El caso Gudrun Olbrich

  1. Con ese nombre y de origen netamente teutón, Gudrun Olbrich, no obstante se había convertido tan criolla como cualquier morenita de los lados de Curiepe. Como muy criolla incursionó en los convulsos acontecimientos políticos que nos sacudieron desde 1945: fue Secretaria de Andrés Eloy Blanco en las Naciones Unidas, activa colaboradora de la Junta Patriótica, la primera prisionera (en la Cárcel Modelo) de la Democracia Puntofijista, egresada de la Escuela de Periodismo de la UCV, redactora en el diario "Clarín", fundadora del MIR, y luego convertida en experta criminóloga, dedicada al estudio científico de la clínica criminológica. Gudrun fue periodista de "La Razón", cuando este medio era dirigido por Marco Aurelio Rodríguez y en él era Jefe de Información, José Vicente Rangel.

  2. Existe una fotografía en la que Gudrun Olbrich aparece en las piernas del dictador Juan Vicente Gómez. Resulta que el padre de Gudrun fue un banquero alemán quien en una ocasión le devolvió un cheque al dictador, y Gómez lo mandó a llamar. Del reclamo del dictador al banquero se pasó a una buena amistad, y de aquí a una relación de compadres, resultando Gudrun la encantadora ahijada de "don Bisonte".

  3. Gudrun Olbrich llegó a tener una columna en "El Diario de Caracas" llamada Oído y Leído, a la cual Salvador Garmendia le dedicó interesantes comentarios. Gudrun Olbrich igualmente escribió un libros sobre La Historia del Derecho Penal que ha sido texto de obligada lectura para todos los estudiantes de Derecho en Venezuela y América Latina.

  4. En abril del año 2.000, luego de terminar una clase en La Facultad de Ciencias, encontré en mi buzón una nota de alguien que quería conocerme: "Quiero hablar con usted. Yo fui muy amiga de su hermano Argenis…". Se trataba de Gudrun Olbrich quien había tomado la decisión de establecerse en Mérida. Ya ella tenía cerca de los ochenta años. De allí nació entre nosotros una extraordinaria amistad que se prolongó hasta poco antes de su muerte, ocurrida en la propia ciudad de Mérida.

  5. Doña Gudrun supo integrarse plenamente a la vida política venezolana, una tierra escogida por sus padres con verdadero fervor. Ella llevaba ese nombre de la mitología nórdica: Gudrun. Nació la doctora Gudrun Olbrich en La Pastora y hablaba un castellano directo y silvestre, y apenas si en sus ojos claros, en su rostro tan blanco que era casi transparente, quedaba todavía algún rastro de sus antepasados teutones. ¿Cómo debió ser esta luz cegadora, siendo moza con ese cuerpo de gacela que todavía conservaba cuando la conocí, que dominaba varios idiomas, a los dieciocho años, en aquella Venezuela todavía gomecista, de caporales y caudillos enmachetados?

  6. Su madre tenía un nombre muy cristiano y venezolano, imagínense: Dora Margarita (Herman). Para 1908, doña Dora ya ella era profesora. Quería ejercer su profesión, pero en la Alemania de entonces casi no había posibilidades, y entonces en un periódico vio un anuncio en el que unos venezolanos estaban solicitando una institutriz. Supongo que ella averiguaría dónde quedaba Venezuela, y luego se presentó en el Consulado de Venezuela en Hamburgo. Allí pues, ofreció sus servicios. El cónsul eta un tal Paredes Urdaneta.

  7. Fue Paredes Urdaneta quien le consiguió al General Juan Vicente Gómez un Doctorado Honoris Causa conferido por la Universidad de Hamburgo. Gudrun Olbrich me referiría en una entrevista que le hice para el semanario La Razón: "De modo pues, que mi madre iba a servirle como institutriz en una familia de diplomáticos venezolanos de apellido Dagnino, que eran parientes de Gil Fortoul. Esta familia Dagnino vivía en Maracaibo y el contrato con ella fue por un año; de modo que ella llega a esta ciudad, y al cumplir su primer año de trabajo, sigue allí porque entonces pasa a trabajar en un Colegio alemán muy renombrado. Era el colegio alemán de Maracaibo, como el de Caracas, y ambos se regían por el pensum escolar de Alemania, y no tenían nada que ver con los programas del Ministerio de Educación de Venezuela. La mayoría de los que estudiaban en estos colegios era hijos de alemanes, o de algunos venezolanos que posteriormente iban a continuar estudios en Europa. Ella enseñaba alemán.

  8. ¿Qué materia dictaba ella?

  9. Alemán.

  10. ¿Está soltera para ese momento?

  11. Sí.

  12. ¿Cómo conoce a tu padre?

  13. Bueno, a ella el Colegio Alemán la rotaba, y comenzó a recorrer algunos países de Centroamérica, entre ellos Guatemala, hasta que pasó a México. Y cosa curiosa, ahora que recuerdo: en Cúcuta, que debió haber sido un pueblito, había un Colegio Alemán. Además, estos colegios eran de primera, de una calidad excepcional. Estando en México se reunía con la colonia alemana que era pequeña. En estos círculos se reunían para leer y escuchar música, y en uno de esos encuentros conoció a mi padre.

  14. ¿Y el nombre de tu padre?

  15. Pues, mira, otro nombre bien cristiano: Juan Nepomuceno.

  16. ¿Católicos?

