Observatorio de la Revolución

El “Plomo y Pa’lante” de Orlando Urdaneta

Lo que sucede hoy en Venezuela no tiene parangón en ninguna parte del mundo. Nuestro país, como en ningún otro, es el lugar donde más agresivamente están a la orden del día una serie de macabras e inescrupulosas estrategias que se tornan altamente preocupantes, no por la valía y significación de las mismas sino por falta de coraje y esféricas de los operarios escogidos para tal fin. A consecuencia de la vertiginosa sofisticación de una millonaria industria de la tecnología de la comunicación, por medio del ocio y el entretenimiento las diferentes culturas y civilizaciones del mundo han visto con alarma la salvaje pretensión de los grandes monopolios de poder (a la cabeza del imperialismo norteamericano) bajo la incesante sed por degenerar y viciar los patrones de conducta de sus connacionales. Amén de ir creando y alimentando una nueva estirpe de “guerreros” o rambitos de Internet o programas de información y opinión que, perfumadamente aseaditos y sin las correspondientes, convergen diariamente en manipular desquiciadamente a un sinnúmero de disociados para, por encargo, cumplir con sus planes desestabilizadores y terroristas. En grado especial y meticulosamente vemos como estos verdaderos maniáticos a través de los laboratorios de guerra de siempre, han impulsado toda una suerte de campaña tendiente ha subvertir y contaminar lo más nuclear de nuestro proceso (la familia), la sinergia de un imaginario creador que promueve convenientemente el renacer de una voluntad como comportar estructuralmente la justicia social como planteamiento conceptual de lo político, lo militar, lo económico y lo cultural.

Desde tiempos remotos e inmemoriales las diferentes culturas y civilizaciones han reconocido lo degenerativo y susceptible de peligrosidad, de la naturaleza humana. Ante esto ha sido inevitable y consensuado el normalizar la vida social del hombre y la mujer. A partir del tiempo de la manzanita nos han acostumbrado ha frenar nuestros claros impulsos hacia la autodestrucción. Con la llegada de la fase imperialista y la revolución en el campo de las telecomunicaciones hemos observado la extrema búsqueda por el libertinaje del libertinaje. Aun cuando, afortunadamente, aquí en Venezuela la Ley Resorte ha venido regularizar y responsabilizar socialmente los mensajes, propagandas y programas en contraposición de los antagónicos intereses económicos y políticos de los empresario dueños de los medios, y de casi el resto (por asociaciones estratégicas) del monopolio económico mundial.

Con todo lo socialmente positivo de esto no es de extrañar que inmediata y explosivamente hayan saltado al protagonismo estelar de los espacios noticiosos, la respuesta monocromática de una pasarela de virginales y doncellezcas fundaciones, asociaciones, ongs o demás grupúsculos aparentemente sin fines de escrúpulos (pero sí de lucro) y con evidentes señales de mantenerlos y acrecentarlos explotando demográficamente los bien reñidos centimetrajes de la gallina de los huevos de oro. Apologéticamente al unísono con la cantaleta de siempre: no se metan con mis medios.

Aclaro, no bien apreciados y bien programados disociados, en absoluto apoyo, segundo o promuevo censuras que no se procuren y se justifiquen en el desarrollo ecuánime, solidario y de complementariedad entre los que tenemos la irrenunciable responsabilidad por responsabilizar a los que como negocio tengan que ver o incidan en recrear la sana y respectiva crianza y educación de nuestros hijos, absolutamente sin distingos para el propósito fundamental, universal y humanista de procurarlos en un mundo mucho mejor.

Pero qué clase de mundo podemos ofrecerles cuando se licencia y escoge como bandera un pestilente drogómano para que, en nombre de la democracia, nos enseñe desde norteamérica a ser venezolanos a través del exterminio de una guerra civil. Quisiera pensar que el bien aventurado equilibrio de la racionalidad de los presuntos cuatro dedos de frente de los pichones de sicópatas más decadentes, de este lado del Arauca Vibrador, les sea suficiente para no caer en el juego de quien por tanto ovular viendo a Chávez con su uniforme ya se siente con pelos en el pecho. A muchos todavía se les olvida que gracias a Dios en Venezuela no existen los suficientes Mc Donalds para temer que un párvulo de lozana juventud exteriorice, cual Jhon Wayne o Nixon Moreno, su traviesa pubertad asesinando indiscriminadamente a sus compañeritos y maestros con un AK-47 que su paternal papito adquirió, con una American Express, en la tienda de la esquina gracias a que la democracia norteamericana se tiene el derecho constitucional y anglosajona tener algo con que enfrentar los ratones de su casa.

A tal punto ha llegado la desvergüenza de sus maquinaciones que hoy en día, por eso de que no hay nada inocente en la zoología esquizofrénica de los que tiran la piedra y esconden la mano, en nuestro venezolano estado Zulia, real y candente, fronterizo y portuario, donde exclusivamente por la morisqueta de unos cuantos que traidoramente se resisten a controlar sus aspiraciones; mantenemos incansablemente trabajando a una de las fichas más prometedoras del imperio. El tema y el desarrollo del problema de la inseguridad se esta explotando a niveles que confirman la presunción de que se estamos en nuestro Estado bajo una verdadera campaña, con evidentes pretensiones militares, promovidas, estimuladas bajo todo un racional y programático plan de subversión que, incluso, se afianza a partir de documentales didácticos. Dentro de la enorme gama de bondades ofrecidas por el sector informal de nuestros nutridos buhoneros con alarma hemos observado que se está brindando a la venta dos películas, en formato DVD o VCD, titulados “Los Azotes de Petare” y “La Sierra de Medellín”. En ellos es realmente asqueroso la forma como adoctrinan a nuestra juventud la aborrecible ocupación del sicariato, los que hemos tenido la preocupación de medianamente de seguir y escudriñar el pensar de algunos desadaptados pero igualmente jóvenes venezolanos, nos hemos sentido verdaderamente preocupados por el razonar bajo el cual se están criando. Casi el total de los que en esta situación se encuentran resignados a pensar, y es que verdaderamente lo profesan bajo el comportamiento diario, que su vida escasamente no llegará a la veintena de edad, de tal manera que aprovecharán al máximo el tiempo aunque esto signifique toda suerte de actividades impulsadas por el vicio, la prostitución y el sicariato.

Responsablemente pensamos que lejos de ver esto como una degeneración de una sociedad enferma por la consecuencia irresponsable de cuarenta años de seudo democracia, en ella hay ciertos matices que nos promueven a pensar que hay algo con inmanentes implicaciones sistemáticamente políticas. Para nosotros no existe nada casual ni azaroso el que precisamente, la bien explotada, fiebre del regetton, obtenga los niveles de popularidad y promoción, aun cuando la letra de algunas de sus composiciones (si pueden llamárseles así) no son las más correspondientes. Todos sabemos que la última intervención radial del drogómano de Orlando Urdaneta conlleva tras de sí finalidades muy concretas, no estaría de más avocarnos en su seguimiento.


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Waldo Munizaga


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