Los Moai, esas imponentes estatuas monolíticas de piedra, que divisan el paisaje de la Isla de Pascua, conocida como Rapa Nui, por sus habitantes aborígenes, representan uno de los legados arqueológicos más enigmáticos del mundo. Creadas, por los habitantes originarios del pueblo Rapa Nui, una rama de los polinesios, según las fuentes estudiadas, entre los siglos XIII y XVI, aunque su creación comenzó alrededor del año 1000 d. C. y posiblemente continuó su creación hasta el siglo XVII.
Estas figuras humanoides de hasta 10 metros de altura y 80 toneladas de peso, simbolizan la maestría técnica y espiritual de una sociedad aislada, en el vasto Océano Pacífico. Ubicada a más de 3.500 kilómetros de la costa chilena y a 2.075 de las islas Pitcairn, las más cercana. Rapa Nui es uno de los lugares habitados más remotos del planeta, lo que hace aún más asombroso el logro de sus habitantes ancestrales al tallar, transportar y erigir cerca de 1.000 monolitos Moai, que eran representaciones de ancestros deificados, que custodiaban a la comunidad, reflejando una cosmovisión profundamente arraigada en el culto a los antepasados y la conexión con la naturaleza.
Según las fuentes consultadas, la cultura Rapa Nui surgió de la migración polinesia, alrededor del año 800-1200 d.C., esta fecha es la estimación más aceptada por los investigadores actuales, aunque existen interpretaciones sobre un poblamiento temprano, basadas en ciertas dataciones arqueológicas, y relatos orales, que los investigadores estiman, que la llegada de los primeros pobladores de Rapa Nui, se dio entre los años 400 y 1100 d. C., por expertos navegantes, en canoas de doble casco, guiados por estrellas y corrientes oceánicas, que llegaron posiblemente desde la isla Mangareva o de las Marquesas, de lo que se conoce como Polinesia Francesa, ubicada en el Pacífico Sur, liderados por un jefe legendario, llamado Hotu Matu'a, el primer ariki (jefe) de Rapa Nui, hacia el siglo IV de nuestra era, formando la base de su sociedad. Con el tiempo, Rapa Nui se convirtió en "Te Pito o te Henua" (el Ombligo del Mundo), un microcosmos autosuficiente, con una población que alcanzó los 15.000 habitantes en el momento de su auge.
Aunque existen diversas teorías sobre la procedencia de los habitantes originales de la isla: el poblamiento polinesio es la teoría más difundida y aceptada, apoyada por la arqueología, proveniente de la tradición oral y los estudios genéticos. La leyenda narra que un nativo (Hau-Maka), soñó con un lugar lejano en busca de un hogar, para el Ariki, Hotu Matu'a. Ese lugar se llamaba "Te Pito O Te Kainga A Hau Maka" (o sea, "El pequeño pedazo de pista de Hau Maka") que según la tradición oral de ese sueño se emprendió la búsqueda de la lejana isla, que al conseguirla la bautizaron como Rapa Nui, que en su idioma significa Isla Grande. A pesar de las diferentes hipótesis, algunos investigadores han señalado que la llegada de los polinesios, pudo haber ocurrido entre los siglos IV o V d. C.
La sociedad era jerárquica, dividida en clanes (mata), liderados por jefes (ariki) y sacerdotes, con una economía basada en la agricultura, la pesca y la recolección. Su religión politeísta veneraba a Make-Make, dios creador, y a espíritus ancestrales (ariki henua, "rey de la tierra"), integrando rituales como el culto al hombre-pájaro (Tangata Manu, en rapanui). Era una ceremonia que se realizaba en el volcán Rano Kau, para elegir al líder espiritual, que realizaban en primavera, con la llegada de los pájaros manutara, a los islotes de Motu Nui.
Este pájaro manutara era símbolo de suerte, nueva vida y prosperidad, ligado a la ceremonia del Tangata Manu, que consistía en una competencia para elegir el líder espiritual anual en la Isla. Este ritual marcaba el poder político y espiritual de un jefe, durante un año y honraba al dios creador Make-Make. Los jóvenes participantes en la ceremonia/competencia, llamados hopu, nadaban hasta los islotes, para buscar el primer huevo del ave sagrada, (manutara). El primero en conseguir un huevo debía nadar de regreso, y subir por el acantilado hasta la cima, cerca del poblado de Orongo. El hombre que lograba completar la prueba era coronado como el Tangata Manu (Hombre Pájaro). El ganador obtenía gran prestigio y poder que duraba un año, y su clan recibía privilegios especiales, y debía vivir un tiempo en aislamiento y se le imponían reglas especiales, como solo comer con la mano izquierda. La competencia fue prohibida, tras la llegada de los misioneros, y la última celebración documentada tuvo lugar en 1866 o 1867. Hoy en día, se pueden encontrar petroglifos, de hombres pájaro en el sitio ceremonial de Orongo.
Esta cultura produjo no solo Moai, sino también petroglifos y un sistema de escritura pictográfica conocido como rongorongo, aún indescifrado, descubierto en el siglo XIX, en tablillas de madera y otros artefactos. Los signos representan figuras humanas, animales y objetos, y se escriben en un patrón llamado "bustrófedon inverso", donde cada línea se lee en una dirección diferente girando la tablilla 180 grados. A pesar de los esfuerzos, el significado y la forma de lectura del rongorongo aún son un misterio, ya que el conocimiento se perdió. También se construyeron altares o plataformas ceremoniales denominadas Ahu, que servían como templos abiertos, similares a los marae polinesios.