  17. Mi padre sí; él era de la región sur. Mi madre era protestante.

  18. Bueno, ¿se casaron en México?

  19. Así es. Mi padre no conocía a Venezuela. De México ellos viajaron a Alemania para conocer a las familias, y allí estuvieron un año. Era la época de la postguerra, de la Primera Guerra Mundial. Como podrás entender la situación era muy dura, y a mi madre, quien ya había estado bastante tiempo fuera de su país, no encontró agradable la vida en Alemania. Durante el tiempo que mi madre estuvo en México se puso a estudiar por su cuenta arqueología, y estaba muy compenetrada con la cultura de América Latina; conocía sus problemas, y le atraía mucho el tema de la investigación cultural y social de estas regiones de América. Decidió entonces volver a Venezuela porque era el país que más le había gustado.

  20. ¿Dónde se establecieron?

  21. En Caracas.

  22. ¿En qué se ganaba la vida tu padre?

  23. Como él era de familia de banqueros de Munich y había estudiado la carrera de auditor, acudió a buscar trabajo en el Banco más conocido que era el Banco de Venezuela. Inmediatamente lo emplearon como auditor.

  24. ¿Era difícil ser un auditor estricto de un banco en la época de una dictadura tan férrea como la de Gómez?

  25. Pues, mira, te voy a referir una anécdota que te dará una idea de lo que me preguntas, que por una parte revela la gran honestidad e ingenuidad de mi padre, y por otra un aspecto de Gómez bastante interesante. Entre las obligaciones de mi padre estaba la de manejar cuentas corrientes una de las cuales era del General Gómez, porque tenía varias. Un día le llegó un cheque del General Gómez, pero en esa cuenta no había fondos, y mi padre, por supuesto no le dio curso. La persona que debía recibir ese dinero se quejó. El Presidente del Banco llamó a mi padre, y le dijo que lo lamentaba mucho, pero que tenía que despedirlo, porque habían llamado de Maracay, de la Casa de Gobierno, citando a mi padre. Que se trataba de una entrevista que él debía tener con el General Gómez. Mi padre se trasladó a Las Delicias y le explicó al General Gómez que él no podía pagar ese cheque porque sencillamente en esa cuenta no había fondos. Pues, el General Gómez después de escucharlo, le dijo que lo felicitaba y se sentía complacido que un hombre de rectitud hubiera escogido venir a Venezuela. Que funcionarios honorables era lo que necesitaba nuestro país; que por supuesto que había actuado correctamente y le ordenó a sus edecanes que se le hicieran atenciones afectuosas y muy cordiales. Después de este encuentro mi padre pasó a alojarse al Hotel Jardín, y le fue informado al director de este hotel, quien también era alemán, que le tuviera siempre una habitación bien acondicionada a mi padre, para cada vez que él viniera de visita a Maracay. Al día siguiente, mi padre regresó a Caracas en automóvil del gobierno.

  26. ¿Estaban conscientes tus padres de la dictadura que aquí teníamos?

  27. Mira, la verdad es que en ello no reparaban mucho, en eso de la política, digo. Ese era el gobierno que tenía Venezuela, y ellos lo respetaban. Por cierto, que en unos versos muy bellos de Alemania, se refería, en sentido poético, al Padre de la Patria, al "Landesvater", quien allá era el kaiser, y ese señor aquí era don Juan Vicente Gómez (risas). Esa era la manera de cómo pensaban aquellos alemanes que en realidad lo que amaban era el trabajo, y servir a donde acudieran. Y mi madre decía "¿quién se podía imaginar que una hija mía (es decir yo), iba a llegar a ser ahijada del Padre de la Patria venezolana"?

  28. ¿Tu padrino fue el General Gómez?

  29. Así es. Mi padre le escribió al General Gómez diciéndole que iba a nacer su primer hijo, y que él deseaba que se lo apadrinara. Cuando nací notificaron al General Gómez, y él contestó que aceptaba con mucho gusto, y le pidió a mi padre que escogiera entre sus amistades a la persona que lo iba a representar en la iglesia. Como tú eres tan preguntón, me haces contar anécdotas y desempolvar recuerdos bien remotos. Cuando fui a sacar copia de mi partido de bautismo en La Pastora, en este documento consta que mis padrinos fueron el General Gómez y la señora Juanita Valentiner, y que había asistido al bautizo en representación del Presidente de la República, Inocente Palacios.

  30. ¿Y llegaste tú a conocer al General Gómez?

  31. Sí, claro. Es un recuerdo muy borroso. Tendría yo como unos tres o cuatro años. En ocasiones especiales cuando el General venía a Caracas, la alta sociedad organizaba una recepción en los salones del Hipódromo de El Paraíso y mi padre me llevaba para que saludara al padrino y le pidiera la bendición. El General me tomó en sus brazos y me sentó en sus piernas. Recuerdo que me dio unas palmaditas cariñosas en las mejillas con sus manos enguantadas, con unos guantes de cuero. En una ocasión me refirió Caremis sobre unas fotos donde aparece el General en una tarima recibiendo saludos de la sociedad caraqueña, y está con una niña, que por la época pude haber sido yo.

  32. ¿Qué recuerdas de ese momento?

  33. Recuerdo que debía entregarle un ramo de flores y pedirle la bendición en voz muy alta porque el padrino "oía mal".

  34. El General Gómez sentía especial simpatía por Alemania.

  35. Como no, él era pro-germano. Tú recuerdas que él se negó a declararle la guerra a Alemania, a pesar de las presiones internacionales que recibió, y su argumento para no inmiscuirse en esos asuntos bélicos fue decir que Venezuela estaba muy niña para enfrascarse en una guerra.

