La guerra judía contra Irán, deja desnudos ante el mundo a los países pobres que buscan superar los ataques y amenazas que el imperialismo global lanza contra nosotros, al no visualizarse un apoyo decidido de ninguno de esos dos países, Rusia y China, en apoyo a Irán. ¿Cuáles son las consecuencias para nuestros países de esa situación? ¿Cómo nos afecta esa inacción?
Eso nos lleva a preguntarnos si no podemos esperar un compromiso con nosotros en los términos que una situación crítica exige. Y Venezuela es y lo seguirá siendo gran amiga y aliada de los tres, Irán, Rusia y China, porque lo quiere el pueblo y lo quiere el gobierno, aunque sean amores no correspondidos plenamente.
Las otras posibilidades es que nosotros, digo todos los países pobres necesitados de cooperación, idealizamos los acercamientos de Rusia y China, más allá de lo que eran realmente, acercamientos, soñando con una hermandad y una cooperación que nunca se planteó plenamente, trayendo estos resultados de frustración.
Y es que a raíz de esta guerra contra Irán, ya han ocurrido reacomodos en las fuerzas en pugna en los escenarios internacionales, de pobres contra ricos, escenario donde los pobres no tienen poder ni el poder, porque la forma que se le está dando al mundo, no es dirigida hacia el bienestar de todos, sino un fortalecimiento del capitalismo occidental en todas sus variantes, siguiendo la consigna de hacer a EEUU grande otra vez. Esta consigna puede no ser realizable en ciertos sentidos pero en otros como apropiación de territorios, saqueos de países, incremento del gasto militar global, superexplotacion, sí es posible y los países imperialistas se benefician de ese liderazgo con una expansión del sistema capitalista, mientras que Rusia y China, sin mirada estratégica medular hasta ahora, ceden espacios vitales ante el empuje agresivo del imperialismo colectivo.
Ha ocurrido así un reajuste significativo en las fuerzas que intervienen en estos escenarios internacionales, transformando la dinámica global de manera profunda. En este conflicto no solo reflejan las tensiones del Medio Oriente, sino que también revela un patrón de reorganización del poder a nivel mundial, donde los intereses del capitalismo occidental parecen consolidarse con un avance más en el medio oriente.
En lugar de promover un mundo guiado por el bienestar de todos los pueblos, las acciones y alianzas actuales parecen favorecer un fortalecimiento del bloque occidental en sus diversas formas, desde la economía hasta la política y la militarización. Además parece que Estados Unidos logró lo imposible hacer desconfiar a Rusia y China uno del otro, lo que hace pensar que sus intelectuales son más acertados hacia lo externo los de los ex socialistas. Claro en todo análisis hay que tomar en cuenta la tergiversación de hechos e interpretaciones de la mediática imperialista.
Es importante señalar que, en medio de esta pugna, Rusia tanto como China parece adoptar una postura que, en algunos casos, parece pasiva o incluso no queriendo comprometer a los intereses del imperialismo colectivo. Esta es la lucha final, ese es el escenario actual internacional por lo que no se puede ceder terreno, no hay más trincheras detrás de ellos.
Esta dinámica resulta preocupante, pues de ser cierta la interpretación que hago, evidencia una pérdida de autonomía y vulnerabilidad ante un orden internacional cada vez más dominado por un capitalismo hegemónico que prioriza su propia expansión por encima de la estabilidad y el bienestar universal, y el mundo que así se configura no está orientado hacia la justicia o la equidad, sino hacia la consolidación del poder excluyente y perpetúa las desigualdades globales.
Un aspecto volviendo a nuestra propia imagen de los aliados es que, muy a nuestro pesar pueden no ser tan grandes como uno quiere, en los términos de grandeza no solo en lo material sino en la visión estratégica y en el espíritu para comprometerse a pesar de las dificultades que se tengan. China a lo mejor fue así cuando ocurrió la guerra de Corea, pero hasta allí.
Esta actitud o comportamiento generará, aunque no se quiera, un debilitamiento del concepto de alianza con ellos. No es que vamos a romper relaciones, no, pero si Irán siendo un socio estratégico importante, que ha dado apoyos vitales a Rusia en Ucrania y firma grandes negocios con China, no se le atiende en momentos críticos, ¿Qué dejarán para los demás? Doble ganancia para EEUU que además, debilita estas alianzas creadas para contrarrestar su influencia. Un colapso negado de Irán demostraría que no pueden o no están dispuestos a apoyar a sus aliados en momentos de crisis.
De Rusia hay que decir que sigue golpeada por la destrucción de la Unión Soviética con el agravante que toda su prensa y medios son seudo fascistas, y de China que el espíritu de Confucio y el interés monetario se impone sobre el socialista, por lo que no parece tener ni amigos ni socios.
Si esta interpretación es correcta, se está enviando un mensaje desalentador a otros países que buscan su apoyo, sugiriendo que su respaldo podría ser inestable o poco confiable y que no somos tan importantes como para comprometerse más. Se percibe además en la negada derrota de Irán además de la carencia de apoyo significativo, carencias en la visión estratégica, falta de objetivos de alta calidad, y programas efectivos. Así que el colapso de Irán desgastará la credibilidad de Rusia y China como aliados devotos, con consecuencias geopolíticas y económicas significativas, tanto para nosotros como para otros países en el mundo.