Con su guarimba, inspirado en Leopoldo López y Guaidò, Trump también fracasó

Es como un lugar común que los viejos, cuando vemos algo inusitado, sorprendente, como un marciano o muerto montando una mata de coco, digamos ¡fin de mundo! Y, decimos pues los viejos, "creí moriría sin ver una vaina como esta".

Lo normal y esto mucho por lo que los pueblos nuestros luchan, por lo que Bolívar se empeñó en aquello de la "Patria Grande", que los países grandes nos vendan sus mercancías y a nosotros nos conformen y entusiasmen para comer "hot dogs" en lugar de arepa con morcilla o por lo menos, como dicen los economistas, siempre ellos pongan eso que llaman la balanza comercial a su favor. Tanto que uno, los débiles, les vendemos cuatro lochas en una vaina y ellos nos venden de lo suyo ocho, de donde terminamos debiéndoles 4 lochas. Es más, les vendemos de eso que llaman materia prima y ellos al cambio, nos venden los productos que elaboran a partir de estas, con lo que nos sacan lo que antes nos pagaron, pues nos vuelven a vender la materia prima nuestra, pero transformada, mediante eso que llaman producto final y con éste, nos venden abrumadoramente eso que los estudiosos de la economía llaman valor agregado, que no es más que el valor que le agrega al producto final la fuerza de trabajo y la tecnología; pero de ellos.

Así ha sido hasta ahora y por eso luchamos nosotros buscando eso que llaman la independencia que, no sería sino la manera de cambiar esa relación de modo que por lo menos no sea tan desigual. Y esto, ya a mi edad, como viejo digo que no lo llegaré a ver, pues antes exhalaré el último suspiro, pues esperar ver eso es como mucho camisón pa` Petra; ni que uno sea Matusalén. Y es así, no porque es una meta inalcanzable, sino porque se requiere tiempo y ya no le puedo hacer más trampas a la vida como para llegar a ver eso. Se trata de un proceso largo y, además, se requieren muchas cosas, como voluntad política, un grupo dirigente competente, cambio de mentalidad para establecer una relación adecuada o dialéctica con todos los interesados que son más de los que sectarios creen y alguna significativa acumulación o inversión de recursos. Y para decirlo con sinceridad, los tirapiedras y gritones no pasan de eso, de formar la bullaranga. Y ya no tengo tiempo. Por eso, esa cosa, no voy a verla nunca y el socialismo mucho menos.

Pero si he visto de repente, cuando menos lo esperaba y apenas empezando este año 2021, lo que nos hace pensar podría haber más cambios de los que uno espera, lo que no quiere decir que sean buenos ni ventajosos para nosotros, sólo hablo de cambios, dos vainas antes inimaginables y de lo más sorprendentes.

Es habitual que los golpes de Estado, por lo menos en este continente, los financien, promueven y hasta los "arrempujen", EEUU, su presidente, asesores y militares, contra todo gobierno que allá no guste. Y la lista es como demasiada larga, que llega hasta Evo Morales, en un país, Bolivia, donde en un tiempo daban por lo menos uno a la semana.

Pero ver un golpe, una intentona, aunque sólo sea inspirada desde acá, para derrocar un gobierno de EEUU o impedir que un presidente legalmente electo asuma en ese país, eso ni en sueños y tampoco en la imaginación más febril, había ocurrido antes.

Después de los golpes, como al parecer fue un modelo que comenzó a encontrar tropiezos, como no gustar de alguna gente, de la misma manera que una música que gustó a una generación se cambia porque la siguiente aspira otra cosa, comenzaron a cambiar las formas de tumbar gobiernos y así se pasaron para una cosa como las llamadas revoluciones de colores y las manitas blancas, unos procederes como inocentes e infantiles, pero dentro de un plan tan violento y cruel como los golpes militares. Todo eso sin dejar de aplicar a los países árabes procederes menos sutiles, como invasiones militares, bombardeos indiscriminados, lo que incluía a escuelas y hospitales.