Hacemos un corto receso para tomar té, lo que aprovecho, yo que no sé nada de Derecho, para hojear un voluminoso libro escrito por Gudrun, ya agotado: "Historia del Derecho Penal Venezolano." Allí me voy enterando que además de su título de abogada, obtenido en la UCV, es egresa de criminóloga de la Complutense de Madrid, de la Escuela de Estudios Penitenciarios del Ministerio de Justicia de España. Continuamos nuestra entrevista:

  • ¿Dónde haces tus estudios de Primaria y de Bachillerato?

  • Yo estudié en el Colegio Alemán en Caracas, que no hay que confundirlo con uno que llamaban el Colegio Católico Alemán. Resulta que en el año 41, cuando Venezuela también le declara la guerra a Alemania, cierran el Colegio Alemán, y todos los que allí estudiábamos nos quedamos sin las equivalencias legales, porque el Colegio no estaba inscrito en el Ministerio de Educación. Mis padres me tenían estudiando en este Colegio con la idea de mandarme luego a Alemania.

  • ¿Y qué hiciste, luego?

  • Tuve que estudiar por el Consejo Técnico por Libre Escolaridad. Pero cuando se cerró el Colegio Alemán yo tenía quince años, y como una no se sabía cuándo iba a terminar la guerra, me puse mientras tanto a estudiar lo que se llamaba secretariado, y después comencé a trabajar. Mi primer trabajo fue en un banco, en Royal Bank of Canadá.

  • ¿Qué hiciste esos años entre 41 y 45?

  • Viajar. Yo tenía una tía en EE UU a la que visité dos veces. Una vez viajé a México para conocer a mi tío Maximiliano, hermano de mi papá, hacendado casado con una mejicana. No me preocupaba mucho por el futuro, y como mis padres tenían estabilidad económica, pues no tenía los problemas de ningún tipo.

  • ¿Cuándo comienzas tú a participar en actividades de tipo cultural o político?

  • A partir de la llamada Revolución de Octubre. Yo vivía en la Alta Florida, y entre algunos vecinos nuestros se encontraba el coronel José Murillo, quien fue edecán del General Gómez, del General Eleazar López Contreras y de Medina Angarita. El General Gómez le regaló al Coronel Murillo todos esos terrenos de la Alta Florida, y era pues dueño de la Urbanización Ávila, donde mi padre compró un terreno e hizo la casa donde vivimos toda la vida. Eran vecinos influyentes, amigos de los esposos José Enrique Machado y Cristina Egui de Machado, quienes tenían relaciones con los adecos. También con el doctor Edmundo Fernández, quien perteneció a la Junta. A José Enrique lo nombran gobernador de Caracas y por intermedio de unas sobrinas del coronel Murillo me propusieron que yo trabajara en la Gobernación de Caracas, y así pues me hago funcionara del nuevo gobierno revolucionario.

  • Pese a que los adecos los relacionaron tanto con la "chusma", al parecer la llamada Revolución de Octubre no presentó un deslinde muy grande con la oligarquía de aquella época.

  • No, en absoluto. En ese gobierno participó gente de todos los sectores sociales.

  • ¿Llegaste a pertenecer a AD?

  • No, pero me creían algunos adeca porque comencé a conocer personalmente a los más descollantes dirigentes del llamado Partido del Pueblo.

  • ¿Entre esos personajes de primer orden a quienes recuerdas, ligadas a tu primera experiencia política?

  • Bueno, a Humberto García Arocha quien era ministro de Educación. Yo entro en el Programa del Patronato Nacional de Alfabetización. A través de estas compañeras de oficina se formó un grupo y nos alistamos como voluntarias para enseñar a leer por el método LEAUBACH, que era una cartilla muy grande en la que uno a los alumnos les iba señalando las letras. Cuando se iba a inaugurar este Patronato de Alfabetización en Mérida, fui escogida para que viniera con un grupo de muchachas, entre las cuales se encontraba Alicia Sanabria quien luego se casaría con el doctor Manuel Rafael Rivero. En ese grupo grande venía una periodista, quien era para ese entonces la Jefa de Prensa de Miraflores, que iba a cubrir el evento, y con quien yo haría posteriormente una gran amistad: Analuisa Llovera.

  • ¿Cómo fue esa experiencia, quién les recibió?

  • Nos acompañó en este viaje, el ministro García Arocha y el Gobernador Alberto Carnevalli nos recibió en el aeropuerto de Valera. Entre los actos culturales a los que asistimos hubo un encuentro con el poeta cubano Nicolás Guillén. Qué persona más grata, gentil y ocurrente, un personaje inolvidable.

  • ¿Cómo continúa tu actividad en Caracas?

  • A través de Analuisa Llovera conocí a notables personajes adecos, tales como Hildamar Escalante, poetisa, y por supuesto, a Rómulo Betancourt y Raúl Leoni.

  • ¿Resaltaba Rómulo sobre los demás?

  • No. Más bien era muy sencillo, muy campechano. Era una persona desagradable físicamente, cosa que no tenía importancia, pero también su voz era chocante. Era muy impositivo, y dominaba, sin proponérselo, las reuniones sociales. La gente estaba pendiente de lo que él podía decir. Indudablemente que era un líder. Tuve oportunidad de conversar con él siendo Presidente de la Junta.

