Allá Usted

No soy sectario, pero allá usted, Señor José Vicente. No tengo sus años de experiencia, ni su trajinar en todos los ámbitos políticos que le ha tocado transitar. Es respetable su estoicismo y su perseverancia a través del tiempo; eso es suyo, se lo ha ganado en buena lid. Pero, ¿no fue usted quien llamó a su esposa para decirle en aquel Abril aciago que tal vez al amanecer ella tendría un esposo y un hijo muerto? ¿No fue usted quien dijo al Presidente en aquellos momentos terribles ante la jauría opositora, que había que resistir dentro de Palacio? Usted disculpe, pero yo lo prefiero así, definitivo, rodilla en tierra y no como ahora señalando diálogos con una oposición que está de espaldas al pueblo. Pueblo cuyo voto por el SI no acepta que se hable en su nombre de conciliaciones alrededor de una mesa. Mesa que ha sido varias veces Señor José Vicente, varias veces pateada por los más connotados representantes de la oposición criolla.

¿Cómo se puede señalar que es momento de diálogo para la paz? ¿Paz con quien, Señor José Vicente? ¿Nombre usted uno solo con quien podamos sentarnos a lograr acuerdos democráticos y que haga que Washington desista de querer adueñarse de nuestras riquezas a través de un gobierno títere? Ese es el verdadero drama, un Imperio arrasador que hará lo que sea por energía; no esta cuerda de locos incendiarios, golpistas, anárquicos y apátridas que solo reconocen apertura y conciliación cuando toman ventaja por atajos ilegales. No se trata de una pugna política de tendencias que contraponen sus corrientes ideológicas como interpretación de la realidad, como doctrina, como logro del poder político para transformar y desarrollar el país. Nada más equivocado que estas suposiciones. Disculpe, yo apenas entiendo el juego de la política; al menos usted debe tener el doble de mi edad y la ha practicado considerablemente, pero no soy pendejo de nadie y estoy completamente seguro de que usted tampoco. Entonces ¿Cómo debemos interpretar su llamado? ¿Una advertencia para prevenir enfrentamientos? ¿Taima para ganar tiempo y asimilar la pírrica victoria opositora? ¿Su experiencia le permite percibir trazas de sinceridad en ellos?

Creo que en el fondo muchos quisiéramos que con diálogo las cosas tomaran un rumbo distinto. Pero me acuerdo de aquel Abril preñado de buenas intenciones, me acuerdo de los restos humeantes del Valiente Danilo, recuerdo a los otros valientes del Puente Llaguno, vienen a mi mente los balazos arteros contra José Anibal, recuerdo las amenazas para que en la Embajada Cubana comieran alfombras, recuerdo la prepotencia de la “gente de petróleo”. Son tantos recuerdos Señor José Vicente y tanta impunidad, demasiada impunidad.

Interpreta usted muy mal los resultados del referéndum, explicando que fue el elector que habló con claridad para “que el clima político se descongestionara”. El miedo mediático provocado por los medios golpistas campeó a sus anchas en la clase media ante el inerme aparato informativo del Gobierno. Gobernadores, Alcaldes, Presidentes de empresas del Estado y otros entes públicos jugaron a la abstención ante la “amenaza” para sus intereses de la nueva geometría del poder, el poder comunal, la transferencia de actividades y empresas a las comunidades, etcétera. Nuestra clase media, Señor José Vicente, no fue a votar, enceguecida por la manipulación, la desinformación y tergiversación de la propuesta de reforma. No fue que votaron no para descongestionar las vías respiratorias de la República. Ni aspiraron ni expiraron, el terror de Globovisión les corto el aliento.

A mi no me da grima la sangre, Señor José Vicente, me da arrechera porque es la sangre revolucionaria la que está siendo esparcida, es nuestra piel y nuestra carne con la que han alimentado sus cañones, son nuestros cuerpos los que quieren rostizar con gasolina, son a los periodistas de los medios alternativos o del Estado a quienes les caen a coñazos cuando cubren sus aquelarres y ollas. Lo invito de nuevo; nombre usted a un muerto de la oposición asesinado por los revolucionarios.

Esa oposición que en boca de traidores invita al diálogo, es la misma que ha urdido la “graduación de un delincuente” en territorio extranjero. Eso no es un modo distinto de interpretar al País, Señor José Vicente, eso es una aberración propia de gente que se cree superior, por encima de toda ley, que exige se le devuelva un poder que asume hereditario, que impone, que desprecia, que ignora, que mata. Nadie ha hablado de baño de sangre como respuesta a la pírrica victoria opositora, pero nadie ha hecho justicia ante el baño de sangre revolucionario. Nadie ha hablado de execrar o reducir a la oposición a guetos o territorios vigilados, pero nadie ha pagado por querer sacar del País a un Presidente constitucional legítimamente electo. Nadie ha pretendido inculcar la doctrina socialista como dictado de un déspota, pero nadie ha pagado por romper y quemar nuestra carta magna ante cámaras de televisión.

La revolución debe avanzar con el pueblo y desde el pueblo (no es una entelequia, hablo del que votó SI, sin miedo), buscando nuevas vías para retomar el poder constituyente. Allí está el detalle, pero allá Usted.


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Plácido R. Delgado


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