan en ese país.

Pero hay mucho más. El gobierno, heredero de gobiernos; el presidente, heredero de presidente, que patrocinan el terrorismo como forma de lucha en su país y hasta lo están exportando, como quedó demostrado con la "Operación Gedeón" y otras ejecutadas sobre Venezuela y el más reciente en Haití, se abroga el derecho de hacer acusaciones relacionadas con aquello, contra otros países y gobiernos, como el ladrón, en medio de la multitud, sintiéndose perseguido, grita y señala hacia allá, ¡al ladrón! ¡al ladrón!

Y podemos seguir. Pues Duque, el hijo putativo de Uribe, embarrado en prácticas terroristas de todas las marcas, le confiere al gobierno de EEUU, campeón en todas las competencias en eso del terrorismo, donde eso es como una carrera, hasta hay academias para eso, donde forman a los suyos y reciben gente de todo el mundo por ellos ganados para perfeccionarse en lo mismo, el derecho a decidir "quien es o no terrorista". Sabiendo además que, desde Obama, existe el decreto mediante el cual en la Casa Blanca se declaró a Venezuela "amenaza inusual y extraordinaria", un gesto propio, dadas todas las circunstancias, del terrorismo.

Sin duda de ninguna naturaleza, Duque, quien ahora está acorralado por el movimiento popular de su país, no de Venezuela, pudo haber inventado eso del intento de magnicidio contra él. Pero, es más, el movimiento guerrillero colombiano, este que todavía está alzado en armas contra el Estado de su país, ha dado muestras de no ser muy sensato y para sustentar esto basta decir dos cosas, pareciera no haber entendido, pese el tiempo y los hechos, que su forma de lucha en ese espacio no tiene futuro alguno e ignora por completo el reclamo del movimiento popular que lleva más de dos meses en la calle y casi acorrala al gobierno. Y del gobierno venezolano se pueden decir muchas cosas en su contra, pero es demasiado infantil pensar que, en este momento, pudiera hacer algo así, como lo que denuncia Duque, que sólo serviría para reanimarlo a él y las fuerzas que le sustentan. Es imposible creer que se junten tantas cosas insensatas. Lo más sensato es creer que Duque, cual cachicamo, también se encueva para evadir el cerco popular.

Se pudiera pensar entonces que, el movimiento guerrillero colombiano, así como se enredó en un conflicto con el ejército venezolano en el Apure y su sola pretensión de seguir en lo mismo, pudiera haber incurrido en lo que Duque alega, que intentaron matarle, pero es muy difícil creerle algo a este personaje y, sobre todo, sabiendo que necesita evitar a toda costa "su muerte política", esa a la que está sentenciado, la misma que se llevó en los cachos a Piñera en Chile.

El panorama latinoamericano luce enredado y hasta se podría hablar de inédito, pese la tendencia injerencista y violenta de los gobiernos de EEUU no es nada novedosa como tampoco es extraña la conducta del gobierno colombiano. Pero el cuadro chileno, de cómo el gobierno de Piñera casi se desmorona y queda en estado moribundo; pierde dos elecciones seguidas de modo vergonzoso; en Colombia las fuerzas populares, casi como copiando lo que antes pasó en Chile y Ecuador, se desbordan contra el gobierno, sin que en ello medie guerrilla, ni siquiera los partidos políticos y, en Perú, un desconocido, un humilde maestro de escuela, sin partido, termina convirtiéndose en presidente por decisión de la mayoría del pueblo y en contraposición del deseo de los factores de poder, incluyendo EEUU, habla de algo distinto y más trascendente.

Es decir, hay un cuadro novedoso y de gran envergadura. Un desbordamiento del movimiento popular que reacciona contra las prácticas habituales del capitalismo y de los gobiernos tradicionalmente amparados por EEUU. Pero también hay algo de desconocimiento hacia las tradicionales figuras y procederes de lo que llamaríamos convencionalmente el frente progresista

Entonces, el poder imperial, se siente obligado a hacer algo. Y algo está haciendo. Reconoce, después de demasiados días de incertidumbre, previo intento de ablandamiento o "blanqueo", como lo he llamado, a Pedro Castillo. Mantiene bajo observación lo que habrá de suceder en Chile, donde las piezas de ajedrez se mueven parsimoniosamente y se espera un manejo cerebral y consciente. Pero al mismo tiempo se intenta prender la violencia en otros frentes. Como que una protesta casi natural y hasta necesaria, desatada en Cuba, por problemas fundamentales e inherentes a la cotidianidad de la vida de aquel país, EEUU intenta convertirla, en los espacios de publicidad, en una guerra o sublevación y en Venezuela se desata la violencia de nuevo, usando como antes, sólo que esta vez en el nivel protagónico, a factores de la delincuencia común, para enviar al mundo la idea que el movimiento popular se cuadra con la política injerencista y clama por una invasión. Justo lo mismo que busca Duque al pedir a EEUU le complazca, lo que no es otra cosa que, valiéndose de la calificación de terrorista, nos invada y con los gringos lleguen los suyos, con toda su delincuencia a hacer de nosotros polvo y de lo nuestro suyo.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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