  • ¿Tuviste algo que ver con las elecciones para la Constituyente?

  • Para que tú sepas, en aquella época el trabajo de las mesas en las elecciones era un trabajo que lo hacía los estudiantes y los empleados públicos de manera totalmente voluntaria, porque no se le pagaba un centavo a nadie. Yo dirigí en esa época una mesa electoral que quedaba en Sarría, y en todo el país arrasó Acción Democrática, cosa que fue celebrada fervorosamente por todo el mundo.

  • ¿Conociste a don Rómulo Gallegos?

  • Yo fui invitada a al acto de toma de posesión del maestro Gallegos, que se realizó en el salón Elíptico del Congreso. Aquello fue una fiesta de traje largo, un acto verdaderamente formidable, elegante y de altura, presidida por la imponente figura de ese memorable escritor. Todos allí nos sentíamos comprometidos con la transformación de Venezuela y que de veras estábamos entrando en una nueva era, quizás esa ilusión lo daba el hecho de ser la primera vez que votaban las mujeres, la primera vez que unos partidos concurrían a unas elecciones de manera libre. Un jolgorio patriótico que marcó realmente una época.

  • ¿Y cómo fue el encuentro con el entonces canciller Andrés Eloy Blanco?

  • En la gobernación donde yo trabajaba hubo cambios: Salió José Enrique Machado y entró Gonzalo Barrios. Como yo hablaba varios idiomas, alguien me sugirió que tratara de entrar en el Servicio Exterior y que pidiera una audiencia con el Canciller Andrés Eloy Blanco. Y así lo hice. Tenía Andrés Eloy como secretario al poeta Rolando Anzola con quien luego hice una hermosa amistad. En día de la entrevista, cuando paso al despacho en la Casa Amarilla, me recibe Andrés Eloy Blanco, lo saludo, me presento y le expliqué lo que perseguía. Él se queda callado, y luego me dice: "¿Quién te dijo que vinieras a hablar conmigo?", y se me ocurrió contestarle: "Yo en realidad no tengo palanca." Eso no se le olvidó nunca, siempre lo rememoraba en las reuniones, pero lo más simpático a lo que le dije, fue su respuesta: "Considérame tu palanca." Agregó que en aquel momento no tenía ningún cargo, pero puntualizó: "Eso no significa que yo no lo pueda crear." El encuentro fue suficiente para que ese mismo día se comenzaran a hacer las gestiones para ser su empleada en la Cancillería. Primero comencé a trabajar en certificaciones, con todo lo que tenía que ver con traducciones y pasaportes, y después pasé a trabajar en la secretaría con Rolando Anzola.

  • ¿Y estuviste entonces en la Cancillería hasta la caída de Gallegos? ¿En dónde te sorprendió ese Golpe de noviembre del 48?

  • Estuve sólo ocho meses trabajando en la Cancillería. El Golpe nos sorprendió encontrándose la delegación venezolana, que presidía el Canciller Andrés Eloy Blanco, en la Tercera Asamblea General de las Naciones Unidas, en París. Ya para ese momento era yo la secretaria del Canciller.

  • ¿Cómo se recibió la noticia?

  • Al principio fue como un rumor, pero nada oficial ni del todo cierto. Esa noche, Andrés Eloy nos iba hacer un agasajo a las secretarias, y estuvimos en un lugar muy frecuentado por los rusos blancos, en medio de un colosal esplendor donde el vino y el champaña eran servidos en copas de plata. De modo que fue al día siguiente cuando nos vinimos a enterar que ya el gobierno había caído. Estábamos en el hotel, me encontraba con Miriam Pérez Chiriboga, cuando nos llamó Rolando Anzola y nos contó todo. Luego Andrés Eloy convocó a todos al Hotel Jorge V, donde él estaba hospedado. Nos dijo que se había recibido la noticia confirmada. A uno por uno nos fue recibiendo, y aconsejándonos que no debíamos renunciar. Así se lo hizo saber, por ejemplo, a Vicente Gerbasi; resulta que Vicente Gerbasi tenía a sus muchachos en el colegio y una familia a la que mantener. Nos invitaba Andrés Eloy a la calma, a que no nos precipitáramos en nuestras decisiones. Lo verdad era que nadie quería renunciar, porque en realidad eran cargos de cierto privilegio. Sin embargo casi todos salimos, menos Adolfo Nass que tenía ya algún tiempo prestando servicio en la Cancillería. Después Adolfo pasó a ser Ministro Consejero en Londres.

  • ¿Qué decisión toma Andrés Eloy?

  • Como para mí la lealtad es un culto, y por eso lo único que yo no perdono nunca es la deslealtad, yo me sentía tan agradecida por cuanto había recibido de Andrés Eloy, quien me formó políticamente, que no me salía decirle que me regresaba a Caracas a ver qué conseguía. Además yo para ese momento era Vicecónsul en Ginebra, con Vicente Gerbasi, aparte de que era Secretaria en esa Tercera Asamblea General de la ONU. Fue así, como le dije a Andrés Eloy que yo renunciaba y que me iba para Alemania, y él entonces me abrazó diciendo: "De ti yo no esperaba otra cosa.". Eso lo marca a uno, por eso fíjate cómo lo recuerdo. Al día siguiente todo el mundo comenzó hacer sus maletas. Me fui a Ginebra y desde allá envié la carta a la Cancillería renunciando. Andrés Eloy no podía regresar a Venezuela y viajó a México.

