En el mundo existen viejos y nuevos aparatos de propaganda, en el siglo 20 se masificaron la prensa escrita, la radio y la televisión; ahora en el siglo 21 se han popularizado Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp y otras plataformas de internet. Lo que identifica a un aparato de propaganda es el manejo intelectual que se le da al contenido difundido, su objetivo es influenciar a multitudes y presentar como positivo o negativo a un personaje o a una idea, más allá de la exactitud de los acontecimientos.
En contraste, un medio de comunicación debe ser un vehículo de información imparcial y objetiva, sin opinadores sesgados que pretendan convencernos.
Desde EEUU, por ejemplo, aparatos como CNN afirman lo falso, niegan lo cierto, y ocultan total o parcialmente la verdad, siguiendo órdenes de sus propietarios. Poco se comenta que dicha empresa difunde mentiras contra el Presidente Donald Trump, pero también contra gobernantes antiimperialistas. Esta coincidencia no es extraña si se analiza que un aparato de propaganda, siendo fachada de un grupo de poder, puede atacar tanto a derechistas como a izquierdistas, dependiendo de sus intereses.
Ahora bien, es válido e inclusive necesario, que los pueblos que luchan por su independencia y el control de sus riquezas, tengan sus propios aparatos de propaganda para defenderse de las grandes potencias expansionistas y sus gigantescas maquinarias de noticias falsas o "Fake News". Desde esta perspectiva, la propuesta internacional es: promovamos información veraz y oportuna, en combinación con una robusta propaganda en defensa de la Patria soberana.
Ante la acusación que hace el antichavismo nacional e internacional respecto a que el Gobierno de Venezuela se hace demasiado a favor de si mismo, debo decir que siendo nuestro país el más atacado mundialmente a nivel mediático, el régimen revolucionario tiene derecho a defenderse (pues no hacerlo es dejarse tumbar).
