Brasil

¡Qué tiempos estos en que la filosofía se realiza en la geopolítica! Hace poco el filósofo y asesor de Putin, Alexander Dugin, aplicando sus concepciones, exponía lo que para él debería ser el mundo "policéntrico": varios bloques, agrupados en varias grandes naciones-civilizaciones, que se repartirían los territorios del planeta. A la manera de Huntington (¿se acuerdan? El del "conflicto de las civilizaciones"), cada uno de estos bloques o civilizaciones tendría como eje cultural o ideológico una religión: protestantismo, budismo-confusionismo, Islam, catolicismo, etc. Este reparto del "mundo policéntrico" reflejaría, además, la "misión" de cada centro, o sea, de cada gran potencia-civilización. Rusia, por supuesto, como gran nación-civilización cristiano-ortodoxo, es uno de esos centros, al cual le estaría destinados todos los territorios que tradicionalmente le han correspondido, una vez como imperio zarista, otra vez como socialimperialismo soviético y, ahora, como la gran Rusia ortodoxa y putinista. Es la cuarta ideología que desplaza a las anteriores: el liberalismo, el fascismo y el comunismo.

Un leninista respondería que lo que hay ahorita es una pugna interimperialista, tal y como las que provocaron la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Un conflicto de intereses económicos de grandes capitales financieros en disputa por mercados, materias primas, capitales y hasta población, aunque esto último, en las actuales circunstancias, requiere ser matizado. En todo caso, el gran capital busca fuerza de trabajo barata y disciplinada, si es con represión, coacción y fragmentación, mejor. Pero el libre flujo de fuerza de trabajo a través de las fronteras nacionales, no es lo mismo que el libre flujo de mercancías y capitales. No lo era cuando el neoliberalismo era la ideología dominante. Ahora menos, cuando lo que se ha venido imponiendo es un nacionalismo de gran potencia, proteccionista hasta cierto punto, tradicionalista a la manera de las naciones-civilización de Dugin y Huntington. Mucho menos si la población que se reproduce es la de los migrantes y no los "propios", como es el caso de Europa y Estados Unidos, donde la tasa de mortalidad supera la tasa de natalidad de los "pura sangre".

Huntington y Dugin estarían de acuerdo también en que América Latina debería ser otro polo nacional-religioso-civilizacional. Para Huntington y, en parte, Dugin, tal vez nuestro eje religioso sería el catolicismo. El poeta Rubén Darío agregaría el idioma. El sociólogo chileno Mires opinaría que la condición de república, que nos dio fundación como naciones. Algunos decoloniales por ahí aducirían la identidad originaria, la de los grupos indígenas que sobreviven y, en algunos países nuestros, constituyen una porción significativa. En todo caso, para los Estados Unidos, siempre la región ha sido su "patio trasero" en desarrollos sucesivos de la conocida "Doctrina Monroe" la cual, hay que recordarlo, surgió como respuesta a las ambiciones de algunas familias monárquicas europeas de sentar sus bases por aquí. Fuimos parte del "Occidente" de la Guerra Fría, línea de contención del comunismo soviético. Ahora somos espacio de pugna, como siempre, de las grandes potencias que se disputan el mundo. Pero ya la teoría del imperialismo no es suficiente para explicar varias cosas. Mucho menos, la teoría de la dependencia cuyo corolario (que la liberación nacional solo se logrará con el socialismo: ahí está el caso de Cuba, caso por antonomasia de dependencia de la URSS, no a pesar, sino a causa de la revolución socialista).

Dugin ha saludado a los BRICS como aurora de ese mundo "multipolar" construido con bases en el nuevo reparto entre naciones-civilización. Pero ocurre que ese bloque, aunque su peso económico es tan relevante, tiene en su seno grandes diferencias culturales y políticas que le impiden convertirse en un bloque político-militar como los que sufrimos durante la Guerra Fría del siglo XX. Los grandes gigantes del bloque, India y China, se miran con desconfianza. Al incorporarse Arabia Saudita, aliado de Estados Unidos y en negociación con Israel, no es fácil conformar un bloque islámico como sueña Dugin. India también es amiga de EEUU. En fin.

En este barajeo de fuerzas mundiales, Brasil se presenta como el candidato natural de encabezar un hipotético bloque latinoamericano. Incluso, las circunstancias, en primer lugar la presencia del capital chino, ese liderazgo puede ser compartido con otros socios de su socio principal: Chile, Perú, Colombia, etc. Brasil ha ofrecido a los países vecinos cinco rutas de integración para aproximarse a Asia (o sea, obviamente, China), fomentando y fortaleciendo el comercio de Brasil con los países sudamericanos y reduciendo el tiempo y el coste del transporte de mercancías de Brasil con sus vecinos y con Asia. Las cinco rutas son: la "Isla Guayana", que abarca la totalidad de los estados de Amapá y Roraima, así como áreas de Amazonas y Pará, vinculándose con Guyana, Guayana Francesa, Surinam y Venezuela. La "Multimodal Manta-Manaus", que abarca el estado de Amazonas y algunas regiones de Roraima, Pará y Amapá, conectándose a través de ríos con Colombia, Perú y Ecuador. El "Cuadrante de Rondón", que une los estados de Acre y Rondônia, además de toda la región occidental de Mato Grosso, para luego unirse con Bolivia y Perú. La ruta "Capricornio" incluye los estados de Mato Grosso do Sul, Paraná y Santa Catarina, conectados a través de diversas rutas a Paraguay, Argentina y Chile. Y, la quinta, "Porto Alegre-Coquimbo" y comprende el estado de Río Grande do Sul y su conexión con Uruguay, Argentina y Chile. Un papel crucial en el proyecto de integración, juega el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).

