A propósito del 1º de mayo

Al principio del siglo XX buena parte de la izquierda veía al sindicalismo como el contrincante de la explotación capitalista. La socialdemocracia era sindicalista, aunque sólo lo más avanzado de ella -Rosa de Luxemburg- imaginaba la huelga de masas como el ariete de la revolución. Por eso los socialdemócratas la mataron. Triunfantes los bolcheviques, con los soviets verbalmente transformados en poder; resultaba obvio imaginar concluida, en la Unión Soviética, la razón sindical. La realidad fue que ese poder soviético -la Comisión Central de Control propuesta por Lenin- no operó. Peor aún, él murió y Stalin, convertido ya en jefe supremo del gobierno, del partido y de los medios de producción; pasó a ser el "Padrecito".

Ese enorme fraude, desorientador de revolucionarios y revoluciones, tuvo un final estrepitoso. La URSS, a pesar de ser potencia militar e industrial, se desplomó sola y, también, los innombrables Estados de la Europa del Este, nariceados por ella. El daño a los explotados por un capitalismo sin alternativa y un sindicalismo cómplice, se extendió por el mundo.

La socialdemocracia europea, siempre oportunista -Felipe González la llamaba accidentalista-, terminó consolidándose como la izquierda de Occidente y también de Latinoamérica. Se atribuían como logro aquel antiguo bienestar europeo luego del Plan Marshall. Convirtieron el sindicalismo en su zona de confort mostrando a los escandinavos como modelo. Pero el neoliberalismo desbarató todas las escenografías.

Ahora vemos a esos depauperados socialdemócratas pidiéndoles, con angustia, a los electores que voten por ellos para poder sacar a la derecha del control del parlamento europeo. Ni siquiera son capaces de entender que la obstinación de sus ciudadanos, más bien la pérdida de toda ilusión, los lleva a entregarse en brazos del fascismo pues, entienden que no dudarán en joder a quienes consideren sus enemigos.

¿Y nosotros aquí qué? La propuesta de Chávez "Comunas o nada", que enviaba al limbo al sindicalismo, al no ocurrir el traslado de los medios de producción a los comuneros, llevó oxígeno a esos sindicalistas para mantenerlos sobreviviendo en la cristiana faja que separa el cielo del infierno. También lo financian. Alemania y la DW están tras esto. Es la vieja, ahora nueva sociedad, donde el socialismo es el gusano en el anzuelo.



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José Manuel Rodríguez


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