“Piensa en todos para que todos piensen en ti.”

La revolución del pensamiento debe acompañar a la revolución política y a la económica. Así pensaba el maestro del Libertador. Nosotros en Venezuela estamos dentro de un proceso revolucionario que implica la revolución de nuestro pensamiento. ¿Qué quiere decir esto? Significa un cambio radical en nuestra manera de ser, pensar y hacer las cosas. Así como Simón Rodríguez luchó afanosamente hasta sus 83 años de edad por romper el cerco de una forma de ver al mundo establecida por el pensamiento colonialista, así mismo hoy, nosotros, en el inicio del tercer milenio, en la Venezuela revolucionaria, socialista y bolivariana, siguiendo la conducción de nuestro líder el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías, nos encaminamos hacia la destrucción del paradigma mental que estableció el capitalismo durante los últimos dos siglos de transculturización abominable. Este modo de pensar capitalista durante dos siglos se ha convertido en hegemónico. Ha querido imponerse a través de todas las formas posibles en las naciones y pueblos. ¿Y qué ha dado como resultado? El sistema capitalista mata un niño cada tres segundos, de manera que antes de que terminemos de decir lo que pensamos ya ha muerto un niño o niña de hambre en el planeta. Simón Rodríguez dio su vida para cambiar este modelo inhumano de pensar, porque sabía que era producto del interés individual, conocía muy bien la naturaleza humana, y también se daba cuenta de que sino inventábamos, sino dejábamos de imitar a los que venían de Europa o EEUU íbamos a equivocarnos. Así lo hicimos. Nos equivocamos hasta que desde el 27 de Febrero de 1989 el pueblo indignado explotó contra el sistema capitalista, y por extensión contra el imperialismo. Tres años después la fuerza armada bolivariana conducida por Hugo Chávez se rebeló al imperio. Diez años después del Caracazo nacía la CRBV. Y todo este movimiento de pueblo, ejército y líder se conjugan en una unidad indestructible que tras 8 años de revolución refunda la patria siguiendo fielmente la llama de Simón Rodríguez y la espada de Simón Bolívar. Luz para encender la conciencia revolucionaria y arma para combatir la ignorancia, el conocimiento que se convierte en conciencia. El pensamiento en movimiento, como lo quería el filósofo de Moral y Luces. Simón Rodríguez fue un insurgente contra el pensamiento de la colonia, porque este era un obstáculo para las nacientes repúblicas. Así como hoy el pensamiento capitalista es un obstáculo para la república socialista bolivariana que inventa la racionalidad bolivariana socialista endógena cuyo fundamento es la libertad, que aspira al bien de toda la comunidad, no solo local sino mundial, y que defiende sólo al imperio de la ley. Para ello Simón Rodríguez reclama el nacimiento de un nuevo sujeto republicano, que hoy llamamos el nuevo ciudadano y ciudadana socialista bolivariano. Por ello infunde y divulga la necesidad de la educación popular, esto es, entiéndase bien, educación para todos. Sólo así podremos construir el Socialismo del Siglo XXI, a partir de la formación y creación de una comunidad igualitaria, justa y soberana que tenga en su seno ciudadanos y ciudadanas libres. Cuando hayamos destruido en nosotros mismos la conciencia egoísta, individualista y egocéntrica es porque habremos transformado nuestra mentalidad hacia una conciencia socialista, solidaria y comunitaria. El capitalismo sigue obstaculizando nuestras vidas con la miseria, el hambre y las enfermedades. El socialismo bolivariano responde hábilmente dándole poder al pueblo, estimulando la producción socialista y la soberanía alimentaria, y socializando la salud y la educación. El imperio ataca con una nueva trampa mundial: convertir los alimentos en combustible, es la nueva línea económica de la política exterior de la dictadura mundial. Se requerirán 320 millones de toneladas de maíz para producir 132 mil millones de litros de etanol para el 2017 . Con esta línea satánica, el imperio globalizará el hambre al quitarle el alimento a los pobres, globalizará el latifundio al quitarle la tierra a los campesinos que la trabajan, y gobalizará la tala y la quema produciendo más cambios climáticos radicales e irreversibles, que todos conocemos, producen como reacción las innumerables sequías, inundaciones, sismos y demás catástrofes naturales. El socialismo bolivariano que Simón Rodríguez dejó para nosotros en su pensamiento creativo es producto de la invención, la variación y la originalidad contra la mentalidad rígida, exclusivista y mediocre de la época colonial; y es actual porque el pensamiento imperialista es el sucesor en el tiempo y en el espacio del colonialismo. Este pensamiento único que el imperialismo defiende lo vemos en la rigidez y uniformidad de la comida chatarra, la dictadura satánica de las marcas a consumir sin necesidades reales, a la educación del caletre y la mentira, a la salud que depende cada vez más de las drogas, al valor del dinero y la usura, y no del trabajo y el intercambio igualitario. Simón Rodríguez no pretendió decretar la transformación de la mentalidad de los latinoamericanos, sino que impulsó una revolución del pensamiento a travéz de una revolucionaria pedagogía cuya meta fundamental es liberar al hombre y a la mujer de las ataduras del vicio que promulga un sistema autodestructivo e inhumano. Hoy su ideal está vigente, y su pensamiento está a máxima revolución activado. Con el espítitu revolucionario socialista y bolivariano de Simón Rodríguez combatimos al imperialismo que pretende condenar a muerte por hambre y sed, miseria y enfermedades a los pueblos del Tercer Mundo hoy alzados y rebeldes. Con su luz y guía, estamos construyendo el Estado Comunal, la Patria Grande, la que soñó su mejor alumno, la que soñamos cada uno de nosotros aquí reunidos para nuestros hijos. Por eso decimos: ¡Piensa en todos para que todos piensen en ti!

Mforti9@cantv.net