Guerra de sexos

Tal como están las cosas en España y en parte de Occidente acerca de las relaciones mujer y hombre, podría decirse sin exagerar que hay una lucha, que si antes de esta intensa campaña iniciada en España con el tránsito de la dictadura a la democracia burguesa fue de clases, ahora es de sexos. Y no sólo de los dos sexos llamémosles "oficiales", si no de los diferentes que existen en la sociedad humana.

Pero, ciñéndonos a mujer y hombre, los dos únicos sexos que procrean, a impulsos de una mentalidad muy extendida ahora genéticamente reivindicativa, la sociedad española, que no se cansa de cuantificar el número de las mujeres matadas por hombres desde la aparición del "hombre" sobre la Tierra, lleva dos caminos. Dos caminos que habrán de terminar, o en la ruptura virtual entre los dos sexos reducida la relación al coito, o en la androginia. El andrógino es un ser con rasgos sexuales de hombre y de mujer…

Por supuesto que los procesos biológicos suelen ser muy lentos, y su final, tanto en un caso como en el otro, no lo verán estas generaciones. Pero sí algunos de sus efectos iniciales. De momento se me ocurre que, ante la preponderancia actual de la mujer sobre el hombre por razones merecidas relativas a sus capacidades, y también por su derecho a desempeñar en la sociedad los roles que durante milenios le han sido vedados, el hombre está pasando a un segundo plano. Pero por eso mismo, también empieza éste a dar muestras de cohibirse, de retraerse, secretamente atemorizado por la pujanza de la mujer y las amenazas que se ciernen sobre él en las situaciones habituales de la relación entre ambos sexos. De momento lo que observo es una mayor tendencia a preferir en el día a día, la relación entre hombres entre sí y mujeres entre sí, a la relación entre mujer y hombre. Por otro lado, siendo el motor principal de la sociedad occidental y por supuesto de España el consumo (de modo que una educación tenaz en contra del consumo supondría un desmoronamiento del sistema), para vender más ejemplares y subir la audiencia en las televisiones, los medios de comunicación, empujando constantemente a escandalizar y a dramatizar a la sociedad con esos reiterados conteos de mujeres muertas a manos de hombres, intensifican severamente el ritmo de distanciamiento entre hombres y mujeres. Eso, y los casos particulares de tanta denuncia arbitraria de mujeres que por definición saben, que no van a ser cuestionadas por un juez.

En realidad, no sabemos cómo terminará el asunto a lo largo del tiempo pero de momento, deben ser muchísimos los hombres con miedo inicial al tratar más o menos eventualmente a una mujer de menos de medio siglo de edad. Y a todo esto, con este movimiento feminista radicalizado, ha quedado abandonada la lucha por la igualdad social…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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