El avión jefe, el avión

En verdad hay que ser perverso para pasar sobrevolando con el Air One la gran manzana. El Marqués de Sade debe estar de júbilo en su tumba ante un acto que de haber sido en otras latitudes, hubiesen catalogado de terrorista. Imagínese que va caminando por una calle de Manhattan y de repente ve un 747 mostrándole la panza a los rascacielos; cualquiera queda en el sitio.

Según las agencias noticiosas, Mr Obama mostró una visible molestia por el asunto. Uno prefiere averiguar bien antes que creerle a esos medios, pues mientras él llegó sonriente a Trinidad, en Bolivia trataron de montar un magnicidio.

No parece una coincidencia el ¿error? precisamente en momentos de un creciente temor provocado por una amenaza de pandemia con alto componente mediático. No sería extraño que otros acontecimientos “remuevan” temores en cualquier parte del planeta y con mayor rapidez que el susodicho virus.

¿Qué les parece una amenacilla de bomba en una estación de trenes en España? Sería para cagarse, tío.

La velocidad de información ya no es una patente de corzo del aparato informativo imperial, de modo que la brecha entre las noticias que generan y la capacidad de investigación de medios alternativos y la población misma sobre su veracidad se ha venido estrechando rápidamente.

Hoy sabemos que la gripe porcina no empezó en México, sino en el propio Estados Unidos y que muy probablemente el virus se desató debido a un “descontrol” en laboratorios genéticos y farmacéuticos, cuyos propietarios están vinculados a la pasada administración Bush. Por cierto que acaba de ocurrir un “accidente” con un contenedor que transportaba cepas del virus, en Suiza.

Todos estos acontecimientos se perfilan como parte de un plan para volver a atemorizar al planeta, para pasmarnos con escaladas terroristas. Fíjense que en predios estrictamente científicos no llaman a este mal en cuestión gripe porcina, sino norteamericana. Sin embargo, los medios privados de la derecha confluyen en la primera denominación, mezclándola con imágenes de la población pobre de México. Tal matriz debe ser desmontada y desde acá hago un exhorto en ese sentido a las autoridades competentes, pues es fundamental develar sin demora tal manipulación informativa.

Hay serias dudas sobre quien estuvo detrás de la caída de las torres gemelas. Especialistas, técnicos e incluso evidencia audiovisual sobre ese suceso, desmienten convincentemente las versiones oficiales al respecto. Ahora llama la atención que haya sido, sino la única, una de las pocas aeronaves que están autorizadas a sobrevolar esa ciudad, la que pasara a baja altura por allí con la infantil excusa de “tomar fotografías”.

Si fueron capaces de derribar las torres gemelas para justificar una invasión ¿Sería fantasía suponer que dejaron caer “algo” sobre New York, proveniente de un laboratorio?

Antes de aquel 11 de septiembre, Hollywood llevó a las pantallas varias versiones de episodios semejantes. Una vez ocurrida la tragedia, el mundo atónito se inclinó a pensar que una vez más la realidad superaba la ficción, sin percatarse de que fuimos inducidos a esperar tal fatalismo y que solo el imperio podría salvarnos del caos. Cosas veredes, Mister Rod.

 



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Plácido R. Delgado


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