En el llano el ganado es salvaje, básicamente se cumple la fase de levante, es decir llevar al animal hasta una edad en la que puede ser vendido para el engorde. La razón para ello es que el suelo llanero es muy pobre en nutrientes y capa vegetal para la producción de alimentos. Bajo esas condiciones, todos los años, el ganado se "entrega a la sabana" para que ella lo alimente durante 6 u ocho meses y luego se recoge para la venta. Por supuesto que es un animal que se hace salvaje porque es libre. El manejo sanitario, producto de esa condición salvaje, se torna dura. Por ello el llanero produce los madrineros, es decir, toros capados, bueyes mansos y dóciles que ayudan a arrear al ganado hasta los corrales en donde se les vacuna, se les baña, etc.
En lo personal creo que quienes asumimos el rol de líderes, estamos fungiendo de castradores, no de ganado, sino del espíritu combativo del pueblo, del brío del pueblo, de ese espíritu que lo hace revolucionario, así como lo hicieron los españoles con nuestros verdaderos patriotas. Y lo estamos haciendo de muchas maneras, algunas de ellas transitan desde la visión mesiánica del camarada y compatriota Hugo Chávez, pasando por la reproducción de la noción de mendicidad que rige las relaciones gobierno pueblo, hasta la actitud sumisa que adoptamos ante las tareas básicas, en especial en la práctica y el discurso diario. Y lo que estamos cercenando es, nada más y nada menos que la capacidad de movilización del pueblo, la fuerza motora del proceso. Al final tendremos, por proceso, un buey rojo rojito, que como todo buey sólo sirve de madrina del rebaño. Algunas de las cosas que contribuyen con esa docilidad del espíritu y somnolencia ideológica son:
1. Asumir que el pueblo, por el sólo hecho de inscribirse en esa categoría, ya es revolucionario, desconociéndose que es el nivel de desarrollo de los modelos socioeconómicos y de las formas que en ellos adquieren las relaciones de producción (escenario en el que se materializa la lucha de clases) y, en consecuencia, la producción, la política, la economía, la religión, el que define ese carácter revolucionario. Esta primera vaina ha enchinchorrado a más de un "líder claro" de la Revolución Bolivariana "porque ya la Revolución se hizo y ahora toca vivir de ella".
2. Hablar en tercera persona tanto del plural como del singular: - El pueblo demostró que no tiene claridad ideológica… El pueblo siempre tiene la razón… Vamos a dictarle talleres de formación ideológica al pueblo… El pueblo no leyó la Reforma… Los camaradas no salieron a explicar la Reforma …- En fin una serie de expresiones con las cuales, los líderes (los naturales, los verdaderos, los advenedizos, los iluminados, los autonombrados, los pico de oro) nos asumimos una especie de "clase de pueblo" diferente, seres a los cuales la carga ideológica de todos los años anteriores a la última década no nos hizo también mercancías, seres enajenados, alienados como a todo el pueblo; nos consideramos con claridad ideológica, que no necesitamos talleres, que si comprendimos la reforma, que nacimos socialistas.
3. La práctica constante del egocentrismo. En la mayoría de los actos que se organizan ocurren varias de las siguientes situaciones o todas ellas: a) Un invitado especial, la figura central que trae lo último, que viene a decir que pasó y dictar "la línea y las tareas que arriba han decidido"; para tal cometido emplea dos horas del acto y cuando toca a la gente expresarse sólo tienen 3 minutos; b) A los presentes se les asigna el papel de "preguntones para aclarar dudas", es decir, las esponjas secas, vacías, "seres ávidos de saber" que con seguridad no "han analizado ni estudiado nada"; c) El invitado tiene otra reunión y debe irse, entonces deja a alguien encargado para que oiga a los presentes; d) El invitado o encargado tiene la última palabra: responden las preguntas y sus respuestas son las que deben ser, no hay debate, no hay confrontación, ¡Cálensela, habló el que sabe, vayan a cumplir las tareas!.
4. Considerar que la revolución la hacen los líderes, es mas el proceso es el líder, pero un líder por encima del proceso mismo; el pueblo es objeto no sujeto, "es sustantivo no verbo". Esto no es más que la reproducción de la visión positivista de la ciencia, ámbito al que la revolución no se ha acercado nada. Todo el andamiaje ideológico neoliberal sigue vivo y alimentado por "el proceso" en la educación y la cultura en general. En esencia es la negación de la revolución.
5. Creer que diez años de conmoción política no ha repercutido en la conciencia política del pueblo. Se sigue actuando como si todavía estuviéramos en el 98, en la génesis de este proceso. Seguimos viviendo de febrero de 1992 y de abril de 2002 y nos olvidamos de 1989.
Si queremos salvar todo el avance político que hemos dado en 10 años, si queremos preservar el control político del gobierno, si realmente estamos convencidos de iniciar la verdadera revolución, de construir el socialismo; si tenemos conciencia de la tremenda responsabilidad que adquirimos con todos las luchas emancipadoras de los pueblos del mundo, en fin, si comprendemos todos estos SI (y los que no menciono), es impostergable: 1) Producir un programa revolucionario que movilice al pueblo, que rescate su espíritu combativo. Este programa debe contener un plan con dos grandes ejes: un eje de reivindicaciones (modificación de las condiciones materiales de vida) y un eje que de contenido socialista a la práctica revolucionaria. Este programa debe producir capacidad para intervenir y transformar, para revolucionar. 2) Generar formas de organización que garanticen y generen capacidad para decidir y 3) Producir un conjunto de instrumentos normativos que garanticen al pueblo capacidad para actuar. Y un eje transversal: todo debe fundamentarse en los conceptos de participación y protagonismo, si ello la noción de Poder Popular no será más que una farsa.
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