Sin ninguna moderación Estados Unidos se lanza con el discurso que en Venezuela se vive una situación de riesgos humanitaria sin límites y desdeñando el papel que tienen en eso tanto ellos los Estados Unidos como los europeos.
Un elemento para desmontar ese discurso maligno de la crisis humanitaria sin par, que supuestamente padece Venezuela y que circula sin freno por las venas, arterias y vasos capilares comunicacionales del mundo, hay que recordar que si hubo una crisis humanitaria con Venezuela, pero fue tanto de EEUU como de Europa negando las vacunas para detener la epidemia COVID 2020. Apostaron a la muerte y padecimientos de todos.
Aun así Venezuela vacunó a toda su población, incluyendo a los líderes opositores que la adversan. Por lo tanto es propicio el momento para preguntar ¿Dónde se vacunó contra el COVID Machado?
Estas son observaciones que hay que introducir para cuestionar el discurso de la “crisis humanitaria” que se ha instalado como narrativa dominante. Y el caso de las vacunas contra el COVID es un ejemplo claro de su falsedad, pues mientras Estados Unidos y Europa negaban el acceso a dosis para Venezuela, el país logró vacunar a toda su población, incluso a los líderes que hoy adversan al gobierno. Ese hecho desmonta, al menos en parte, la idea de que el Estado venezolano es incapaz de atender a su gente, y muestra que la narrativa de “colapso absoluto” tiene un completo sesgo político y no un fundamento real.
La pregunta elocuente sobre dónde se vacunó Machado es además incisiva, porque expone la contradicción de quienes sostienen el discurso de crisis humanitaria se beneficiaron de la capacidad del Estado venezolano para garantizar vacunas, pero al mismo tiempo niegan esa capacidad en el plano político y mediático y propician grandes castigos para los que apoyan y viven de ese Estado venezolano. Farsante. Es un ejemplo de cómo se construye una fachada que no se corresponde con la realidad vivida.
No hay información pública disponible sobre dónde se vacunó María Corina Machado contra el COVID-19, yo creo que en Caracas. Lo que sí se sabe es que en diciembre de 2021 ella misma informó que había dado positivo en una prueba de COVID y que estaba tomando medidas de seguridad sanitaria. Los medios reseñaron su contagio, pero no existe registro oficial ni declaraciones públicas sobre el lugar o las circunstancias de su vacunación. ¿Por qué? Será porque en ese momento, la vacunación en Venezuela avanzaba con apoyo de acuerdos internacionales y producción de vacunas rusas (Sputnik V) y chinas (Sinopharm), además de algunas dosis gestionadas por el mecanismo COVAX de la ONU para suministra dos millones de dosis de la vacuna COVID-19.
También hay que repicar que el gobierno de Venezuela no se reúne regularmente para planificar ¿qué mal contra nuestro pueblo vamos a aplicar esta semana? Algo que si hace todos los gobiernos que apoya y apoyan a Estados Unidos, Argentina, El Salvador, Ecuador, etc. subiendo impuestos para la población pobre sin ninguna consideración.
Con esta aclaratoria hay que indicar que ningún gobierno se reúne con ese propósito de planificar “qué mal contra nuestro pueblo vamos a aplicar esta semana”; lo que ocurre es que las medidas de presión hostil, sumadas a las dificultades internas, generan efectos negativos que luego son atribuidos exclusivamente al gobierno de Venezuela. Con esa simplificación que es parte del juego mediático, se invisibiliza el papel de las sanciones y bloqueos, mientras se responsabiliza al Estado venezolano de todos los males.
Tampoco el gobierno de Venezuela se reúne para recibir las cuentas de las ventas de droga en los Estados Unidos, en que bancos se van a depositar allá y cuanto nos corresponde a cada uno. Esta acusación de que se organiza como una junta de narcotraficantes que reparte cuentas, simplifica y demoniza, pero no se corresponde con la lógica institucional de un país. Resulta ridículo pensar que un Consejo de Ministros se reúne con ese tipo de agenda. Si está pasando que las grandes dificultades, inflación, escasez, migración, se amplifican por las sanciones y bloqueos, y luego se presentan como pruebas de que el gobierno “planea” dañar a su pueblo. Es una inversión de la causalidad: se invisibiliza el papel de las medidas externas y se responsabiliza exclusivamente al Estado venezolano.
El problema es que estas representaciones, aunque falsas en su literalidad, son eficaces en el plano político y mediático. Sirven para sostener la fachada de “Estado fallido” y para legitimar acciones hostiles desde el exterior.
Asi tenemos que los compañeros de Machado como Juan Guaidó y la Asamblea Nacional opositora (2021) o hay constancia de que comunicaran dónde o cómo se vacunaron; la Academia Nacional de Medicina y médicos opositores desdeñaron las vacunas rusas y chinas, peor no hay testimonios personales de donde se vacunaron; Henrique Capriles pero no informó sobre su propia inmunización. Por lo antes reseñado consideramos que todos se vacunaron con las vacunas que obtuvo el estado venezolano.
El discurso de crisis humanitaria no solo es una fachada para engañar, y no se sostiene ante hechos como la vacunación masiva de Venezuela durante la pandemia. Esa narrativa, repetida por actores opositores y amplificados en medios internacionales, instala la idea de un Estado fallido incapaz de proteger a su pueblo. La evidencia demuestra lo contrario, incluso en condiciones de bloqueo y sanciones, se garantizó la inmunización, lo que desmonta la caricatura de colapso absoluto y expone la manipulación política detrás de ese discurso.
De esta guerra de narrativas contra Venezuela, sin lugar a dudas que la vacunación que hizo el Gobierno en Venezuela fue una victoria de soberanía y funcionamiento eficiente frente a los ataques mediáticos contra la población civil. No podrán convencer al mundo que Venezuela es un estado criminal por defender su soberanía.
