La belleza en peligro: San Antonio del Táchira y de El Limón, estado Aragua

La estética de dos pueblos amados

El concepto filosófico de estética es dinámico, y además no es genérico, así los grupos de poder pretendan uniformizar una percepción de lo que nos agrada o desagrada. Es muy importante saber valorar lo que no se percibe directamente por los sentidos, como la historia de los lugares, los recuerdos que llevas en la mente y ya no existen en el espacio-tiempo, pero es muy importante lo que está a la vista, el paisaje natural y el paisaje resultante de la intervención humana, pero no se trata de captar solo la belleza que nos atrae, sino también de tomar partido contra lo que nos desagrada, todo esto a sabiendas, que en algunos casos como los que cito, son patrias chicas de mi vida. El primero de la infancia y el segundo de la madurez y senectud

San Antonio del Táchira

Es mi infancia, mi vida familiar profunda, las calles para los juegos, los espacios naturales para los paseos. Fui un explorador de montañas, de la cascada más hermosa de esos tiempos de mi vida, de las amistades insustituibles. También en esa belleza estaba la historia local, territorio donde Bolívar dijo que venía a salvarnos y nos llamó Villa Redimida de San Antonio de Venezuela. El tiempo se esfumó y he visto que en esa dinámica de cambios, la otrora delimitación de los linderos de las casas en San Antonio del Táchira, hechos con caña brava, pasaron de ser un ícono hasta los años 60 del pasado siglo, para desaparecer antes del inicio del siglo XXI. Mi pueblo, al cual le pertenezco de todo corazón se transformó.

Con relativo orden se drenaron las aguas, se mejoraron los servicios de agua, electricidad, la vialidad interna y la infraestructura para el comercio y la industria. Cada vuelta al Pueblo Redimido, me sorprendía de los cambios agradables y desagradables. La aglomeración y el ruido del exceso de tráfico me traumaban. También sentí que algo pudiera existir oculto a los sentidos, que explicará ese auge; incluida la participación del "dinero cochino" de los crecientes sembradíos de coca al otro lado de la frontera. Pero después del 2012, San Antonio del Táchira se convirtió en un pueblo fantasmal, dónde pasearse causa la ingrata sensación de un fracaso económico muy grave, sin culpables. Las santamarías del otrora exitoso comercio están abajo, se comenta que deben existir más de 500 espacios vacíos, sin ocupación formal, lo cual hace a la municipalidad, pobre entre las pobres municipalidades de Venezuela. Las prósperas industrias han cerrado, el empleo se mudó al lado colombiano. Los salarios hacen imposible la vida de los educadores que tienen la honrosa misión de luchar contra la pérdida de identidad nacional de sus discípulos, que ven en el "otro cachete" mejores condiciones de vida.

Le he preguntado a vecinos de mi pueblo qué hacer para lavar la cara y hacer sustentable a San Antonio del Táchira. No responden, están mudos, esperan milagros y otros esperan cambios en las políticas públicas. Creo que es importante una mayor cohesión para proponerle al gobierno municipal y estatal algo que pueda levantar al Lázaro de su sarcófago. Uno de esos temas es convertirlo en un puerto seco, en una alianza con China, nuestra benefactora en estos difíciles tiempos de bloqueo económico. Imaginen a San Antonio dinamizando las tecnologías 4.0 y 5,0 y muchas otros productos para Sudamérica.

¿Podrían atreverse a pensar en esto

El Limón, estado Aragua

En septiembre de 1968, llegué con mis maletas de viajero obligado a estudiar agronomía en la UCV – Maracay. La familia me recibió como un hijo más, y lo primero que hicieron fue llevarme a pasear a un pueblo casi rural, al cual se llegaba por una carretera singular, angosta y arbolada. En el sitio me mostraron las imponentes montañas verdes, no de un solo verde, sino de variados verdes, unas con un sombrero de nubes y otras con espacio para un sol radiante. Las calles impecables, las montañas todavía imperturbadas por la acción humana; Luego fui a visitar el monumento de aguas de Guamita, hoy vencido por una tragedia.

Después de cierto tiempo y ante nuevos retos me vine a recorrer El Limón buscando un espacio para vivir; ya era otro este pueblo, había crecido, los humanos se habían apoderado del pie de monte, y habían construido las calles perpendiculares a la escorrentía del agua de las montañas, del Parque Nacional Henri Pittier, lo bello se transformó en peligroso (seguía siendo bello). En ese momento existían problemas de cortes eléctricos y un mal servicio de la empresa, que se fueron agravando ya no por defectos propios de la red de distribución local sino de la suplencia nacional de energía eléctrica. El descuido por el mantenimiento de la carpeta asfáltica en calles y avenidas se incrementó, independientemente del gobierno municipal, estas calles se mantienen parchando las cárcavas, sin ningún orden; el servicio de agua ha estado funcionando a expensas de la montaña y de pozos profundos con calidad aceptable; el aseo urbano domiciliario es frecuente. Hay una deuda del desarrollo de servicios de alta calidad para el municipio. Visto desde el edifico más alto de El Limón, es un inmenso placer ver la vegetación que está cubriendo los patios y terrenos, pero esos árboles no hablan, sienten miedo a las moto sierras que andan cortando árboles por razones de "riesgo a la población". Aun así desde lo alto, sin ver los detalles El Limón es realmente hermoso, bellísimo y culturalmente es un nido de intelectuales y creadores, el más importante de Aragua.

Sucede que con el avance de las tecnologías de comunicación e información, la población demanda conexión a internet, que solventa la conexión a redes y a la telefonía. Han llegado al municipio una diez empresas que están en ese negocio, y han creado un desorden de cableado, se origina un gran malestar; no existe un sitio donde se puedan fotografiar los árboles o las montañas, porque esos tendidos burdos de la red parecen una arpa, con cuerdas rotas, pendulares, horribles. Los consejos comunales y el gobierno municipal hemos puesto "la cagada" al permitir tal desafuero. Y ni siquiera esas empresas cableras generan trabajo local porque sus oficinas quedan en Maracay y hasta más lejos. No sabemos cuánto aportan al fisco municipal. Hemos destruido la visual del municipio, da pena ver esos cableados, y son más evidentes frente a la Alcaldía. Es imposible hacer una postal de ese espacio municipal. Para no cometer errores pasionales, le pregunté a personas de otras municipalidades y me dijeron que ese también es su problema

Hay que proponer algo, un cableado único propiedad del Estado, o un sistema satelital y que unos concesionarios suministren el servicio y lo cobren pero que paguen al municipio el uso de esa facilidad tecnológica. (He colocado en Facebook la evidencia de esas telarañas anti estéticas)

¿Podrían atreverse a pensar en esto?



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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