¿Qué culpa tiene la estaca?

Hugo Chávez, como él mismo lo ha señalado, no es monedita de oro pa’ caerle bien a todos. Su discurso es frontal, acusador, sin empleo de eufemismos y a veces raya en lo ofensivo.

A estas alturas forma parte de un estilo que todo el país conoce y cuyos alcances son limitados, pues, por lo general, la sangre no llega al río y en muchos casos no pasa de lanzar amenazas que no se materializan.

Naturalmente, siempre hay situaciones de excepción, pues tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.

Otras cosas muy distintas son el estilo y las intenciones del canal de noticias del sector privado cuya conducta pretende ser un dechado de buenos modales tras los cuales se oculta una febril actividad conspirativa que, desde 2001 a esta fecha, no ha cesado ni un instante de incitar a la subversión. Además, en concordancia con dichas actitudes, mantiene una línea editorial cuyo tema central es que el país se encuentra al borde del abismo, sin que aquí jamás se produzca una sola buena noticia y todo se circunscriba a un panorama catastrófico.

Como es lógico, para mantener una prédica de tal calibre sus propietarios y directivos deberían estar por encima del bien y el mal, libres hasta del pecado original.

En Venezuela, se da el curioso fenómeno de que aun el empresario más poderoso no constituye un rival de categoría para el Jefe del Estado, así se trate del mandatario menos popular, cosa que ni remotamente es el caso de Hugo Chávez, que tiene la sartén por el mango y la sabe usar.

Pero, como se ha repetido hasta el cansancio, Dios premió a Chávez con una oposición incapaz de aprender de sus errores y que, por lo tanto, mete la pata a cada rato.

No contento con la actividad subversiva, el jerarca del canal de marras decidió lanzar en persona editoriales incendiarios, en los cuales acusaba al presidente Chávez de ser una desgracia nacional.

En lo que espabila un cura loco, el Gobierno le descubrió varios negocios chimbos y lo puso en tres y dos. No obstante, Globovisión sigue con la vaina, como si tuviera un fuero especial para despotricar del Mandatario.

Cabe hacerse esta pregunta: ¿qué culpa tiene la estaca si el sapo salta y se ensalta?


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Augusto Hernández


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