A Chávez intentaron darle un golpe y se lo dieron. Unas 30 horas pusieron a un payaso en Miraflores apoyado por una cúpula militar sin mandos medios y menos tropa. Y por supuesto, como todo golpe, sin apoyo popular. Y todo eso se les vino abajo. Luego se vinieron con huelgas de patronos, santamarías abajo y paro petrolero de pura gerencia o meritocracia y también fracasaron.

Por eso, dieron origen a las guarimbas; encontraron en Leopoldo López y sus más cercanos, unos activistas buenos en eso. Lo de cerrar espacios, quemar lo que se encontraron de por medio, asaltar lo que encontraran a su paso, hasta escuelas de infantes. Y como para no dejar de aprovechar la experiencia europea de las "revoluciones de colores", se trajeron a las "manitas blancas" y en sus espacios hacían sus débiles ejercicios y sus contorsiones, como intentando lanzar un mensaje que su violencia era pacífica.

Gastaron bastante del dinero que les mandaban de la Casa Blanca y como la guarimba con "las manitas blancas" no prendía, porque era una pendejada insulsa y fofa, entonces pasaron a lo de quemar a todo aquel que al lado de ellos pasase y sus rasgos físicos fuesen distintos a los que en ellos predominaba. Y así, en Caracas y en algunos puntos lejanos del país, quemaron ciudadanos que parecían, de solo verles el pelo, la cara y la ropa barata, contrarios a la "democracia, la civilización occidental y el orden que su cultura reclamaba". Y así, la guarimba se dejó de pendejadas, de aquel injerto entre dulce y amargo y optaron por ultra potenciar la violencia. Por eso llegaron a quemar gente viva, asaltar más colegios y echarle plomo desde helicópteros hasta a escuelas de primera enseñanza, a niños, quemar cuanta cosa se les pusiese en el medio, como las bamboleantes y refrescantes palmeras que hallaban en las avenidas. Y, entonces, ese tipo de guarimba se volvió su única forma de lucha para acceder el poder y hasta imponer el orden y la civilidad. La misma violencia de los golpes de Estado, solo que con mayores decibeles y candela.

Tanto que, organizaron una vez un acto electoral guarimbero que al final, sin contar las papeletas, ni averiguar qué dijeron los votantes, hicieron con todo aquello una hoguera y declararon ganadora a la violencia.

Todo eso lo crearon en Venezuela y mandaron su mensaje al mundo. Eso, ese mundo, supo que se derrotaron ellos mismos. Pues por eso se aislaron del país y terminaron dividiéndose. Para pasar entonces a lo del presidente auto declarado y la presidencia interina, cuyos resultados ahora todos conocemos en detalle.

Pero, aunque todo aquello terminó en el más rotundo fracaso y tuvo un costo por demás elevado, no hay duda que es una patente nacional. Pero también, es bueno tenerlo en cuenta, tuvo el respaldo diplomático de la UE y EEUU, que además de apoyar, metió de la plata de ellos y de la nuestra que antes secuestró.

Una de las vainas que hemos visto ahora, empezando este año de verdad sorprendente, es que en la Casa Blanca optaron por asumir y poner en práctica lo que fue como un invento nuestro, aunque allá lo financiasen. Ayer lunes, el presidente Trump y los suyos, entre los cuales debe haber alguna de la gente de López y Guaidó asesorándolos, lanzaron sobre el Capitolio Federal sus guarimbas, tan violentas como las originales de acá, tanto que, según la prensa, no sólo paralizaron el Congreso gringo, cosa inédita, sino que se llevaron en tan breve tiempo cuatro vidas.

La otra es que, Trump, lo que ellos inventaron y financiaron, pero tiene patente venezolana, lo del presidente interino, también lo tomó para escenificarlo en Washington, sólo que parece allá no lo dejarán y la UE ni siquiera Netanyahu le apoyarían.

Por lo menos debo reconocer que, López y Guaidó, lograron algo importante, voltear la tendencia de la balanza y la pusieron a nuestro favor. Con Trump iniciaron, aunque sea un momento, una pantomima, donde los gringos aplican y consumen lo que nosotros inventamos, creamos y criamos y, aunque al buscarle las cuatro patas al gato, hallaremos que, de allá, como siempre, vino la raíz del mal, el libreto, los reales y la orden.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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