A estas prouestas económicas, se agregan las iniciativas olíticas. En primer lugar, desde el BRIC Brasil, por boca de Lula, anuncia "el nuevo centro del multilateralismo", denunciando al FMI, anunciando asos hacia un "un nuevo sistema financiero", cuestionando la ONU y proponiendo una gran reforma con la entrada de su gran país al Consejo de Seguridad de ese organismo. y cuestionó al Consejo de Seguridad de la ONU. Brasil, además se sumó a Suráfrica en su denuncia del genocidio de Gaza y relanzó la andera ecológica con el lanzamiento del Fondo Selvas Tropicales Para Siempre. "Los BRICS no es un club con preferidos, sino un conjunto de países que proponen otra forma de organizar el mundo", concluyó Lula, que incluye un "multilateralismo" de nuevo tipo, a contracorriente de la separación de EEUU de la UNESCO, la OMS y otros acuerdos y organismos internacionales.

Otra iniciativa, esta vez claramente política, partió del gobierno de Chile, país cuya asociación con China viene desde Pinochet y la política antisoviética de Mao. Se reunieron los jefes de estado de Brasil, España, Colombia y Uruguay, y en sus discursos se identificaron como defensores de la democracia y el multilateralismo frente a la amenaza de la ultraderecha. Quedaron fuera los gobiernos de Venezuela, Nicaragua y Cuba. No está mal recordar que fue Brasil el que vetó a la Venezuela del madurismo en los BRICS, por "falta de confianza", en otras palabras, a raíz del fraude del 28 de julio del año pasado, cuando todos sabemos qué pasó y lo recordaremos dentro de poco. México prefirió ver desde afuera el espectáculo mientras lidia a su modo con las coacciones y chantajes de Trump. Surge así una nueva asociación política en torno a la democracia, diferente al "Grupo de Puebla", el ALBA, el Foro de Porto Alegre y demás iniciativas que ya parecen cachivaches obsoletos.

Valga recordar que el Gobierno chino reforzó sus lazos con Brasil, Chile y Colombia durante las visitas oficiales de sus presidentes a ese país para el Foro China-CELAC, que sirvió de plataforma para fortalecer las asociaciones comerciales en medio de las turbulencias actuales. Rechacen las interferencias externas, pidió a los países de Latinoamérica y el Caribe el presidente chino, Xi Jinping, en la IV Reunión Ministerial del Foro China-Celac en Pekín. China apoya que las naciones de la región defiendan su soberanía e independencia nacionales, señaló el pasado 13 de mayo el mandatario chino. Xi anunció además una línea de crédito de más de US$9.000 millones para el desarrollo en Latinoamérica. Brasil, que desde 2009 tiene a China como el principal socio de sus exportaciones, logró atraer inversiones por R$27.000 millones (unos US$4.760 millones) del Foro Empresarial Brasil-China, según la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones (ApexBrasil).

Lo que digo es que, lo de Brasil y demás socios, es todo un planteamiento político y hasta cultural, con un inmenso respaldo económico en este mundo en plena reconfiguración. Es, de alguna manera, la reafirmación de que nuestros países tienen su tradición cultural propia de contenido republicano y democrático, además de multilateral, es decir, fundamentado en los Derechos Humanos y hasta en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Eso no es una religión, como le gustaría a Dugin. En todo caso lo es en el sentido de Rousseau: una religión laica, antropológicamente fundamentada. Y se trata de un polo capaz de enfrentarse seriamente a la soberbia trumpiana, haciendo uso de las posibilidades de respuesta que ofrece la emergencia económica china y del BRICS completo.

Hasta ahora el madurismo, en su único interés de mantenerse en el poder, ha jugado con el oportunismo geopolítico, aprovechando las fisuras entre las grandes potencias, pagando con petróleo sus deudas a China, permitiendo la entrada de capitales rusos e iraníes, al mismo tiempo que coquetea abiertamente con el "pragmatismo" de los grandes capitales petroleros norteamericanos y hasta con el propio Trump, ofreciendo una fuerza de trabajo sin ningún derecho laboral, barata, al borde de la inanición. Lo de Brasil y el nuevo bloque democrático y multilateral parece distinto. En todo caso, no entra ahí, porque exige unas condiciones de democracia que el madurismo teme.

Esta barajeo geopolítico es económico, ideológico y político. Debe ser tomando en cuenta por las fuerzas democráticas en Venezuela.



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Jesús Puerta


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