Globovisión llamó a Maduro, “presidente encargado”. El Ministro Villegas, tal como corresponde al representante de un gobierno respetuoso y hasta demasiado, protestó ante la gerencia del canal y les solicitó de manera por demás delicada, cambiasen tal calificativo para poder atender una solicitud hecha por la representación del canal de marras.

Uno no sabe cuál fue la petición; la noticia que leímos de ella nada dice, peo si de las macabras intenciones y deseos de la dirección política del canal de los Zuloaga. Envuelve además una definición constitucional que allá en los laboratorios noticiosos y de opinión se inventaron para echar vainas o desestabilizar como suele decirse en los medios de los políticos cultos y refinados.

Es decir, en la gentil, cómoda y lujosa mansión que al pensamiento y figura de aquella gente alojan, ya celebraron, junto a la navidad y el año nuevo, que “tenemos nuevo presidente”, como dijo el locutor al día siguiente que creyeron haber tumbado a Chávez.

La gente del canal, la misma que pretende seguir dirigiendo la política de la oposición venezolana, dan al presidente constitucional de Venezuela, el mismo que acabamos de reelegir con una montaña de votos por encima del candidato que ellos le opusieron, como liquidado. No importa un carajo su verdadero estado, ni lo dispuesto en la Constitución. Nada importa, ni nada merece respeto alguno. Por eso, “Buenos días, tenemos un nuevo presidente.”

Haberse dirigido a un organismo del Estado, en un comunicado oficial y escrito, llamando a Maduro, “presidente encargado”, en lugar de Vicepresidente, no fue un simple desliz, sino una manifestación de odio, un deseo macabro y un desafío a la autoridad venezolana. Y hay más, es un gesto de burla y desprecio a la mayoría de los venezolanos.

Puede que cuando esto salga a la luz, Globovisión haya rectificado, cosa que hace con frecuencia, pero ya logró su objetivo.

El gesto o expresión de quienes manejan la política del canal, de llamar a Maduro “presidente encargado”, no fue como dijimos un desliz, menos un deseo de elogiar a Maduro, tampoco manifestación de ignorancia, sino el inicio de otra campaña de malas artes y conspiradora.

Se dice que deseos no preñan; Chávez no va a morir por que la gente de Globovisión se reúna en aquelarres y puje hasta reventar para que eso suceda. Pero ellos, seguirán haciendo sus rituales porque “si las brujas no existen, de que vuelan, vuelan.” Lo que es lo mismo, “en río revuelto, ganancia de pescadores”; eso es lo que intenta el canal de Zuloaga, agitar las aguas para intentar pescar, pero en la orilla, sin mojarse.

Ahora de lo que se trata es de imponer la matriz de opinión que Maduro es eso que ellos dicen. Lo que constitucionalmente les significa que Chávez ya no es el presidente. Hay ausencia absoluta y corren los días para que en breve llamemos a votar de nuevo o en caso contrario, desatemos los demonios para salir a la fuerza del chavismo, que no es otra cosa que el pueblo en el gobierno.

De modo que ese “inocente calificativo”, aplicado a Maduro, es un reto más al gobierno de Venezuela y su pueblo. Una inusual sutil manifestación de desconocimiento de la legalidad e imposición de una idea malsana.

¿Qué tendrá que hacer Globovisión y la gente que le sirve a sus macabros planes para que el Estado reaccione imponiendo el derecho soberano?

¿No ha sido el gobierno demasiado tolerante? ¿No corremos el riesgo que sintiéndose impunes, guapos y apoyados, incurran en un acto desmedido? ¿No hay quién le ponga el cascabel al gato?

Ahora, podemos recordar al Libertador en el “Manifiesto de Cartagena”, cuando inventariaba las causas de la pérdida de la primera república, que a cada delito, traición y conspiración, seguía un acto de perdón; obviamente, la cita no es textual.

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