Estamos todos convalecientes de ese mal llamado sectarismo

Estamos todos convalecientes de ese mal llamado sectarismo. Y, ¿a qué conduce el sectarismo? Conduce a la copia mecánica; conduce a los análisis formales; conduce a la separación entre la dirigencia y las masas.

Si nosotros, también desorientados por el fenómeno del sectarismo, no alcanzamos a recibir del pueblo su voz, que es la voz más sabia y más orientadora, sino alcanzamos a recibir las palpitaciones del pueblo para poder transformarlas en ideas concretas, en directivas precisas, mal podíamos decir, que el poder es del pueblo.

El sectarismo es como un mal que hubiera tenido inconsciente a una persona. Cuando el mal cede, el cerebro se recupera, se recupera la claridad mental, pero todavía los miembros no coordinan bien sus movimientos. Los primeros días después de levantarse del lecho el andar es inseguro y poco a poco se va adquiriendo la nueva seguridad. En ese camino estamos nosotros. Y así debemos definir y analizar todos nuestros organismos objetivamente para seguir limpiando. Saber que todavía caminamos con pasos vacilantes para no caernos, para no tropezar e irnos al suelo; conocer nuestras debilidades para aprender a resolverlas; conocer nuestras flaquezas para liquidarlas y adquirir más fuerzas.

Esta falta de iniciativa propia se debe al desconocimiento de la dialéctica que mueve los organismos de masas, el olvidarse que los organismos como el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no pueden ser un simple organismo de dirección, algo que mande directrices constantemente hacia las bases y que no reciba nada de ellas. Se piensa que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), o todas las organizaciones que conforman el Polo Patriótico, son organizaciones de una sola línea, una sola línea que va desde la cabeza hacia las bases, pero que no tienen un cable que retornara y traerá la comunicación de las bases. Y de este doble y constante intercambio de experiencias, de ideas, de directrices debían nacer los lineamientos a seguir más importantes, las que hicieran centrar el trabajo de nuestro pueblo. Al mismo tiempo se podrían recoger los puntos en que estuviera más flojo el trabajo, los puntos donde se flaqueara más.

Hoy vemos, en esta revolución bolivariana que hay lideres salido de la comunidad misma que pueden entregar su vida cien veces por esta revolución, que se les llama para cualquier tarea concreta y esporádica y marchan en masa hacia ella, sin embargo hay compatriotas, que van, y se retiran, firman lo que tienen que firmar (la lista de asistencia) y se van, hacer otras cosas, que nada tienen que ver, con el llamado que se les hizo.

Y el resultado es que la actitud fundamental, la actitud de vanguardia del pueblo, la actitud de ejemplo viviente que conmueve, que lleva adelante a todo el mundo como hizo el pueblo el 12 y13 de Abril, esa actitud quisiera que se repitiera todos los días, hasta en el trabajo. La responsabilidad que debe tener el pueblo venezolano hoy, es para afrontar los grandes compromisos, y el compromiso mayor es la construcción de la sociedad socialista. Hay debilidades grandes y hay que trabajar sobre ellas: trabajar organizando, trabajar puntualizando el lugar donde duele, el lugar donde hay debilidades que corregir. Y trabajar para poner bien claro en las conciencias del pueblo venezolano, que no puede ser socialista aquel que solamente piensa en la revolución en el momento álgido del sacrificio, en el momento del combate, de la aventura heroica, de lo que se sale de lo vulgar y de lo cotidiano y, sin embargo, en el trabajo es mediocre o menos que mediocre.

El pueblo venezolano tiene que construir un futuro en el cual el trabajo será la dignidad máxima del hombre, el trabajo será un deber social, un gusto que se da el hombre, el trabajo será creador al máximo. Y todo el pueblo venezolano deberá estar interesado en su trabajo y en el de los demás, el avance de la sociedad día a día. Con esto se fortalece La revolución bolivariana, la que estamos haciendo todos los días. Y también para poder defenderla hay que ir haciéndola, construyéndola, fortificándola, con ese trabajo que tenemos que hacer día a día, hay compatriotas con una escasa mentalidad, con la mentalidad proveniente del mundo capitalista, de que el trabajo es sí un deber, es una necesidad, pero un deber y una necesidad triste.

¿Por qué pasa eso? Porque todavía no hemos sido capaces de darle al trabajo su verdadero contenido. No hemos sido capaces de unir al trabajador con el objeto de su trabajo y, al mismo tiempo, de unir al trabajador con la conciencia de la importancia que tiene el acto creativo que realiza día a día, porque esto presupone la socialización de los medios de producción. El trabajador y la máquina, el trabajador y el objeto sobre el que se ejerce el trabajo, todavía son dos cosas diferentes y antagónicas. Y ahí hay que trabajar, porque deben ir formándose nuevas generaciones que tengan el interés máximo en trabajar y sepan encontrar en el trabajo una fuente permanente y constantemente cambiante de nuevas emociones; hacer del trabajo algo creador, algo nuevo.

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José Antonio Velásquez Montaño


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