Crónicas cotidianas

Nolia

Debíamos tener unos 13 o 14 años cuando nos conocimos allí en la célula del Partido Comunista que operaba en el barrio La Lucha en Boleíta, donde además de miseria, había una importante zona industrial y muchos trabajadores.

Ese fue el principio de nuestra amistad hasta hoy día. Pero nos separamos, porque yo formé parte de la división que posteriormente fundó al Movimiento Socialismo (MAS), en donde duré hasta 1973 cuando las elecciones presidenciales, porque lanzamos la candidatura de José Vicente Rangel. La época cuando el MAS sacó un afiche con Rangel como un José Gregorio Hernández, que en aquella época se parecía mucho. De inmediato, Fedecamaras sacó un afiche con Rangel de espalda sosteniendo una ametralladora. Tiempos de tiempos. Me fui decepcionando del MAS porque seguía creyendo que no había otra forma de tomar el poder que no fuera por la vía de las armas. Me puse a estudiar y participaba en algunos frentes culturales, hasta que volví a mis andanzas políticas.

Él seguía militando, ahora esporádicamente, en el Partido Comunista, actividad que compartía con sus tareas de trabajador en compañía de su padre y de su hermano. Ellos vendían piedras preciosas, las que traían de los mercados internacionales europeos, especialmente de Amberes, conocida como la capital del diamante, uno de los centros de distribución de piedras preciosas más importante del mundo, sobre todo esmeraldas y diamantes. Y al mismo tiempo también mantenía alguna que otra actividad en el partido comunista español.

Ellos lograron hacer una pequeña fortuna que les dio para vivir cómodamente. Su papá había comprado un lindo apartamento allí en la avenida Casanova en Sabana Grande y había comprado un apartamento en Madrid para retirarse. Era la época de la bonanza en Venezuela, porque en los años 80 había mucho dinero y la posibilidad de hacer negocios por todos lados; y el gobierno, presidido por Acción Democrática y por COPEI, se prestaba para todo. Ellos, padre e hijos establecieron excelentes relaciones con toda la dirigencia de esos partidos, que a su vez lo conectaban con la gente que tenía mucho dinero en el país, a quienes le vendían todas esas piedras preciosas que traían desde Europa.

Sin embargo, él se caracterizó siempre ser un botarate. Es decir, despilfarró todos sus ahorros en mujeres, alcohol y ayudando a los amigos en crisis, me consta.

A finales de los 80, ya no tenía nada. Su padre había muerto y se habían acabado las posibilidades de vender piedras preciosas, en una Venezuela que comenzaba a ser una crisis insostenible, la que explotaría en 1992. Así que, muerto su padre, su hermano Antonio, más organizado y mejor administrado que él, pone una tienda de venta de artículos deportivos por allá por Petare. En el año 98, un muy agresivo cáncer de estómago se lo lleva casi de inmediato. Su madre, ya de 90 años se había ido a España, a Valencia, a una especie de retiro de la tercera edad que estaba en las costas de esa ciudad. Allí vivía. Por cierto, todavía manejaba a los 92 años.

Hacía tiempo que nos habíamos separado, porque cada uno andaba en su mundo. Aunque nos encontramos varias veces en la universidad, porque él había comenzado a estudiar derecho.

No nos volvimos a ver hasta unos años después, porque para sobrevivir, estaba vendiendo libros de importantes editoriales españolas y europeas en general, por lo que viajaba por todo el país, y volvió a su ciclo hora de gastarse todo lo que ganaba, que fue mucho dinero.

Después del 92 como era un hombre vinculado y militante de la izquierda, hizo migas con algunos dirigentes del movimiento Quinta República, más bien del chavismo, que vieron en él un aliado, por sus conexiones con la izquierda española. No quiso ejercer el derecho y se dedicó más bien a escribir y a hacer cosas del periodismo, razón por la que comenzó en el diario El Nuevo País, y terminó como su director hasta que Rafael Poleo lo cerró.

En plena efervescencia chavista hizo un diario popular, llamado Medio Palo, qué se repartía en las estaciones del metro de Caracas, en las camionetas y paradas de transporte. Era gratuito.

Paralelo a ello comenzó a participar en programas de radio, desde donde era llamado con frecuencia, porque Alberto Nolia, no sólo era un hombre inteligente y culto, sino que además era brillante. Tenía una gran capacidad de síntesis y una memoria prodigiosa. Además, era un lector voraz. Se había leído toda la literatura latinoamericana y la europea de ese momento. Podías preguntarle sobre el Quijote, La Divina Comedia, Los 3 mosqueteros, o cualquiera de los grandes escritores de la literatura universal y latinoamericana. Y, además, en lo personal, yo me extasiaba horas conversando con él sobre la Segunda Guerra Mundial, uno de los temas que más me alucinan e impresionan, por ser el origen de todas las desgracias que estamos viviendo hoy día. Allí se decidió el reparto del poder y a dónde se dirigirían las riquezas.

