Montarse en la ola iraní

La mesa de la unidad anda vuelto un ocho, guarismo que acostado configura el símbolo de infinito, como infinitas sus pesadillas con el socialismo. Sus cuatro gatos pretenden alborotar el basurero opositor buscando sobras de guarimbas y trancas. Como ya acostumbran, conscientes de su poca carne de cañón, abren el portón a los paramilitares y al crimen organizado en general para prender la mecha de una espiral de violencia. Que virus tan jodido este que no cede con diálogos ni perdones. La fiebre ya anda por cuarenta pero si bien les fríe el cerebro al mismo tiempo les atiza las ansias de volver al poder a como dé lugar, sin importar las consecuencias.

Como no hay hechos graves con que aterrorizar a la población, se dedican a inventarlos poniendo a trabajar en turnos dobles a todos sus “pajarracos” con el fin de sacar cuanto antes a la calle sus pestilentes tapices de jaula con lo más fresco de sus pujos. Una vez más se confabulan los canales de aguas servidas para provocar una ola mediática internacional sobre la “verdosa revolución iraní”. Lo de “verdoso” es porque allá al igual que aquí, la oposición está podrida y las moscas nunca se equivocan, se reúnen en los mismos promontorios.

Mientras Obama hace de motolito ante el mundo en un casi perfecto “cover up” semiológico, los servicios secretos imperiales y sionistas fraguan un golpe de estado por los predios pérsicos con la ayuda de grupos fascistas internos. Por esas casualidades de la vida, las fuerzas de choque de aquella oposición son de “clase media”, sector donde cunde la disociación mediática y cuyo aporte, de acuerdo al “plan verdoso” ya ha dado sus icorosos frutos: muertos.

El proceso de golpe en Irán, o más precisamente, esta colorida fase, recién comienza. Están de revuelo los organismos internacionales de derecha, ONG´s y fundaciones variopintas activados por el sistema mediático, prestos a señalar con el dedo al “rrégimen” de turno. Se recrea en todos estos medios una proyección ficticia de conmoción dentro de Irán, cuyo corolario de propósitos se reconoce en los consabidos graffitis y mensajes en inglés, esta vez: Where is my vote. Ya se añadirán otros.

Así las cosas, sobre la mesa de la unidad, mueble apolillado que se salvó del desplome de aquella infame quinta homónima, los orates consuetudinarios de la oposición criolla, lanzan su proclamas entrópicas tratando de aprovechar, cual surfistas, la ola de violencia imperial que anda por Irán.

Tristemente, mantienen la esperanza de ser excepción de la profecía aquella sobre payasos y maromeros. Pero… perro que come manteca ni que lo fajen chiquito. Rasgos inequívocos de su sino, digo yo.

pladel@cantv.net


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Plácido R. Delgado


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