¡Bendita crisis!

La revolución en la agricultura (Parte I):

Cuando por una casualidad académica conocí a Theotonio Dos Santos, me reencontré con mi juventud. Sucedió en Caracas, en el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA). Allí se organizó un conversatorio donde la llana, apacible y sabia personalidad de Theotonio sirvió para considerar lo que siempre se ha dicho, y que él defiende. Una revolución es el limite a la tolerancia de los países dominantes en lo político, lo económico, lo cultural,  lo científico y tecnológico. De allí que siempre habrá una amenaza real o latente contra este proceso político bolivariano. Para que exista una revolución deben deponerse, arrasarse, quitar del paso firme del proletariado cualquier obstáculo a las transformaciones, y eso es intolerable para la burguesía y sus aliados internacionales.  Este científico y libre pensador fue parte de nuestras lecturas sobre la dependencia, en aquellos tiempos en que la Universidad, y en especial la Facultad de Agronomía, era uno de los nichos predilectos para quienes disfrutábamos los  debates del asambleísmo estudiantil que rechazaba la idea de ser parte de una periferia de países satélites que tributaban toda clase de beneficios  a los países dominantes, llámese también países con visión imperialista. Y para los estudiantes de agronomía, la dependencia agrícola era el tema que nos apasionaba y era el reto fundamental dentro de lo que debía ser una nueva estructura de la sociedad no dependiente.

Los campesinos, los pescadores,  los obreros, los indígenas, los pequeños productores del campo llevan muchos años de fatiga dentro del modelo capitalista dependiente. Los asalariados de la ciudades también son parte importante de los efectos deletéreos del capitalismo, que los presiona al sub consumo de alimentos y a la insatisfacción de las necesidades humanas. El capitalismo presiona  además y en forma permanente para que las migajas que otorga al proletariado parezcan bendiciones o maná. Razón por lo cual a veces nos parece extraño que un explotado hable como patrón y diluya el compromiso de clase, en defensa de los opresores. Es entonces cuando el poder transformador del Estado socialista aparece para facilitar la dinámica de los cambios, incluidos los  nuevos principios y valores.

 Cuando un fenómeno revolucionario aparece, como son estos años vividos en Venezuela, la burguesía y sus aliados internacionales  estallan con diferentes formas de violencia, de golpe incruento (aparentemente), una  colocando rumores sobre las debilidades de la economía, otra, acaparando y especulando, o promoviendo un clima de preocupación que pone en alza  los bienes que satisfacen necesidades de la vida digna;   finalmente, cuando hay excedentes o buenos ingresos,  desarrollan estrategias para apoderarse de lo que bien pudieran ser los ahorros sociales de los que menos tienen. Es decir, a la burguesía y a sus aliados internacionales, les resulta imperdonable que unos cuantos desadaptados políticos (sus palabras comunes) hayan traspasado el límite de lo permisible: hablar de una revolución en  sus narices. Lo otro que también organiza la derecha cuando ve en peligro real el capitalismo, es el golpe cruento. La derecha se cuela por las fisuras de nuestros errores,  y bien sabemos que la suma de todos los errores nunca llega a  dar por resultado una virtud, salvo  cuando  genera la capacidad de rectificar, y eso es parte de las propuestas revolucionarias para la agricultura venezolana.

La crisis  de coyuntura venezolana generada por los procesos de especulación ha permitido exclamar como Theotonio en su escrito de octubre de 1972, en un ambiente  preparatorio de golpe de Estado en Chile: ¡Bendita crisis! Los artículos que han aparecido en la prensa que tolera y la que defiende la revolución son muy variados y abundantes. Casi todos estos artículos apuntan a generar orientaciones, recomendaciones, visiones de los caminos a seguir. Casi todos coinciden que estamos en un momento estelar para mejorar la producción interna, especialmente de la agricultura,  controlar las importaciones, mejorar la contraloría sobre la renta petrolera, ampliar y diversificar las empresas estatales de distribución de bienes  que mejoran las condiciones materiales de vida. Y nadie olvidó que la corrupción es parte de la ofensiva burguesa. Las primeras respuestas del gobierno revolucionario, lideradas por Maduro, fueron exitosas dentro de la coyuntura, pero deben también ser exitosas en medio de un proyecto estructural de transformaciones, que de seguro mantendrá reactivas las fuerzas de la derecha, para lo cual las fuerzas de izquierda deben nutrirse de más y mejor conciencia revolucionaria, porque a la conciencia van siempre  los primeros disparos de la oligarquía.

Se estima que el 45 % del total de la inflación hasta estos días pre-electorales la explica el alza desmesurada en alimentos y bebidas.  Para una revolución esto es una gran contradicción. La alimentación es una necesidad  fundamental, insustituible y de rango constitucional. Por otra parte, el origen  externo de los alimentos nos hace vulnerables a las acciones de la burguesía y de sus aliados internacionales.  La dinámica política en algunos países que nos suplen de alimentos se ve, igual que en Venezuela, asediada por la derecha internacional, amén que el capitalismo internacional tiene en esos países una mayor presencia en la agricultura.

¿Qué de todo esto será parte de la transformación estructural de la agricultura? Superar la dependencia alimentaria  manifiesta con las importaciones masivas, con apoyo de la burocracia oficial y con  recursos provenientes de la renta petrolera. Esta  será revisada en el contexto de lo estructural. Trataremos de escribir diez artículos, desde la emergencia campesina, la tierra y el  agua en nuevas relaciones de producción y organización, hasta el desarrollo de algunas políticas que podrían enmendar la plana a las importaciones masivas. 

La agricultura es un tema complejo, pero,  ¡Bendita crisis! Hay que construir los discursos para relanzar la agricultura.
 

 



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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