Precisamente fue esa capacidad, esa formación y esa portentosa memoria para el análisis de las coyunturas, lo que hizo que obtuviera su propio programa de radio, que se llamó Los Papeles de Mandinga, que, por cierto, terminó en la televisión en una sesión que así se llamaba.

En vida de Chávez, ya Nolia había tenido enfrentamientos con algunos dirigentes del chavismo, porque ya la corrupción estaba haciendo metástasis, y se rebozaba como la poceta cuando se llena de estiércol y luego se bota. Nolia comenzó a denunciar con nombre y apellido; y además, movimientos financieros y bancarios de parte de esa camarilla corrupta que estaban haciendo desastres en este proceso político. Pero sus cuestionamientos se enfocaron más directamente, a la entonces Fiscal Luisa Ortega Díaz y su marido conocido como Germán Darío Ferrer, conocido como el Chino Ferrer, un exguerrillero, quien a decir de Nolia, de la noche a la mañana, era multimillonario, y que por obra y gracia de sus empleados del chavismo, fue diputado por 11 años, hasta que junto a su esposa cayeron en desgracia.

Sin embargo, ya había una interconchupancia entre mafias y bandas del chavismo, incluyendo a las más importantes, las que se gestaron en Pdvsa, porque allí había cientos de miles de millones de dólares para robar.

Cuando Alberto Nolia comienza a denunciar, con nombres y apellidos a Tarek el Aissami y toda la banda que él orquestaba y que tenía un supra poder en el proceso político, le allanaron su apartamento en Parque Central -donde yo me quedaba cuando iba a Caracas-, mientras él estaba en la televisión. Le destrozaron su computadora y le llevaron todos sus enseres, además de romperle las cosas que no se llevaron. Era sin duda una acción de bandidos al servicio de El Aissami, quién hizo todos los movimientos para sacar a Nolia de cualquier medio de comunicación. Entonces yo tenía un programa de radio en Valencia que se llamaba "Aquí no es así", desde donde lo llamaba y hacía las duras denuncias contra las mafias, hecho que el Psuv en Carabobo me reclamó y me "instó" a que no lo siguiera llamando.

A la muerte de Chávez, es el propio Maduro quien lo manda a llamar para que asuma de nuevo el programa Los Papeles de Mandinga por VTV. Pero ya existía el enfrentamiento con El Aissami y apenas el programa duró tres semanas cuando de repente no salió más. Después recibió amenazas de muerte directa, varias amenazas de muerte, por lo que debió vender su apartamento de Parque Central e irse a España, donde falleció no a los 72 años como dicen, sino a los 70. Era acuariano del 13 de febrero.

Siempre tuvo razón con el tema Ortega Díaz y El Aissami, pero el gobierno prefiere no aceptar los errores.

Al igual que muchos chavistas de esa generación, Nolia fue relegado por bandas que se encargarán de dirigir el país, bajo el manto de ser chavistas, gente que en su vida ha leído ni siquiera el Manifiesto Comunista, pero ahora algunos son grandes comerciantes que venden dólares, e importan lujos de todo tipo. Nadie que tenga 40 años de edad, puede tener un apartamento de 25.000 dólares, no porque no tenga derecho, sino porque es imposible por sus ingresos. Mucho menos un carro de 20.000 dólares. Eso fueron los perseguidores de Alberto Nolia. Los que sabían que, si él tenía información sobre hechos de corrupción, lo sacaría para la calle sin ningún problema.

Era mi amigo, prácticamente mi hermano. Era un extraordinario ser humano profundamente solidario y de muy mal carácter. Era un arrechón empedernido, de militancia. Pero también era un ser humano excepcional. Me consta que mucha gente en este país le debe muchas cosas, incluyendo muchos secretos, que obviamente se fueron a la tumba.

Este 24 de julio perdí a un gran amigo, también hermano y un excelente periodista, Jorge Chávez Morales, el Cholo. Hace tres días murió Henry Martínez, compositor de una de las canciones que yo más amo de la prolífica música venezolana, "A tu regreso", sobretodo en la hermosísima voz de mi amada Cecilia Todd. Tuve la oportunidad de entrevistar a Henry. Era un hombre exquisito, un conversador fascinante. Un día después, 4 de octubre, se fue mi amigo Alberto Nolia. Murió sin que el gobierno dijera alguna vez que había tenido razón. Esas son muertes que siempre duelen. No importa cómo se disfracen. Dolor es dolor… y recuerdos, son recuerdos.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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