Epístola a los opositores

No vengo a mentirles diciendo que escribo esto por su bien. Escribo por el bien de todos. A ustedes podría desearles, como Heráclito a los efesios, "que todos sus negocios y proyectos se realicen para que sean cada vez más estúpidos y corruptos", pero no les deseo mal, porque no necesito consuelo de tontos. Ustedes forman parte de Venezuela, dónde -diría el mismo Heráclito- «Lo contrapuesto concuerda, y de los discordantes se forma la más bella armonía, y todo se engendra por la discordia».

Simplemente vengo a pedirles que no voten en las elecciones parlamentarias, y no sólo porque van a sufrir otra derrota, sino porque este país necesita una mejor oposición: eso de poner sus mismos diputados a la Asamblea sería condenarse, y condenarnos a todos, a seguir soportando a esos inútiles pícaros de los últimos 15 años. Para no mencionar a un torturador y asesino como Mazuco, al que ustedes elevaron, por su ceguera anti-Chávez, a la dignidad parlamentaria.

Me pueden replicar que los chavistas no son mejores, pero deben reconocer que se renuevan. Ponen caras diferentes y más jóvenes, y muchas mujeres. ¿Y por qué el chavismo cambia? Porque su base critica, murmura, protesta, propone...y de las contradicciones nace lo novedoso.

En cambio, ustedes siempre ponen los mismos, y así se condenan a no gobernar nunca, y de paso, así parecen darle la razón a los promotores de la violencia, la intervención extranjera y la guerra civil, que, si se dan, no dejarán piedra sobre piedra

Ustedes creen que la carestía de productos, la inflación, y el malestar general producirán la abstención del chavismo, y que eso les asegura la victoria, pero recuerden que la abstención golpea a todos, con una diferencia: los chavistas llevan casi 3 meses vacunándose contra ella, combatiéndola casa por casa, postulando mujeres y jóvenes... Mientras que los jefes de la oposición, en ese tiempo, no han hecho nada que no sea pelearse, insultarse y acusarse, en sordina, tras la cortina tralúcida de una cortesía hipócrita que pretende aparentar que, en el fondo, reina la unidad. La dirigencia opositora no hace campaña electoral sino campañas de desprestigio...

Y la peor de sus campañas de desprestigio la hacen contra su causa, importando personajes extranjeros con prontuarios en el mejor de los casos obscuros. cuando no de corrupción e incluso asesinato, claramente patibularios, como el de Felipe González, Pastrana y otros de esa calaña.

Uds. se proclaman gente pensante, políticamente asertiva, más culta que el promedio de la masa chavista, pero en quince años no han sido capaces de inventar e imponerse algún tipo de democracia interna que permita renovar sus cuadros. Los casi 30 partidos y movimientos de la oposición tienen los mismos jefes de siempre, nadie ha sido excluido, porque no hay selectividad, y los únicos que cambian son los que saltan de una organización a otra porque no les dan lo que aspiran o creen merecer.

Algunos de ustedes tienen ideas nuevas, críticas, y propuestas, pero no pueden hacerlas valer porque no tienen acceso a los medios, que son en gran medida el "Politburó" de la derecha, según Henry Ramos Allup. Eso dice mucho sobre la democracia interna opositora, y no es buena publicidad para el modelo que ustedes proponen para Venezuela.

La única manera que ustedes tienen para llamar la atención a la dirección variopinta, dispersa e ineficiente de la MUD, es irse a la playa, abandonarlos el día de las elecciones, para obligarlos a corregir el camino, y para que sus promotores y financistas exttranjeros entiendan que con ellos no van al baile. Eso se llama retroceder para coger impulso, y lo necesitan ustedes y lo necesita Venezuela, si es que queremos una oposición moderna, ágil, participativa, donde los jóvenes, las amas de casa y los profesionales tengan peso.

Una oposición que, como condición necesaria, reconozca, así sea dientes para afuera, los méritos universalmente reconocidos de Hugo Chávez, los logros imperfectos pero enormes de la revolución bolivariana y la existencia de una nueva realidad política y social. Una oposición que entienda que se puede derrocar a un gobierno pero no a un pueblo, y que si rompe el hilo constitucional tendrá que vérselas con el pueblo chavista, civil y militar, sin el amortiguador del gobierno. Una oposición que respete y ame a la democracia, como lo que nos separa a todos de la matanza.

Una oposición que entienda que cuando ya no se puede mejorar, hay que cambiar.



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Eduardo Rothe


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