La epidemia de mal de Chávez

Sonó la alerta, un hombre reporta que su mejer y su hija tenían extraños síntomas. Al describir los síntomas nace la sospecha de una terrible epidemia de mal de chagas. Lugar: Antìmano. Las autoridades del Ministerio del poder popular para la Salud responden inmediatamente a la alarma.

En el barrio se riega como pólvora la noticia de que la hija del señor había fallecido y que su mujer estaba muy grave. A la vez todos ven llegar a personas extrañas, ajenas a los que a diario hacen vida por allá en Antìmano. Los empistolados y los jíbaros que no saben que carajo es mal de chagas, responden ante la presencia de tanta gente extraña, dándole un tiro en la cabeza al padre de la niña cuyo único pecado fue dar la voz de alerta. La niña muerta, la madre grave infectada por la picadura de un chipo y el padre en terapia intensiva con un disparo en su masa craneal.

La viceministra de Salud comunitaria Eugenia Sader ordena el toque de trompeta para que sus soldados de batas blancas, miembros del batallón 51, médicos generales integrales y demás servidores públicos de l Ministerio se preparen para la batalla contra un posible brote de epidemia. A pocas horas empiezan a ser detectados nuevos casos con posible contagio, mareos, vómitos, escalofríos en cualquier habitante, son suficientes síntomas para ser trasladados a los hospitales cercanos. La coronela llega con sus dignos soldados de batas blancas a la pata del cerro en Antìmano: ¡hay que ir casa por casa, rancho por rancho! Se monta en un jeep para desplazarse por la angosta subida de tierra hasta la punta del cerro. Los malandros se confunden con los movimientos. Es que jamás vino nadie a subir hasta arriba, por lo que se paran frente al jeep y detienen a la Coronela. Relucían botellas de cerveza, pistolas, droga, caras de amanecidos, eran las nueve de la mañana. La Coronela baja el vidrio y mira al más pintao de los panas del barrio: ¡Se murió ya un niño y vengo a proteger para que el próximo no sea tu hijo!! ¡Déjennos pasar camarada! El malandro se queda pensativo breves segundo y hace seña a sus pares y la Coronela tiene visa para recorrer cada rancho.

Se hace lo que se tiene que hacer, se describe a todos como es el chipo y los adolecentes y jóvenes van con servilletas y trapos en búsqueda de ellos, no pasa mucho cuando aparece el primero, atrás llegan las brigadas para fumigar cada casa luego de que son atendidos sus habitantes por los médicos. Se hace todo para contener un posible brote de mal de chagas…

Inmediatamente aparecen los periodistas, estos que aun se titulan con este nombre, esos que no van detrás de la verdad sino del desprestigio, que corren detrás de el más mínimo detalle para echarle la culpa a Chávez. ¡Pero que difícil la tarea! Llaman a los mejores expertos del gremio médico de oposición y desde los lujosos estudios estos empiezan a enumerar todas las previsiones que el gobierno debería tomar, con la esperanza de que nada estuviera pasando, pero al hacer el pase a donde está la coronela, Barrio arriba, se encuentran con la gran sorpresa que está al frente de un equipo que desde días antes, viene cumpliendo con cabalidad matemática, todas el protocolo de atención que para éstas situaciones dispone la OMS (Organizaciòn Mundial de la Salud). No les quedó otra que reconocer que la revolución está haciendo lo que tiene que hacer.

Es que la otra gran epidemia, la del mal de Chávez dirán ellos, la revolucionaria, esa si es verdad que no tiene contención, hasta el escualidismo cada vez logramos reducirlo, pero la fiebre patriota, la gran marea roja rojita, esa bella epidemia socialista, no tendrá ya vuelta atrás. ¡Venceremos!

@hombrenuevo

brachoraul@gmail.com


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Raúl Bracho


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