La Guaratara

Colombia en Adviento

Como hemos afirmado en las columnas anteriores, los conflictos de las identidades en Latinoamérica seguirán en pugna hasta que sus Estados, sus gobiernos y sus Pueblos se parezcan y la región entera se reconozca así: emancipada, diversa y participativa. De allí venimos; de la esencia bolivariana viene Colombia y hacia allá se dirige, solo que, parafraseando al Poeta: "nosotros los de antes, ya no somos los mismos". Hoy, la otra mitad de Colombia está movilizada. Una mitad que, por cinco décadas, reprimió, engañó y manipuló la burguesía con su aparato paramilitar y mediático, mientras otra mitad combatía en las selvas y montañas de la única forma como se puede enfrentar un Estado guerrerista, genocida y asistido por los marines norteamericanos. Esa mitad de Colombia en los campos, llanos y pueblos pudo experimentar la justicia y la equidad, la dignidad y la democracia popular, guiados por la fuerza infinita de "Tirofijo".

Ahora, lo que Duque y el uribismo manipulan como su gran burla a los Acuerdos de Paz, ha movilizado toda Colombia en una sola consigna, la misma de Marquetalia, pero también del Caquetá y el Cauca. En el paro y movilización, se unieron todas las valentías, las identidades, las ansias de justicia de Colombia, sin aquellas armas, pero con el mismo fervor, sin el sangriento estallido, pero con la misma determinación; sin los mismos métodos, pero por la misma razón: desplazar la dictadura de la burguesía criminal para construir una Colombia de todas y todos. Es el mismo sentir desde Arauca hasta Cundinamarca y, por mucho que el uribismo intente infiltrar y criminalizar las protestas, el Pueblo ya no quiere poner más víctimas, de modo que lucha con impecable audacia. Tenaz, como suelen decir en Bogotá, manteniendo la protesta cívica para ir abriendo los caminos de la victoria. Son las mismas pisadas de antes; de botas de caucho, descalzos, ahora con tenis, tacones, patinetas, bicicletas: los de antes ya no son los mismos.

De nada han servido las represiones, la penetración de paramilitares a las marchas ni los toques de queda. Así las cosas, al uribismo no le queda otra que la truculencia; la distracción mediática y conversacional, el uso de la plataforma partidista de derecha y el teatro internacional involucrando a Venezuela y las complejidades de una frontera que es común en lo tangible e intangible, pero valorando la determinación de ese Pueblo; su cultura, su pasión, su Caribe, su Pacífico, su humanidad, frente a la brutalidad, arrogancia e inmoralidad de la dirigencia que envilece Nariño, es evidente que la humanidad se impondrá, que la justicia y la paz se impondrán porque nunca antes, un Estado y un gobierno llegó a ser tan opuesto e inconsistente con su geografía y con su pueblo.

De toda la diversidad que caracteriza a Colombia, hago referencia al Adviento por su fervor cristiano; su devoción y su decisión de asumir esta lucha en el momento de esperanza que simboliza el cirio verde de la corona navideña. La Colombia cristiana y humana sabe que su lucha no cesará hasta encender el más puro y anhelado de los cirios del adviento: el blanco de la Paz, la verdadera Paz que ahora se defiende desde las calle, Universidades, desde Cali, Soacha, la Bolívar, los muchachos y hasta las cuchas salen a reclamar, tinto en mano, como José Arcadio Buendía aquella noche antes de pronunciar esa cifra que no debería repetirse jamás en Macondo.



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Joaquín Román Rondón Santiago

Profesor universitario

 unellezjoaquin@gmail.com      @LaGuaratara

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