Enraizar la política en la ética

Podríamos definir la política como el modo de organizar y vivir la vida en común, pero con el ideal de conseguir una sociedad justa y feliz, que posibilita a todos y a cada uno de sus miembros la libertad suficiente para llevar a cabo una vida plena y satisfactoria. El bienestar de la población, que no es otra cosa que la más plena realización de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, se constituye en el objetivo de la genuina política. Esta concepción supone superar esa visión tan negativa y tan practicada, no sólo en Venezuela, sino en numerosos países, de la política, que se asocia al arte de seducir, engañar y mentir con el mayor cinismo. Política completamente disociada de la ética, y en consecuencia, carcomida por la corrupción, la ambición, el clientelismo, los abusos de poder, la ineficacia, y el olvido e incluso violación de la Constitución y de los Derechos Humanos. Política que ha privatizado al Gobierno y al Estado para fines personalistas o partidistas, lo que ha ido ocasionando su descrédito y que los políticos sean percibidos como oportunistas, arribistas, inmorales, mentirosos, personas que voceando su vocación de servicio, utilizan la política para lucrarse y alimentar su ambición y favorecer sus intereses personales, familiares o grupales. Por ello, muchas personas se han ido marginando de la política y han desatendido el ejercicio de su ciudadanía, lo que a su vez, ha ocasionado que tengamos democracias huecas, meramente formales, que pretenden convertir a los ciudadanos en meros clientes y en masa acrítica y sumisa. De ahí la necesidad de recuperar el sentido originario de la política como búsqueda del bien común y como medio esencial para la convivencia, la inclusión de todos y el ejercicio de la libertad.

No olvidemos que ciudadano es aquella persona que prefiere el interés general al personal. Al ciudadano le duelen los asuntos comunes de la sociedad y participa activamente en la toma de decisiones para encontrar los mejores caminos para satisfacer los intereses generales. .Aristóteles definió al ser humano como "animal político" y a los griegos, la vida privada en exclusiva, les parecía "idiota", porque les privaba de involucrarse en la solución de los problemas comunes. Cada ciudadano tiene familia, intereses, negocios, es decir, vida privada. Pero si se queda en ella resultará un ser incompleto, porque estará prescindiendo de la posibilidad e incluso necesidad de una segunda vida, que le va a permitir ser plenamente libre y servir al interés general sin el que la condición humana se desdibuja y mutila.

En las próximas elecciones de Julio tenemos una excelente oportunidad de no sólo cambiar de gobierno, sino de recuperar el verdadero sentido de la política como servicio al bien común, enraizándola fuertemente en la ética, y también de ejercer nuestra ciudadanía eligiendo con libertad y valor, al candidato que nos parezca más idóneo, ético y comprometido en regenerar la política y permitirnos, sin trampas, amenazas o coacciones el ejercicio pleno de nuestra ciudadanía mediante un voto libre, consciente y responsable. Afortunadamente, en estos últimos tiempos, se han ido clarificando los verdaderos líderes, coherentes y valientes, dispuestos a sacrificarse por el bien del país. Contamos, además, con un candidato con sólida formación y vida moral y muy comprometido en regenerar la política, ligándola a la ética, y en recuperar la democracia para empezar a reconstruir el país dejando a un lado la venganza, las amenazas, el odio, la violencia y la mentira. Venezuela nos necesita a todos y todos necesitamos dejar a un lado nuestros prejuicios, rencores, y ambiciones para empezar a vernos como conciudadanos y hermanos y no como rivales y enemigos.

 



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Antonio Pérez Esclarín

Educador. Doctor en Filosofía.

 pesclarin@gmail.com      @pesclarin

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