Cara al Sol

Trump es hijo del Sol. De ahí su fulgor dorado. Tengo pruebas científicas y místicas.

Pero ya va, primero voy a contar la excelsa historia del himno fascista de la ultrahiperrecontrarreaccionaria Falange Española, el Cara al Sol. En 1936 José Antonio Primo de Rivera, el precursor y mentor de Francisco Franco, exhortó a la que llamó «una escuadra de poetas» la forjar un himno. Con fino humor fascista los amenazó con unas cucharadas de aceite de ricino si no asistían a un convite en una taberna apelada adecuadamente La Cueva, para crear un canto «de guerra y amor». Compusieron la cosa, que se ha entonado durante la beatífica vida de la España franquista, incluyendo el pasado domingo 1° de octubre. La escuadra arrancó un verso a José Martí: «Moriré de cara al Sol».

Cuando Faetón llegó a la edad viril su madre lo envió a casa de su padre, el Sol. Durante su infancia sus compañeros de juegos se burlaban dél porque decía que era hijo del Sol. Se sacó la espinita cuando llegó a la casa de su padre y comprobó que no se le quemaban los ojos como a la chusma.

El día del reciente eclipse total de su Padre, Trump confirmó lo mismo. Se puso a mirar el fenómeno sin protección y no se quedó ciego, como pudimos verificar en la ocasión de verlo lanzar con magnánima puntería de basquetbolista rollos de papel higiénico a los puertorriqueños. Bello gesto de caridad que reparó místicamente la tragedia de los antillanos y que algunos venezolanos pitianquis añoran cuando comentan, al no encontrar papel higiénico: «Pero tenemos patria», lo que revela su inteligencia superior, su dignidad y su delicado sentido del humor, propio de José Antonio.

La sideral inmensidad de Trump nos pasmó cuando desafió al Sol, porque a Él no lo va a intimidar una mediocre ley de la naturaleza. Por eso se la refanfinfla el recalientamiento global. Con razón mira todo con desprecio. Lo has notado, ¿no?

Es tan sobrenatural que un día de estos es capaz de pisar el botón nuclear y salir corriendo doblado de la risa porque a Él no lo van a despeinar unas bombitas pendejas, como nos pasará a la gentuza vil y mortal, cuya única justificación existencial es alabar con encandilado éxtasis Su gloria suprema. Misión superada.



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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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