Luchemos por el socialismo

A pesar de los asesinatos a manos de la burguesía de gentes del pueblo, y del daño económico-social ocasionado al país por el golpe de estado del 11 de abril 2002 y el sabotaje petrolero. Tenemos derecho a afirmar que en esta década los Bolivarianos fuimos persistentes, pacientes y honestos con la burguesía oposicionista, pese a su encarnizado odio por nosotros los chavistas, y por el pueblo pobre. Para legitimar sus ejercicios de súper clase consideran oportuno difamar y atacar al Presidente Chávez, la Revolución y todas las instituciones y leyes por ella creadas. No logro entender porque los Bolivarianos tenemos que dar cuenta a la oposición burguesa y fascista, en la historia de las opiniones políticas que nos proponemos, en resumen, de muchos hechos doctrinales abiertamente contrarios a los intereses creados de esas minorías, a los sentimientos e ideas de nuestra Revolución, sin que nos sea lícito falsear ni mitigar su verdadero sentido. Sabemos que, la constitución de un gobierno de izquierda es la negativa del reconocimiento definitivo por parte de la burguesía del Proyecto socialista, porque afecta sus intereses de clase.

Analicemos el ayer puntofijista y comparemos con el hoy revolucionario: No todo era libertad en esa Venezuela racista y clasista. El trabajo científico tropezaba con los baluartes del oscurantismo de la Iglesia Católica, y aún había reglamentos de censura que prohibían: los artículos en que se vertieran máximas o doctrinas que conspiraran a destruir o alterar los derechos y prorrogativas de la burguesía. Las preocupaciones de instrucción elemental características de una sociedad que tiene que contar con trabajadores que sepan leer, escribir y calcular, no eran compartidas por la mayoría de los gobiernos turnantes. Los más avanzados ya hemos visto que apenas tuvieron tiempo de enfrentarse con problemas tan vitales como el poder material de la Iglesia y las supervivencias del colonialismo esclavista.

El programa de gobierno de los IV republicanos resultó obra maestra de “equilibrio y ponderación” entre las aspiraciones del clientelismo político y las exigencias de la oligarquía, dejaban para mañana las reformas político-sociales que el pueblo exigía y cerraban el paso a la reforma de la Constitución. La forma de esos gobiernos, era el caciquismo como sistema de dominación política; las distintas policías como defensa de sus intereses; y el Ejército como instrumento político de dominación y no de defensa de la Nación. La forma de gobierno era una “democracia absoluta” de dos partidos cuyo presidente era su majestad el cacique. Los políticos puntofijistas vivían haciéndose carantoñas unos a otros. Dejaban de golpearse porque esperaban que cuando le tocara el turno al otro de estar arriba, golpeara menos duro. Sabían que el favor de hoy será cobrado mañana. Por eso como son de la misma empresa y no se tiraban a muerte olvidándose que el poder es cuestión de vida o muerte. Con Chávez la cosa es distinta. Aquí no hay más voluntad, que es la del pueblo.

Desgraciadamente, en esa Venezuela IV republicana, la política que se tenía por “seria y formal” era la política de adecos y copeyanos, y se estimaba como mayor prenda de hombre de Estado el ser un dirigente de esos partidos. No habría ciertamente ningún venezolano tan cándido que, por mucha virtud que tuviera y por alta que fuera su inteligencia, lo creyense un político “tan serio y respetable” como Don Rómulo Betancourt y el Dr. Rafael Caldera, lo cual sin duda, nace de que el sátrapa Betancourt es fundador de Acción Democrática, y el santurrón Caldera lo es de Copey, los demás son simples ciudadanos. Esos “líderes” del disparen primero y averigüen después, imbéciles, entreguistas, ladrones, asesinos, en fin, eran los que fungían de jefes de esas macollas, eran los que podían inmortalizarse y recoger los laureles de la victoria.

Las elecciones en los gobiernos adeco-copeyanos: las fabricaban desde los cogollos de esos partidos, a base del llamado “encasillado”, es decir, la previa asignación de los amigotes políticos para los puestos de senador o diputado, dejando, claro es, cierto margen para los partidos que estaban en la “oposición”. Colocaban la urna electoral y detrás el delegado del partido “turnante” rodeado de “cuatro amigos cabilleros” convertidos en interventores. Inútil insistir sobre el hecho de que las listas electorales en aquella época se confeccionaban de manera muy particular. En cuanto a los procedimientos, no vale la pena detallar, basta con recordar el significado de los términos “acta mata voto”.