  • ¿Y de allí?

  • Me fui a Munich a pasar las navidades con unos parientes. Después regresé a Venezuela en febrero del 49. Muchos amigos me dijeron que realmente yo no era una persona de peligro para el gobierno del momento y me consiguieron un trabajo en el departamento de Relaciones Públicas del Ministerio de Sanidad; este puesto lo logré a través de unos amigos también allegados a la familia del coronel José Murillo. Pero sólo estuve allí un año, porque no veía estando en ese trabajo ningún porvenir.

  • ¿Te ligaste a la actividad política?

  • No. Para nada. La situación era peligrosa, Analuisa Llovera, por ejemplo, estaba confinada, para luego salir exilarla. En medio de esa inestable situación decido irme a Chile, y lo hago entre otras cosas para ver si termino una carrera universitaria. Allá en Santiago empecé a hacer la reválida del bachillerato, y es cuando conozco a un grupo de venezolanos entre los que te menciono a Jorge Dáger, César Rondón Lovera, Simón Gómez Malaret, Francisco Olivo, Manuel Martínez, Felipe Massiani, José María Machín. Allí en Santiago me inscribí en la Escuela de Derecho junto con Jorge Dáger. Jorge era una persona encantadora, muy animada, y tocaba la guitarra; entonces a los venezolanos nos adoraban los chilenos, y eso que estaba gobernando González Videla quien traicionó al Partido Comunista. Como Jorge Dáger era simpático y entraba en todas partes, inventó un programa de radio con noticias de Venezuela, y me invitó para que lo compartiera con él. La emisora se llamaba Radio Agricultura.

  • ¿Y de qué vivías tú en Chile?

  • De lo que me mandaba mi papá, y vivía muy bien porque con cien dólares a 3,50 en aquella época era muchísimo dinero.

  • ¿Y después?

  • Vuelvo a Venezuela y paso a trabajar en Industrias Pampero.

  • En esa época sí comencé a ligarme con la política y me metí en un trabajo muy peligroso cual era recoger fondos, comida, medicina, ropa, todo lo que pudiera para ayudar a los presos políticos de Guasina y Sacupana, los que estaban en San Carlos de Cojedes y los de la Penitenciaría de San Juan de Los Morros. Fue entonces cuando Alejandro Hernández, de quien se hablaba tantas maravillas, vio que yo podía ser un problema para la Empresa.

  • ¿Tenía Alejandro Hernández buenas relaciones con el gobierno de Pérez Jiménez?

  • Sí. Los créditos que le dieron para los tomates él los invirtió en ron Pampero, total que Alejandro su fortuna la hizo durante la dictadura de Pérez Jiménez. Lo que pasa es que hay mucha gente que eso no lo quiere recordar de Alejandro. A él lo tienen como el paradigma del empresario venezolano, su nacionalismo, "compra venezolano" etc. Pero de otras cosas que hizo muy feas, de eso no se habla. Bueno, acabé siendo despedida de Industrias Pampero. Volví otra vez a Chile, y me casé con un joven abogado y economista, camarada, no sé si lo conociste, Armando Rodríguez Trilla. Nuestro matrimonio no duró. En 1952 viajé a París, donde hice estudios de cultura francesa en la Sorbona. En esa época estaba el Grupo París, cuya figura más importante era Gonzalo Barrios. Hice en París una gran amistad con Luis Esteban Rey, quien escribía para "El Nacional" con el seudónimo de Álvarez Portal. Con lo que le pagaban por esa colaboración Luis Esteban él me invitaba a merendar. Luego pasé a trabajar dos años como secretaría local en la Embajada venezolana en Londres. Yo en Inglaterra me sentía muy bien.

  • ¿En qué año regresas a Venezuela?

  • En 1956, comienzo a trabajar con Sir Raymond Smith, el representante de Rolls Royce en Venezuela: Una firma inglesa que vendían los turbohélices, turbinas y radares para la Línea Aeropostal y la Comandancia de la Aviación. En este trabajo estuve hasta el año 57, cuando comencé a entregarme de lleno a la lucha clandestina.

  • ¿Cómo fue esa lucha?

  • Ahí sí es de verdad que nos arriesgamos. Era un trabajo con los grupos de AD y del PCV. Yo trabajé con el Federico Brito Figueroa, el "Negro", y lo enconché en mi casa, sin que lo supieran mis padres. Una vez mi mamá lo vio porque se asomó al jardín, y ella me preguntó: "¿Quién es ese negro?", y yo le contesté: "Ese es un jardinero, que va a ayudarnos en el jardín. Vamos a ver cuánto cobra." Y fui y le dije a Brito: "Mira, yo te dije que no te asomaras; si aquí tienes libros, radio, multígrafo, de todo." Ese era mi estudio.

  • ¿Con quién trabajaste en la Junta Patriótica?

