La triste oposición se va desintegrando

Los tiempos van pasando y con ellos se van apagando las voces malvadas, altaneras, furibundas y grotescas de los grupos opositores, quienes apostaban en sus cálculos perversos que el poder ya estaba servido en bandeja de plata para ellos y con finos cubiertos y tenedores, empezar a saborearlo. La cosa se le fue complicando, se le sigue complicando porque en esos comensales frustrados no hay sustancia ni esencia de liderazgos sino gente contaminada y de sombras oscuras timbradas en los tiempos de la Cuarta República. Inclusive, esos nuevos rostros anclados en los partidos fascistas de Primero Justicia y Voluntad Popular, ya están manchados de sangre y sus banderas son el de la muerte y las guarimbas.

Precisamente, con la consigna de la “salida” se plantearon un esquema de lucha política impulsada por los arrebatos y el odio impregnado en cada acción. Fue así como asesinaron seres humanos, secuestraron a comunidades enteras e incendiaron vehículos, universidades, instituciones del Estado. Es decir, con saña arremetieron con todo y contra todo. Pero con todo y eso, no lograron ninguna salida. Al contrario, en la consciencia de la sociedad venezolana –la racional- quedó eso ahí, como una micro partícula de rechazo hacia esos esquemas de violencia.

A pesar que han intentado revivir las guarimbas, las mismas han quedado por allí en fogatas de poco humo, pero el odio y la rabia andan intacta en todos esos grupos violentos. Con el tiempo también se ha ido descubriendo –aunque siempre se supo- de que esa violencia era prepaga, donde los “financistas” aportaban los dólares y bolívares para cancelarla a cada guarimbero.

Se gastaron miles de dólares, millones de bolívares en esos esquemas de violencia irracional. También algunos aprovecharon la situación para chulearse parte de ese botín. Acá en San Cristóbal vimos surgir de la nada a varios jóvenes, que metidos a guarimberos y luego a políticos, mostraban una fortuna como trofeo. Precisamente, esos nuevos fascistas eran los que hablaban de Democracia, de Derechos Humanos y de respeto a la Constitución, cuando en verdad eran unos pillos de cuatro suelas, que engañaron y engatusaron a miles y ciento de jóvenes en toda Venezuela, pagándoles para que violentaran la tranquilidad de este noble pueblo.

Aunado a ello, el resto de la estructura opositora se fue enredando en su propio discurso. De tanto sembrar odio, terminaron recogiendo su propia cosecha y pronto supieron del sabor amargo de la indiferencia y el ostracismo hasta de sus propios seguidores. De inmediato todo ese rechazo se hizo extensivo a toda la comarca opositora, donde los que gritaban más, los que se creían los más guapetones, terminaron con el rabo entre las piernas.

Aunque pareciera que siguen gritando, más bien parecen chillidos de gato o de gata. Y hoy es una triste oposición, un fraude político, cuya estructura está destinada a perecer. Es por eso que hoy la vemos desintegrada y más disociada que nunca. Mientras ellos se hunden en los abismos de la nada, la revolución sigue avanzando. La lucha es fuerte pero la revolución está venciendo.


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Eduardo Marapacuto


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