Vamos analizar que sucedía con la propiedad de la tierra en la Venezuela puntofijista. Desde las fértiles orillas que baña el lago de Maracaibo, hasta las riberas del Orinoco y el Apure donde natura prodigó sus dones a manos llenas; donde hay sol esplendoroso y sin igual, ambiente puro, agua, tierra feraz, para cosechar ricos productos; para ese tiempo en aquella Venezuela, donde es lo cierto que el terrible cáncer latifúndico estába más desarrollado. ¿Qué sucedía con la propiedad? La propiedad era causa también de que, como le ordenaban a sus policías: detengan a todo aquél que no quiera acatar nuestras decisiones. Nos hallábamos a cada paso con la policía que venía a decirnos: No pases por esa vereda porque es de propiedad particular; no te abrigues a la sombra de ese árbol, porque no es tuyo; no vengas a beber agua de ese manantial, porque ese manantial no te pertenece. Recuerden que la expropiación y desalojo de los campesinos de las tierras, no había hecho sino agravar la situación de la mayoría de estos trabajadores, a partir de ese momento comienza una transformación. La población rural desaparece, no se trata únicamente de un traslado de la población rural a las grandes ciudades, sino de un crecimiento demográfico urbano. La policía siguiendo órdenes de los gobiernos puntofijistas, cargaba furiosamente contra los conuqueros cayendo muertos muchos de ellos y heridos bastantes más en esos días que han pasado a la triste historia de nuestra Patria. No contentos con hacer los desalojos de las tierras, se metían en las viviendas aterrorizando a sus moradores, proliferando bochornosos insultos, y al desgraciado que se descuidaba le sacudían de plano tremendos garrotazos. Los asesinos intelectuales estaban a larga distancia; los presos y los finados eran las gentes del pueblo; nuevo desengaño para no fiarse actualmente de suposiciones gratuitas, para no confundir la realidad con la posibilidad y no alucinarse en las elecciones del 26-S con plausibles apariencias.

No vacilo un momento en creer que el socialismo nos separará finalmente de la burguesía adeco-copeyana, apátrida y esclavista, del capitalismo, de la Iglesia Católica y del imperialismo. Llámese una segunda independencia o lo que sea, ya que es la causa de nosotros el pueblo, y seguiremos adelante. Y cuando nosotros el pueblo asumamos nuestra responsabilidad, haciéndonos un pueblo dependiente sólo de sí mismo, entonces nuestra primera gratitud se demostrará mediante un acto de legislación socialista, que pondrá fin a la intromisión de los imperialistas en nuestra Patria, aliviará la dura suerte de todo nuestro pueblo y nos procurará la libertad. En aras de la libertad —la libertad frente a la burguesía, la aristocracia, la esclavitud y toda especie de tiranía—, defendiendo la causa de nuestra Venezuela.

Para juzgar la influencia moral de estas instituciones sobre nuestro país, tenemos que considerar la clase de impulso que representaban esas instituciones, y el grado en que las instituciones aumentaban la eficacia del impulso en nuestras comunidades. La injusticia, la marginalidad, la miseria que existía y existe actualmente en el país son una herencia de esas instituciones del pasado puntofijista, y su raíz es económico-social: explotación y esclavitud por la clase burguesa. Con nuestro Proyecto Bolivariano y socialista lucharemos, por proporcionar una existencia digna a los venezolanos en toda nuestra Patria, contra la influencia de la burguesía y contra la influencia del imperialismo que prefieren las guerras, la expoliación de nuestros recursos naturales, el sida, las drogas, la especulación y el hambre.

Es un error suponer que las admirables consecuencias logradas en el primer momento del derrumbamiento de los puntofijistas pueden continuar indefinidamente. Sin duda el ideal Bolivariano es una cierta rigidez de acción, más una cierta plasticidad del pensamiento, pero esto es difícil de lograr en la práctica excepto durante los breves períodos de transición. Y parece probable que, si las viejas ortodoxias decaen, surjan nuevos códigos rígidos de las necesidades de conflicto. Hay, de todos modos, el consuelo, de que la persecución de la opinión tiene un admirable efecto sobre el estilo de la burguesía. En la actualidad, el Estado, está en las garras de los prejuicios morales y religiosos de la clase burguesa que hacen totalmente imposible tratar al pueblo de una manera libre e igualitaria. Mientras el capitalismo y la ética tradicionales sean tenidas en cuenta por los politiqueros de la revolución, los métodos patrocinados en estas contribuciones no serán empleados en ninguna institución sobre la cual tenga un dominio el Estado.

Ha llegado la hora, el destino inicia la revancha venidera de la Justicia sobre el Privilegio. La vieja máquina de la burguesía capitalista ha decidido morir como todos los desesperados, por el suicidio.

¡No volverán!

Salud Camaradas.

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte.

¡Venceremos!


manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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