  • Yo trabajé con Moisés Gamero quien era el representante adeco. Por cierto que a Moisés la policía le hizo una gran persecución, Victoria, una hermana de Francisco Salazar Meneses se lo llevó para Margarita y fue reemplazado por Silvestre Ortiz Bucarán. Una de nuestras tareas consistía salir todas las noches a repartir propaganda, lo hacía con Rosa Vargas, quien luego fue secretaria del Congreso, y que trabajaba con José Agustín Catalá. Se encontraba también en nuestro grupo el médico Ángel Bajares Lanza. En una ocasión me mandaron hacer contacto con el médico Jesús Llerena en la iglesia San Pedro. El doctor Yerena no servía para estas cosas y trabajaba sumamente angustiado, y decidí no contactarlo más. Mi contacto para pasar yo a trabajar con Bajares Lanza fue Arístides Bastidas, en el Colegio Médico, con Luis María Landre que era el presidente. También trabajaba con una red cuyo contacto me entregaba material de una imprenta que estaba en Bella Vista.

  • ¿Cómo fueron para ti, los preámbulos de la caída del régimen?

  • Yo estuve repartiendo propaganda para convocar a la huelga general para el día 22 de enero; el 21 todo había amanecido cerrado y no salieron periódicos. Ya el 17 de diciembre Pedro Estrada no estaba en el país, y un grupo de mujeres convocamos para una manifestación frente a la Seguridad Nacional. El día 22 varias iglesias hicieron sonar sus campanas, y yo me reuní a protestar con un grupo de profesores en la plaza Henry Clay. Las garantías estaban suspendidas, y el toque de queda era a partir de las 6 de la tarde, ya estaban funcionando las fulanas "ballenas", porque estos carros no son nuevos. Andaba en esos días de gran agitación con Rosa Ratto Ciarlo, dirigente de URD y esposa del periodista José Ratto Ciarlo. Yo llegué tarde a la casa, me bañé y me acosté. Cerca de la 1:30 a.m. suena el teléfono, y me doy cuenta de que es una persona que se ha equivocado de número y que me dice: "¡Se fue el tirano, viva la libertad!" Salí entonces hacia la Seguridad Nacional donde se estaba realizando una concentración para sacar a los presos, y a las 3 de la mañana había una muchedumbre colmando la Plaza Morelos. Yo vi como sacaron a los esbirros "Suelespuma" y al Bachiller Castro, y a uno lo golpearon horrendamente y lo amarraron de un carro y lo arrastraron. Se lo llevaron arrastrado. Espantoso, brutal, creo que se trataba de "Barretico".

  • ¿Y de la Plaza Morelos adónde fue…?

  • Nos fuimos al Palacio Blanco, donde se había formado la Junta Militar. Eso era un fervor contagiante donde se agitaban banderas y se oían cantos y gritos de alegría; una muchedumbre de todos los estratos sociales.

  • ¿Y una vez que pasó este baño de multitudes entre gritos y temblores euforia…?

  • Yo conseguí un trabajo como traductora en el Palacio Blanco, en la oficina de Planificación y Desarrollo. Me uní al grupo que entonces dirigía el Comandante Hugo Trejo en el que había varios adecos con los que yo había trabajado en la clandestinidad. Eran los días en que Castro León estaba conspirando, y me dijeron que era importante y urgente tratar de desmontar ese golpe que se avecinaba. Nos dedicamos entonces a denunciar a los militares que estaban con Larrazábal y a la vez estaban intentando tumbar al gobierno. Hugo Trejo tomó parte en una serie de conferencia, denominadas, "Venezuela conoce a tus Fuerzas Armadas". Eran unas conferencias llenas de terribles denuncias contra los golpistas. Fue cuando sacamos en la Imprenta de Prensa Médica, donde era accionista mayoritario Bajares Lanza, unos volantes que debían repartirse el 1º de mayo de 1958, en el que se denunciaba al Alto Mando Militar. Fuimos delatados en la misma imprenta, y yo fui a parar junto con Mariela Pulido, Julio Bonet y el pintor Gastón Martínez al Comando de Policía Las Monjas. Nos pasaron a la Cárcel Modelo, en Catia, y nos metieron a Mariela y a mí en uno de esos calabozos horrendos, y allí no había presos políticos sino puro preso común, y por supuesto nada de mujeres. Para aislarnos nos metieron en un sector que llamaban el tanque, donde quedaba el tanque de la cárcel, y había unos calabozos de castigo. A los tres días soltaron a Mariela y me quedé entonces yo sola. Pero la solidaridad de los presos comunes fue algo realmente admirable. Se reunían en la azotea a mirarnos y nos lanzaban papelitos ofreciéndose para cualquier tipo de ayuda y diciendo cuánto sentían nuestras incomodidades; querían darnos comida, papel, lápices, que si necesitábamos trasmitir una llamada telefónica que le diéramos el número que ellos la conseguirían, etc. La Junta Patriótica femenina, entre quienes se encontraban Rosa Ratto Ciarlo, una hermana de Miguel Ángel Landinez y Argelia Laya, pidió que me trasladaran para la cárcel vieja de mujeres que quedaban en Los Teques, que administraban las religiosas del Buen Pastor. Al llegar a la cárcel, lo que me pidieron fue que me pusiera una falda porque yo iba de pantalones.

  • ¿Qué abogado ejercicio tu defensa?

  • El Comunista Ernesto Silva Tellería, quien hizo un extraordinaria defensa..

  • ¿Cómo recibiste el triunfo de Rómulo Betancourt?

  • Con reservas, porque ya sabíamos por lo que había escrito en el exterior que venía muy pro-yanqui. En su gobierno del 45-48, Betancourt y Prieto Figueroa les resultaban muy sospechosos a los militares, Prieto por su anticlericalismo (Decreto 421), y Betancourt por su pasado comunista en Costa Rica. Y los camaradas aseguraban que traía una política muy represiva contra el pueblo, lo que fue cierto.

