¿Puede una "parcialidad política" imponer cambios a la colectividad?

Los que hoy cuestionan el cambio de los símbolos de la ciudad de Caracas son los mismos que hacen 20 años aplaudieron y celebraron que en un "decreto presidencial", después de derrocar a un gobierno legítimo, Venezuela volviera a ser llamada República de Venezuela suprimiendo la República Bolivariana de Venezuela, como lo estableció una Constitución sometida a un referéndum y aprobada por el pueblo, tres años antes.

Basta oír sus argumentos para entender que son los mismos que desde 1998 acusan a quienes gobiernan de no respetar la legalidad vigente, pero apenas ellos tienen cualquier posibilidad de saltarse esa legalidad, a la que hoy pretende apelar, se la saltan sin ningún tipo de reparos.

Acaso es un secreto que quienes hoy atacan el cambio de los símbolos de Caracas son los mimos que aplaudieron y respaldaron que desde 2019 un diputado, desconocido hasta la fecha, se haya "autojuramentado" en una plaza Presidente de la República y comenzara a "ejercer", un gobierno paralelo, sólo con el objetivo político de derrocar al chavismo que, a pesar de sus altibajos, no logran derrotar en las urnas.

Pero si nos devolvemos un poco, son los mismos que en 2015, después de lograr derrotar en las elecciones parlamentarias al chavismo, emprendieron una lucha para salir del Presidente de Nicolás Maduro, con la pretensión de sacarlo del poder en 6 meses. Ninguno de ellos fue capaz de recurrir a la legalidad que hoy apelan, y muy por el contario, creyeron que controlar al Parlamento les daba patente de corso para imponerse al resto de los poderes públicos, contraviniendo la Constitución y cualquier vestigio de legalidad.

Algunos han esgrimido que debió hacerse un referéndum para lo del cambio de los símbolos de la ciudad, como si las leyes no fueran explicitas en cuánto a que cosas se pueden o no hacer. Cómo si después de más de dos décadas no estuviera claro que lo más lógico es que los símbolos que representan a la ciudad, donde nació Bolívar, lo muestren precisamente a él como un referente de la caraqueñidad.

Un escudo que tiene más de 400 años de historia, por mucho que haya sido solicitado a la Corona española por un antecesor de Simón Bolívar, no debería ser más estimado por los caraqueños de nuestros tiempos que un escudo donde se reivindique al mismo Libertador Simón Bolívar, como el caso del escudo recientemente aprobado.

Ha expresado su opinión sobre el asunto un vestuto gremio argumentando que los símbolos de una nación, estado o Municipio representan la identidad colectiva; por lo que "un cambio en uno de ellos o en todos no son creación circunstancial de una parcialidad política", lástima que no salieron a defender la Constitución del 1999 en 2002, cuando el golpe de estado a Chávez. Es penoso que tampoco hayan razonado públicamente la inconvenciencia de que se constituyera un "gobierno paralelo" que sólo ha servido para robar bienes a la República en el exterior.

Qué pena que estos sean los mismos que han argumentado tesis como las de "vacío de poder", para justificar golpes de estado y violaciones a nuestra Constitución y a las leyes vigentes. Nunca antes se han pronunciado para aclararle a los opositores que las guarimbas, que intentaron imponer cambios políticos apelando a la violencia callejera, fueron apenas estrategias surgidas e implementadas por "parcialidades políticas", apoyadas, financiadas y promovidas por intereses foráneos, que nunca han representado los intereses colectivos de la nación.

Si fuera por los que hoy se oponen a los cambios de símbolos de la ciudad de Caracas, los caraqueños seguiríamos siendo una feliz colonia de la monarquía española, aunque claro nadie puede dudar que los más modernos, preferirían ser un Estado Libre Asociado del imperio de nuestros días. Si no pregunte a ese diputado autonombrado presidente y a todos los que han secundado sus payasadas todos estos años.



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Carlos Luna Arvelo


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