Después del 2-D, pasado y del 23-N, resiente, el proceso político que se vive en Venezuela ha entrado en una profunda reflexión a sus adentros. Estamos en tiempos de cuestionamientos. Organización popular, toma del poder comunal, campesinos que se plantean producción responsable con los requerimientos de la sociedad, obreros dirigentes de empresas de producción social, vecinos en constante debate ideológico, académicos y pueblo unidos teorizando sobre su propia realidad, universidad de la mano con el pueblo, planificadores militantes de la participación comunal, movimientos sociales radicalizados y propositivos, son algunos de los elementos fundamentales e ideales que se plantean como vías reales que conducirán a la construcción de una nueva sociedad. Pero, otra vez volvemos a las instituciones del Estado, y en este caso hablaremos un poco en lo referente al deporte.
El Deporte según Varsavsky, forma parte del ocio recreativo de la población, es decir una necesidad básica a la que tiene derecho toda sociedad que aspire a tener una calidad de vida optima. Sin embargo, este tema parece que estuviera dentro de una esfera de cristal, y solo se mirara de lejos, sin poder si quiera plantear políticas alternativas y verdaderamente democráticas a la manera de cómo se encuentran organizadas dichas instituciones.
Hay quienes aseguran con contundencia que el presidente Chávez es un dictador, cosa que se contradice con el apoyo popular que ha evidenciado el proyecto político Bolivariano a través de las maratónicas contiendas electorales que se han realizado desde el 1999 hasta el pasado 23-N, pero, ¿quien elije a los presidentes de las federaciones?, ¿cómo se elijen a estos representantes?, ¿qué criterio se utiliza?, ¿Cuál es la participación del pueblo en la toma de decisiones referente a un tema tan importante como el deporte?, ¿cuál es el trabajo comunal que realizan estos órganos deportivos?, cuestiones que parecieran estar bajo una lona, que es bien pesada, porque ninguna de estas interrogantes encuentran respuesta fácilmente. A mi criterio estas federaciones se manejan como cualquier empresa privada, donde el lucro, contrastado con el derecho al deporte, lo convierten en un lujo, y además son contradictorios con un proceso político que se encamina hacia la revolución socialista del siglo XXI.
En el caso especifico del estado Mérida, ese tejido enmarañado, tramposo y antidemocrático que son las Asociaciones Deportivas, son las encargadas de las políticas estadales para con las distintas disciplinas deportivas, hacen lo mismo que explicábamos anteriormente, convirtiendo la práctica sana de cualquier deporte en un derecho al que solo tiene acceso la burguesía o la clase media pudiente, mientras que el pueblo y sus niños se quedan en sus barrios jugando pelotita e` goma, chapita o jugando en la principal calle de la comunidad en una cancha de futbol virtual, esquivando carros y motos. Ni hablar del baloncesto, puesto que tableros y aros hace años dejaron de existir en las canchas, al igual que las escuelas deportivas.
Así que es importante meterle la mano a esta institución vital para la formación de ciudadanos sanos, la democratización y la socialización debe ser tema de todas las instituciones, sin descartar algunas, que aunque parecieran no ser políticas, su impacto es importante para el crecimiento de una ciudadanía sin vicios.
Tamaña labor le corresponde al nuevo gobernador del estado Mérida, que si bien sabemos tiene las ganas y las intenciones, se debe comenzar a tocar y a desmantelar mafias malsanas que perjudican directamente a toda la sociedad. Recordemos que de buenas intenciones está empedrao el camino al infierno, y las revoluciones de verdad no permiten quistes mafiosos, y buscan, sin demagogia, brindarles una calidad de vida óptima a sus ciudadanos. El socialismo, es libertario, es horizontal, es democrático, entre otras cosas, pero ante todo es ecológico, y el DEPORTE va de la mano con esto último. ¡Un pueblo sano hace revolución! Reflexionemos.
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