  • ¿Y votaste por Larrazábal?

  • Sencillamente no voté.

  • ¿A qué te dedicaste el año 59?

  • Me dediqué a estudiar periodismo en la UCV, en un programa donde se le dio oportunidades a los llamados periodistas empíricos. Fue la época en que Héctor Mujica fundó la Escuela de Periodismo moderno. Los compañeros periodistas que no tenían bachillerato se graduaron de "técnicos en periodismo". Fue entonces cuando me metí en una maratón de exámenes y saqué en dos años los 5 años de bachillerato por Libre Escolaridad.

  • ¿En qué periódicos colaboraste?

  • De manera permanente en ninguno, porque esa fue una época muy turbulenta con el asunto de las protestas al régimen, del inicio de la guerrilla, de las conflictivas relaciones con Cuba, etc, y cuando la SEARS le hizo el boicot a "El Nacional".

  • Que por cierto, entonces no sé si había SIP, ni se consideraban estos chantajes un crimen ni un atentando contra la libertad de prensa. "El Nacional" terminó cediendo a aquellas presiones. ¿Pero llegaste a ser colaboradora de este periódico?

  • Si, José Ratto Ciarlo, quien trabaja en "El Nacional", quería llevarme para las páginas de cultura, pero entonces Alejandro, el hermano de Miguel Otero Silva, quien en esos momentos estaba dirigiendo el periódico (acuérdate que Miguel Otero también tuvo que salir del periódico) no quería arriesgarse. Me dijo: "No, nosotros no podemos nada. No queremos problemas, esto nos ha costado que casi nos cierran el periódico. No queremos ninguna persona que haya tenido antecedentes políticos que la hayan podido llevar a la cárcel. No, señor Ratto Ciarlo, esta periodista no puede entrar aquí." Y así fue, no pude trabajar en "El Nacional" por eso.

  • ¿Cómo es que tú además de fundadora del MIR, pasas a ser miembro de su Comité Ejecutivo?

  • Todo aquello se desata a partir de aquel artículo de Gumersindo Rodríguez en el periódico "Izquierda". Luego viene la represión y la persecución a los miembros de AD que habían asistido al mitin que dio Domingo Alberto Rangel en Maracaibo. Y tengo después una larga conversación de unas cinco horas con Domingo Alberto Rangel en mi casa, y de allí pasé, como una especie de Secretaria de la Dirección, de inmediato, a formar parte de la cúpula del Movimiento junto con Simón Sáez Mérida, Jesús María Casal, Jorge Dáger, Gumersindo Rodríguez, Pedro Llorens, Euro Fuenmayor, Humberto Cuenca, Américo Martín, Moisés Moleiro, Héctor Pérez Marcano, Trino Alcides Díaz, Elías Eljuri.

  • ¿Trabajaste en "Clarín"?

  • Sí. Yo fui redactora de "Clarín", cuando el director era José Vicente Rangel y Luis Miquilena el administrador; cuando salió Rangel entró Leonardo Montiel Ortega, y es Leonardo quien firma mi carnet. Trabajé en "Clarín" hasta que lo cerraron.

  • En esa época realmente negra para el periodismo, se llevaron preso al director de la Escuela de Periodismo de la UCV, a Héctor Mujica. ¿Qué recuerdas de ese hecho?

  • Entonces yo estaba estudiando cuarto año en la Escuela. En realidad no había en absoluto ninguna razón para que lo detuvieran. No estaba conspirando, no estaba haciendo nada ilegal, y se lo llevaron para la cárcel de El Junquito. Nosotros, sus alumnos en la Escuela, escribimos una carta pública al ministro de Relaciones Interiores que era Luis Augusto Dubuc, exigiéndole la libertad al profesor Héctor Mujica, Director de la Escuela, porque no veíamos absolutamente nada que justificar al prisión. Y ocurrió algo insólito: el ministro nos respondió por la misma vía, por un anuncio en "El Nacional", con un lenguaje agresivo y grosero expresando que Héctor no era ningún inocente de algunos hechos políticos que se estaban sucediendo en el país. Y que como nosotros estábamos solicitando la libertad de tal personaje que nos consideráramos citados a la DIGEPOL, para informarnos por qué estaba preso el señor Mujica. Y nos fueron a buscar a todos los que encabezábamos la carta, y tuvimos que ir a declarar. Finalmente nos graduamos en la fecha prevista y Héctor fue padrino de nuestra promoción en 1963. En 1964 comencé a dar clases en la Escuela de Periodismo, en la cátedra de Periodismo Informativo y de Opinión, y a finales de año estuve en la BBC de Londres asistiendo a un cursillo de Periodismo Radial.

Está a punto de concluir nuestra entrevista, Gudrun está en Mérida esperando respuesta de organismos oficiales sobre un gran proyecto que ha presentado sobre Clínica Criminológica. A mí me duele que vaya de oficina en oficina con su fervor de inmenso amor por este país, y que tan poco (o nada) se le atienda.

  • Explícame Gudrun, ¿en qué consiste tu trabajo con el que quieres sensibilizar al Estado para que se ocupe mejor de los delincuentes presos en las cárceles? Explícanos algo para ver si aparece un ser que se interese por tu obra, por esa prédica en la que llevas tantos años.

