Columna Cayendo y Corriendo

Las manos de Caldera no fueron más que una extensión de las manos e intereses de Capriles y la oligarquía

Frente al bochornoso hecho que empañó la campaña electoral venezolana me hago varias y muy personales preguntas. Juan Carlos Caldera dijo que el dinero que puso entre sus manos estaría destinado a su propia campaña como aspirante a la alcaldía del municipio Sucre. Pero, ¿quién puede creer que Caldera estuviera pidiendo cobres para la promoción de una candidatura que sólo tendría lugar nueve meses después? 

 

¿A quién le cabe en la cabeza el objetivo de esa reunión era recibir apoyo para una campaña local, si toda la conversación giró en torno a la necesidad de un “jefe” de reunirse en privado con Capriles Radonski?

 

Al inmolarse, Caldera aclaró que lo más trascendental es la campaña de Capriles: “aunque están en riesgo mi honestidad y mi imagen, por encima de la candidatura de Capriles no debe haber nada. Lo importante es que él sea Presidente de la República”.

 

¿Será que Capriles no se dio cuenta que al botar a su amigo Caldera en tiempo express admitía los hechos a priori? ¿Quién imagina que uno de sus compañeros más cercanos estuviera perpetrando tal acción sin su consentimiento? ¿Es que a alguien puede ocurrírsele que Caldera, quien estuvo dispuesto a inmolarse para que una vez más Capriles no asumiera su responsabilidad frente al país, aceptó los billetes sin el permiso de su íntimo aliado político?

 

¿Las dos personas que todos vimos en el video son culpables o inocentes? No entraré en los detalles jurídicos sobre la culpabilidad o inocencia de quien entregó el dinero y quien lo recibió. Pero vaya si afirmo, sin lugar a dudas, que los protagonistas del video no eran más que emisarios de quien envió la plata y el verdadero destinatario. Como lo hubiera dicho el gran cuentista Jorge Luis Borges, las manos de Caldera no eran otra cosa que una extensión de las manos e intereses de Capriles y la oligarquía venezolana.

 

¿Con qué argumentos podría justificar el despido express de Caldera? Absolutamente nada podría avalar una expulsión, sin una previa averiguación. Una investigación no solamente era necesaria en términos jurídicos, sino más aún en términos éticos. Quien quedó mal frente al país fue quien mandó a pedir la plata y después se lavó las manos como un Pilatos cualquiera.

 

¿Podrá acaso el país perdonar a Caldera? Sin duda alguna, el venezolano común ha de perdonar a quien comete un error y lo asume para salvar el pellejo con lealtad a su compañero. En ningún caso el pueblo perdonará a quien mandó a buscar ese dinero y luego terminó por echar a la hoguera a su emisor.

 

¿Es la primera vez que Capriles no asume la responsabilidad de sus actos? No, como por arte de magia, convirtió el golpe de Estado de 2002 “en vacío de poder”, el asedio a la Embajada de Cuba en visita diplomática de cortesía y el documento forjado del Ministerio para la Defensa, que él mismo publicó en su cuenta en Twitter, en “culpechavez”.

 

Conclusión: nadie puede creer que el acto suicida de Caldera no haya sido una componenda política de Primero Justicia para salvar el pellejo a Capriles, a escasos días de las elecciones presidenciales. El detalle está en que si hay algo que demuestra fehacientemente que el “paquetazo” que Capriles Radonski tenía escondido es cierto, es precisamente que él lo niegue. Porque más temprano que tarde, queda demostrada la absoluta certeza de todo lo que esconde y niega Capriles.

 


 

 



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Miguel Ángel Pérez Pirela

Doctor en Filosofía Política. Escritor. Comunicador. Investigador del www.IDEA.gob.ve. Conductor y Creador de Cayendo y Corriendo (VTV). Autor de la novela Pueblo.

 maperezpirela@gmail.com      @maperezpirela

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