La estafa radioeléctrica

Ante la incuria de algunos funcionarios de Conatel y la complicidad activa de otros, la soberanía de Venezuela sobre su espectro radioeléctrico ha sido enajenada o cedida en usufructo a consorcios extranjeros y/o transnacionales.

Lo curioso es que este despojo se realiza, de manera literal, frente a nuestros propios ojos, es decir, a la vista de millones de televidentes que cada día encienden sendos receptores acoplados a determinadas empresas de televisión por cable o por satélite.

En la práctica, las ondas hertzianas que surcan nuestro espacio radioeléctrico cumplen una función casi simbólica, pues la mayoría de los receptores está bajo el control de dichas empresas.

Funcionarios "revolucionarios", actuando como eficientes celestinos, se han hecho de la vista gorda ante la cesión de nuestro derecho a supervisar lo que se transmite por televisión y hasta los canales que pueden ser vistos en nuestro país, muchos de los cuales, estoy seguro, ni siquiera figuran en los listados de Conatel, pues día a día las "cableras" cambian las plantillas o "menús" que ofrecen a sus audiencias cautivas.

Para colmo, la televisión por cable y por satélite, con espacios comerciales sobrecargados, cobra tarifas cada vez más elevadas para que los venezolanos vean canales extranjeros o los nacionales que deberían limitarse a ciertas regiones del país. Es decir, estamos pagando por ver publicidad comercial, además de financiar la producción de programas enlatados y los vehículos para la propaganda imperial, como CNN en español u otros voceros del Departamento de Estado.

A estas alturas estoy convencido de que nuestros diputados hacen el papel de pendejos, si es que no el de alcahuetas, ante la anarquía que priva en los receptores de televisión, por no hablar de la radio.

¿Hasta cuándo van a seguir enfrascados en rencillas de párvulos con reporteros parlamentarios si, con un mínimo de eficiencia y sentido común los dueños de los canales acudirían a la Asamblea Nacional para pedir cacao? Recordemos que mientras discutían la Ley Resorte de milagro no reinstauraron la publicidad de licores por radio y TV.

Con patriotas como estos, los pitiyanquis están de más.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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