  • Mira José, la Clínica Criminológica estudia al delincuente ya sentenciado por los Tribunales y que ha sido remitido al Centro Penitenciario donde ha de cumplir la pena impuesta. En este Centro, estos internos deben ser sometidos a diversos exámenes médicos, realizador por psiquiatras, psicólogos y toxicólogos para determinar las condiciones en que se encuentra, y los tratamientos que debe seguir, y las posibilidades de alcanzar un estado de salud que le permita reincorporarse sanamente a la sociedad.

  • ¿Es decir que aquí no se hace esa clasificación de los presos? Todos son metidos en el mismo saco, y por supuesto que no se produce ningún proceso de regeneración sino que salen peores de cómo entraron.

  • Es muy preocupante. Porque luego de clasificado el preso por clínica médica, se estudia científicamente la construcción, temperamento, aptitudes y condicionamiento social, así como las actitudes que determinan la manera característica de reaccionar y de adaptarse a su ambiente.

  • Sé que ese proyecto tuyo que debería ser un gran modelo a seguir en todas las cárceles venezolanas, ¿qué otras cosas contempla?

  • Hay una sección de Nutrición y Dietética, ya que muchísimos de los internos padecen enfermedades cuya curación consiste fundamentalmente en una apropiada alimentación. También se incluye la sección de Medicina Toxicológica. Todos estos exámenes pasan al equipo de Criminólogos que luego van a elaborar la Ficha de cada recluso con las observaciones de Pronóstico y las observaciones en cada caso.

  • ¿Y después de clasificados?

  • Viene en proceso de ubicación en áreas de trabajo, indicada de acuerdo con sus aptitudes y vocación: así aprovecharán al máximo el tiempo que han de permanecer en la Cárcel, para que luego puedan desempeñarse en una actividad laboral honesta y productiva una vez que obtengan la libertad plena. Además del trabajo será obligatorio el estudio, siendo el Sexto Grado la instrucción mínima que deba tener un egresado de este régimen penitenciario.

  • Tú sabes, Gudrun que yo sé cuánto has padecido con este ir y venir tuyo, en el que casi nadie te atiende ni te oye. Tú sabes también que yo no tengo ningún poder para ayudarte más que el de recoger estas ideas y llevarlas a "La Razón" y parte de Venezuela se entere de una labor tan digna como la que haces. Quiera Dios que alguien te ayude, mejor dicho, que alguien quiera ayudar a resolver el inmenso mal de las cárceles de Venezuela acogiendo este maravilloso proyecto tuyo. Te adoramos, amiga por amar tanto a Venezuela...

EPÍLOGO:

EN NOVIEMBRE DE 2013, en una visita que hago a la Librería Temas, del extraordinario y famoso librero Eduardo Castro en unos estantes al fondo, encuentro con unos libros usados y me pongo a revisarlos. Le pregunto de quién eran esos libros y me dice que de Gudrun Olbrich, que ha muerto. Yo le digo que conocí bastante a Gudrun, y supe de sus deseos de donar su biblioteca a la ULAS, pero que allí nadie le hacía caso. Al final entregó sus libros a la Facultad de Ciencias Jurídicas, y se ve que algún bandido los sacó a la calle para venderlos..

Gudrun para aquella época de 2002, venía huyendo de Caracas y de unos horribles pleitos con un hermano que no quería entregarle parte de una herencia. Habían heredado una casa en urbanización La Florida de su padre. Y aquello desató un odio bestial entre los dos hermanos que cuando Gudrun me hablaba de aquel conflicto quedaba enajenada.

Casualmente, a principios del año 2000, llegó también a Mérida otra diplomática, otra errabunda, buscando un lugar donde pasar sus últimos días, creando, leyendo, estudiando: Se llamaba de doña Antonieta Carrillo, sobrina del famoso humorista Francisco Pimentel, Job Pim. Antonieta sufrió mucho, en su experimento por establecerse en Mérida, y la final no pudo, y se retiró a La Guaira, buscando un refugio donde morir. Por allá encontró un albergue para ancianos muy bello construido por Chávez, con todo tipo de comodidades, y allí murió.

A Gudrun la invité muchas veces a mi casa, cuando yo vivía en la urbanización Parque Montaña. Allí conversamos sobre la guerrilla y las Fuerza Armadas de Liberación Nacional. Fue muy amiga de Máximo Canales, y me regaló una pinturas de este conocido guerrillero urbano.

Gudrun, en su desesperada soledad solía llamarme y buscarme con cierta frecuencia. Por doquier me dejaba mensajes, pero vivía una situación compleja, había abandonado mi casa y me ido a vivir a la orilla del río Chama, en una cabaña, por los lados de La Capea, en las afueras de Mérida. Cuando me fui a trabajar a la UNELLEZ en el año 2004, por allá se presentó un día. Me dijo que sus ahorros se estaban esfumando y que necesitaba un trabajo. Yo hablé con el rector Pedro Grima para que la ayudara, y se le consiguió el cargo de Consultora Jurídica de la sección de Medios de Comunicación de la UNELLEZ, pero cuando fuimos a firmar el contrato se negó, me dijo que ella como abogada estaba desactualizada. Luego le perdí la pista. Ya yo no estaba en Mérida por los días en que ella sufrió una caída en la calle, que luego la llevaron al hospital universitario. Poco después falleció, sin que nadie de los que rodeaban a esta señora en tan duro momento, llegara a conocer el personaje, y la importancia que había tenido en nuestra historia política y cultural moderna.

Terrible.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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