El último venezolano

Entre Eurodescendientes y Afrodescendientes

En estos días se han cruzado de banda a banda la discusión entre defensores de lo afrodescendiente y los defensores de lo no-afrodescendiente. Ahora no hay negros en Venezuela, ahora hay afrodescendientes. Tampoco debe haber blancos, sino eurodescendientes. Los pemones, yanomamis o guajiros podrán decir que son asiáticosdescendientes, ya que sus antepasados cruzaron el estrecho de Bering o pueden decir que sus antepasados son rusos o chinos, y con todo derecho.

Ya el padre no le podrá decir a su hija “mi negrita linda”, sino “mi afrodescendiente linda”; o la novia le dirá al novio “mi afrodescendiente” en vez de “mi negro”. E incluso cuando se cometa un acto de exclusión social no se podrá decir que “lo negrearon”, como bien reconocen los caraqueños tales acciones, sino que lo “afrodescendenciaron”. Como ahora lo “invisibilizan”, ya no lo excluyen o lo marginan.

Alguien, entre los afrodescendientes, podrá señalar, con mucha pertinencia, que él o ella es descendiente específicamente de Costa de Marfil, Gabón, Senegal, Guinea; rechazando a egipcios o libios que también son africanos. Así como entre los eurodescendientes existen los italodescendientes, francodescendientes, cada uno según el país de origen.

El término afrodescendiente de raigambre reciente entre la discusión cultural, no así histórica. Parece más un asumir un discurso colonialista, un sometimiento más a un discurso que oculta el mismo racismo, “negro no, afrodescendiente sí”; los otros gritan: “blanco no, eurodescendiente sí”. Es decir, no hay venezolanos. Cuidado que se puede estar reimplantando un nuevo discurso neocolonial disfrazado de reconocimiento cultural.

Años atrás, creo que 60-70, se hablaba de la identidad del venezolano; ahora se hablará de identidad afrodescendiente, eurodescendiente, asiáticodescendiente. Y en medio de esto, cómo quedan los “morenos” y las “morenas”, que no son ni blancos ni negros; éstos de dónde descienden, a lo mejor dirán que son los hijos directos de dios, porque son “morenosdescendientes”.

Una clasificación y discusión dentro de los mismos cánones racistas. “Blanco reconóceme”, se dice en última instancia. Nadie mendiga el reconocimiento del otro, éste se conquista. Y no se conquista con parcialidades sino con totalidades. Porque si alguien tiene derecho a reconquistar lo que es suyo son los goajiros, yanomamis, pemones, yaruros, guayqueries, porque a ellos pertenece esta tierra y este cielo.

El problema es la venezolanidad, no la africanidad o europenidad del venezolano. En tanto el problema radica en cómo concebir el mundo a partir de un desarrollo republicano venezolano; esto es lo que ha de estar en el centro de la discusión político-cultural-social. Pues sino el análisis queda suspendido, porque el discurso se escapa por un resquicio articulado por otro discurso oculto que establece un dominio del uso y de la historia.

Y ante tal discusión nos preguntamos dónde está el último venezolano, o es que no ya lo no hay.

Obed Delfín

coasfi@yahoo.es


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