La creación de los Moai fue un proceso monumental que requirió organización social y conocimiento técnico avanzado. Casi todos (alrededor del 95%) fueron tallados en la cantera de Rano Raraku, un volcán extinto, cuya toba volcánica (lapilli) era ideal para esculpir figuras con cabezas extremadas, hasta tres veces el tamaño del torso, narices rectas, orejas alargadas y manos cruzadas sobre el abdomen, simbolizando poder y protección. El tallado se realizaba, comenzando por la espalda y liberando la estatua gradualmente. Muchos Moai permanecen incompletos en la cantera, como si el trabajo se hubiera interrumpido abruptamente, lo que sugiere un cambio cultural o crisis.
El transporte de estas gigantescas figuras desde la cantera hasta los ahu costeros, a distancias de hasta 18 km, ha sido objeto de intensos debates. Teorías iniciales hablaban de trineos o rodillos de madera. Experimentos modernos, como los de Terry Hunt y Carl Lipo, arqueólogos, coautores del libro "Las estatuas que caminaron: Desentrañando el misterio de la Isla de Pascua", demuestran que los Moai "caminaban", lo quiere decir que grupos de trabajadores, usaban cuerdas de fibra vegetal, para inclinar y balancear las estatuas, en un movimiento de vaivén, similar a un péndulo, lo que requería solo 18 personas, para una de 10 toneladas. Algunos le colocaban "pukao", una especie de sombreros rojos de escoria volcánica, simbolizando estatus o rituales de coronación.
Una vez en su lugar, los Moai miraban hacia el interior de la isla, protegiendo a los vivos, con la "mana" (energía espiritual), de los ancestros. Su significado iba más allá de lo religioso: reforzaban la estructura social, con clanes compitiendo por erigir los Moai más grandes, para ganar prestigio político y fertilidad agrícola. En la cultura polinesia, estos "aringa ora" (caras vivas), encarnaban la continuidad genealógica y la autoridad, integrándose en ceremonias donde se invocaba protección contra desastres naturales. Las investigaciones revelan que hubo una confrontación de clanes, en la que fueron derribados la mayoría de los monolitos, en el siglo XVIII, resultando el fin de la era de construcción de moáis.
El declive de Rapa Nui, alrededor del siglo XVII-XVIII, ha sido tema de controversia. La teoría tradicional de "ecocidio", propuesta por Jared Diamond, geógrafo y escritor estadounidense de literatura científica, atribuía el colapso a la sobreexplotación, que tenía que ver con la deforestación para transportar Moai, causando la erosión del suelo y perdida de fertilidad lo que se tradujo en hambrunas, que llevaron a guerras intertribales, y una población reducida a 2.000 pobladores, cuando llegaron los europeos. Sin embargo, estudios recientes con ADN antiguo, y análisis paleoambientales, han desafiado esta narrativa.
Investigaciones de 2024, como las de la Universidad de Arizona, indican que la población se mantuvo estable, alrededor de 3.000 a 4.000 años, hasta el contacto europeo, y que fueron los ratones, introducidos por navegantes polinesios, no los humanos, los causantes de la mayor deforestación, sostienen que se debe al consumo de las semillas por los ratones, así, como otros factores, como enfermedades europeas a partir de 1722; siendo otro factor importante la esclavitud peruana en 1862, que diezmó al 90% de la población, y las ovejas chilenas que erosionaron el suelo, explican el colapso de la civilización Rapa Nui, aunque se manejan diversas teorías.
Los descubrimientos arqueológicos, continúan iluminando este pasado. En 2022, un incendio en Rano Raraku, dañó cientos de Moai, revelando técnicas de tallado internas mediante escáneres 3D. En 2023, bajo el lago Rano Raraku, las sequías, expusieron un Moai intacto de 1,5 metros, datado en el siglo XIV, que reescribe cronologías y sugiere rituales acuáticos. La comunidad Rapa Nui, actual, lidera esfuerzos de restauración, como la reposición de 15 Moai en Ahu Tongariki, el lugar arqueológico más grande de la Isla, desde los años 1990, por el arqueólogo chileno Claudio Cristino. Hoy, el Parque Nacional Rapa Nui protege 887 Moai erigidos, aunque el cambio climático, como la erosión costera y la subida del mar, amenaza su supervivencia, impulsando debates sobre soberanía aborigen y turismo sostenible.
El legado de los Moai y la cultura Rapa Nui, trasciende lo arqueológico, inspirando arte, cine y reflexiones sobre la sostenibilidad cosmoambiental, que reviven en festivales como Tapati, celebración cultural anual de dos semanas, con competencias que honran tradiciones ancestrales, y en el renacimiento del idioma rapa nui y tatuajes takona, arte ancestral de la pintura corporal rapanui, que se realiza con pigmentos naturales, como la tierra volcánica (kie'a). Cada diseño narra historias, leyendas o elementos de la naturaleza y la cultura local, y se utilizaba esta pintura corporal, para identificar a personas según su clan, estatus social o para ceremonias específicas.