Alberto Lovera, hermano

La única manera de mantener viva la memoria popular  

es recordando actos pasados para que no se repitan hoy”. 

     A veces, confieso le vienen a uno esas inmensa ganas de mandar todo al carajo y hacer un inventario de cosas que no hiciste, quizás por ser adicto a la palabra del poeta Pereira con el que nos consuela aquello de ”Uno tiene derecho a acongojarse a sentirse vencido”. Pero entonces le  sobreviene esa especie de hermenéutica del peligro y empieza a invocar a los iconos, que no dioses, de carne y hueso que dieron su vida porque  llegaron a entender, incluso algunos  afectos al ateísmo que el que tiene vida  es para darla. Y cuantos no la dieron ¿Cuántos?.   Icono, nombres, hombres que, peligrosamente se nos van olvidando, a excepción del che que el mismo capitalismo convirtió en franela, en gorra en su eterna tarea de desmovilizar para saquear, además de ser el consuelo para ellos  que después de muerto el che, le ganan batallas con  la publicidad.

     Hay opciones sin embargo que las tomo del mismo poeta: “Optar por esconderse entre sí mismo/ Irse a la misma mierda/ Desamarrar sus diablos/O simplemente hacerse el monigote, el salsero mayor/. A que vienen estas alucinaciones reales, alucinación concreta, sino es a una reflexión necesaria, cargada de fe militante que parte del epígrafe escogido para este artículo. Hay que mantener viva la memoria del pueblo, hacer lección del pasado para que no vuelva a repetirse. Que no se repita Cantaura, que no nos sobrevenga Yumare y que nunca más el mar de Lecherías en su epilepsia marina vuelva a presentarnos a Alberto Lovera en ese estado que tanto degustaron los torturadores entre el ron y la picana, entre el ring y la electricidad para pasear su cuerpo desgarrado entre risa y ron disfrutan los miserables, los muchachos de Carlos Andrés – que no debe estar en ninguna gloria-:  “los Peña y el “maracucho” Antunes, los hermanos Cisneros, “El Chamo”  Farreras; Leal Acuña, que era inspector de ese grupito de la DIGEPOL participó también; fue el que trabajó el caso Lovera dentro de la Digepol, los que lo torturaron y los que lo llevaron a Oriente, a Cachipo”.

     Ayer tenía yo ya realizado este escrito y ayer  toda mi confianza descansaba en la venida de la memoria popular trayéndonos noticias como mensaje, como bienaventuranza del camarada Lovera, solo se presentó su hijo y nos trajo el recuerdo de aquel que entendió que el que tiene vida pues que la de por mas vida. Hoy apareció también Sant Rotz, como siempre acida critica necesaria y urgente como conjuro contra la amnesia que algunos invocan para que este proceso no confié en la memoria popular, para que se vaya olvidando los nombres o acaso queden en el recuerdo y las paginas amarillentas de un álbum mientras la desesperanza sigue haciendo emboscadas en ellos, allanamientos al alma.

     Es lastimoso y aunque parece insignificante no deja de ser importante contar con los recuerdos que mantienen vivo por siempre a aquellos que partieron más temprano. Digamos que obviar esas fechas, esos hombres, esas mujeres que ya no están es tan importante como para atrevernos a decir que quien desestima la memoria popular va perdiendo las batallas, sólo que en ¡cómodas cuotas!

     Tendría yo cinco años cuando “murieron” a Alberto Lovera. Su imagen  en la prensa después de la primera vez que la vi quedo para siempre en mí, me parecía ver a la patria amarrada y deforme. Cada uno de nosotros resulta ser como hijos de la patria, una especie de órgano, de arteria, que se yo, de la patria, algo que a ella le duele cuando somos golpeados, asesinados, desaparecidos, vejados y que se yo, otra mierda. La patria somos cada uno de los casi treinta millones de venezolanos, diseminados en su larguirucho cuerpo. Para mí que el profesor Lovera, el renco Lovera estaba situado  justo en el lado izquierdo del pecho de la patria, para mí que estaba allí, para mi … que está allí.

     Lovera el nunca muerto, el del partido del gallito rojo, el del sindicato en lagunillas nos  tiene que recordar hoy que esas cadenas con la que lo amarraron al mar no aprietan nuestras carnes porque hemos sido sortarios de jugar un azar mortal y facilón por el momento (por no entenderlo) y por ende con el temor  que se presente alguna vez con su disfraz de sombra larga.

     Y es que todavía parece habitarnos esa  extraña condición de antropófago refinado para  comernos al otro. Quien dijo que todavía no quedan unos Aníbal González entre  nosotros, (para venderte, por lo que sea, no importa) quien  te dice que aquí mismo, al lado tuyo, en el partido no queden sobras de Helimenes Chirinos y su oficio de delator, quien dice que el “capitán” Vegas no anda por allí sin dejar de mirarnos, quien dice que ya desaparecieron los Patiño González . Quien dice que el poeta Lira Sosa no tuvo su verdad de pueblo cuando sobre ellos decía en lirica arrecha: “Y el retorno a la pura animalidad a la vulgar condición / de alimaña innoble / Y después frente a mi retorno a la pura animalidad / a la bestia que se / revuelca en el vómito precioso de sus preceptos religiosos./ O sino los que no meten la mano en el estiércol melancólico / los que comulgan su complicidad pero no meten / la mano en el estiércol / se lavan en agua bautismal pero no meten la mano./.

     Y es que Alberto Lovera, no puede ser solo un CDI, una plaza, una calle para estar allí en reposo de piedra y de placa de bonito azul metalizado. El debe ser ejemplo concreto, real del presente andando. O es que no se va a entender nunca que nos dejó, como dice el poeta, “la determinación de flotar”. O es que no se va a entender nunca que la “mentira” de una madre  a sus dos hijos (el está enfermo fuera de Caracas) fue la puritica expresión del amor militante, la nobleza hecha mujer fiel, mujer paradoja Maria… del Mar. Mar que se resistió a la complicidad y a la alcahuetería y lo devolvió días después, no solo a la familia, sino a la patria, pues que la patria y los hijos de la patria lo recuerden como lección, no como lesión.

     Y no es que Pida que nuestros muchachos y muchachas conozcan más del “profesor” Lovera que de Justin Bieber, ni de Selena Gómez. No pido eso, dijera Ali, es un problema de conciencia. Conciencia urgente para serles fieles al recuerdo mientras se teje la memoria popular en nuestras tareas.

     Invoquemos su valor porque  nos hará falta mañana, su amor por la humanidad le dará sentido al vivir viviendo porque dentro del capitalismo no es nada fácil vivir y allí está el dilema para construir el socialismo desde abajo, con los de abajo pero inspirados en el recuerdo eterno de los que prefirieron  dar su vida que vender al camarada, de vender la patria. Sin el recuerdo de ellos, simplemente no podemos ser, ni hombre ni mujer nueva y si no somos difícilmente podamos vivir 

“Que su valor, fortaleza e infinito amor por la humanidad, sean ahora y siempre ejemplo de Revolucionario” como termina Alberto, hijo su artículo. Hoy cuando a pesar de nuestro propósito y disposición a la patria necesaria y al socialismo nuestroamericano el poeta anuncia: “No es nada fácil/zafarnos del mundo que nos aprieta/en la garganta/y no encontrar el nudo ni el hilo/porque no hay hilo”, como para qué uno se rebele y diga al carajo el socialismo facilón, construyamos el poder popular con Alberto Lovera entre otros, como  marco teórico, y que siga el “profesor” organizando células 
 
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Nelson España

Miembro del Frente Antiimperialista de la Zona Sur - Anzoátegui

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