Marx señalaba: Qué la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores

—Marx enfilaba al porvenir, Proudhon marchaba hacia atrás.

Proudhon empezó considerando que "la propiedad es un robo" y que el mejor gobierno es "el gobierno de la anarquía" para terminar visitando a Luis Bonaparte, dedicándole sus mejores elogios, pidiéndole permiso para publicar su obra "La revolución social demostrada por el golpe de Estado, combatiendo la acción sindical de los trabajadores. Para establecer la igualdad entre los hombres —había dicho Proudhon— "basta generalizar el principio de las sociedades de seguros, de explotación y de comercio". De contradicción en contradicción, Proudhon termina renegando de todo principio revolucionario.

La década de 1860 a 1870 es la que ofrece en el orden internacional todo el proceso de formación del movimiento obrero en torno a la Asociación Internacional de los Trabajadores, de la Primera Internacional. Culmina este período con la gloriosa Comuna de París. El Consejo General de la Internacional establecido en Londres y cuyo secretario para España y Portugal era Pablo Lafargue, y más tarde, Engels. Muerto Proudhon, Bakunin en ciertos aspectos venía a dar continuidad a su obra.

La Segunda Internacional en 1910 proyectó una gira por los países del Nuevo Continente, la realizaría Pablo Iglesias, comenzándola en Chile, gira que no llegó a efectuarse y que, sin duda, habría contribuido a consolidar los contactos de la Internacional con aquellas agrupaciones y, con ello, a la organización y desarrollo del socialismo en América. Pero, en lugar de Pablo Iglesias, desplazóse a la Argentina, en 1911, Jean Jaurés, el gran tribuno del socialismo francés. De su viaje, no obstante su acusada personalidad, no podían esperarse los mismos resultados que los que se habrían obtenido si Pablo Iglesias hubiera recorrido las repúblicas hispanoamericanas. El deber de esa misión por muchas razones correspondía al socialismo español, que no pudo o no quiso cumplirlo. A la política de aislacionismo de ciertos dirigentes norteamericanos hacia el movimiento obrero europeo correspondía éste con otro tipo de aislacionismo hacia el movimiento obrero del Nuevo Continente.

Los Socialcristianos buscan constituir una Internacional:

El desarrollo del movimiento sindical en algunos países lleva a la celebración de reuniones internacionales en las que se va perfilando la idea de la creación de una Internacional de sindicatos católicos.

En julio de 1900 celébrase una Conferencia Internacional de estas organizaciones en Aix-la-Chapelle (Bélgica), en la que están representados los Sindicatos católicos de Alemania, Bélgica y Holanda. Esta Conferencia es el antecedente de una acción de relaciones internacionales de los sindicatos católicos que determinó la creación de un Secretariado internacional En la Conferencia celebrada en Zurich en 1908, transformado más tarde en la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos.

En el porvenir un excelente laboratorio de vida económica descentralizada y al mismo tiempo una formidable fortaleza política para las mayorías cristianas la mayoría burguesa del poder central, después que una autonomía seria ser realizada:

—"Los socialcristianos decían, o dicen: Dios mío, sálvame de mis enemigos; defiéndeme de los que me atacan y protégeme contra los hombres sanguinarios. Ven en nuestro auxilio contra el adversario, porque vano es el auxilio de los hombres. Con Dios haremos proezas; porque eres mi refugio, la fuerte torre contra el enemigo y encuentre abrigo a la sombra de tus alas.

"Los que quieren quitarme la vida caerán en lo profundo de la tierra. Serán entregados al poder de la espada, y ampárame contra la conspiración de los malvados; contra la turba de los malhechores, para herir a escondidas al inocente; para alcanzarlo de improviso, a mansalva.

"En sus días florecerá la justicia, y abundará la paz y la violencia los cubre como un manto. ¿Quién se levantará en mi favor contra los malhechores? ¿Quién se juntará conmigo para oponerse a los malvados?"

—El problema de la cuestión judía fue discutido y, por unanimidad, el Congreso de la nueva Internacional aprobó la siguiente resolución:

Los partidos socialistas y obreros de todos los países siempre afirmaron que no podía haber para ellos antagonismos o combate de razas o nacionalidades, sino sólo la lucha de clase de los proletarios de todas las razas contra los capitalistas de todas las razas. Condena las excitaciones antisemíticas y filosemíticas como una de las maniobras por las cuales la clase capitalista y los gobernantes intentan hacer desviar el movimiento socialista y dividir a los trabajadores.

—Estos conceptos de Marx y de Engels los ha hecho suyos en nuestros días todo el proletariado en lucha por su emancipación. Pero cuando los dos amigos, en la década del 40, participaron en la literatura socialista y en los movimientos sociales de aquel tiempo, estos puntos de vista eran completamente nuevos. A la razón había muchos hombres de talento y sin talento, honrados y sin honradez, que, en el ardor de la lucha por la libertad política, en la lucha contra la autocracia de los monarcas, de la policía y del clero, no percibían el antagonismo existente entre los intereses de la burguesía y los del proletariado. Estos hombres ni siquiera admitían la idea de que los obreros actuasen como una fuerza social independiente. Por otra parte, ha habido muchos soñadores, algunas veces geniales, que creían que bastaba tan sólo convencer a los gobernantes y a las clases dominantes de la injusticia del régimen social existente para que resultara fácil implantar en el mundo la paz y el bienestar general. Finalmente, casi todos los socialistas de aquella época y, en general, los amigos de la clase obrera consideraban al proletariado sólo como una úlcera y veían con horror que, paralelamente al crecimiento de la industria, iba creciendo también ésta úlcera. Por eso todos ellos pensaban en el modo de detener el desarrollo de la industria y del proletariado, de parar "la rueda de la Historia". Contrariamente al horror general ante el desarrollo del proletariado, Marx y Engels cifraban todas sus esperanzas en el continuo crecimiento numérico de éste. Cuantos más proletarios haya, tanto mayor será su fuerza como clase revolucionaria y tanto más próximo y posible será el socialismo. De expresar en pocas palabras los méritos de Marx y Engels ante la clase obrera, podría decirse que enseñaron a la clase obrera a tener conocimiento y conciencia de sí misma y sustituyeron los ensueños por la ciencia.

—"He aquí por qué Engels y su vida deben ser conocidos de todo obrero; he aquí el motivo de que insertemos en nuestra recopilación, que, como todo lo que editamos, tiene por objeto despertar la conciencia de clase de los obreros del mundo, un esbozo sobre la vida y actividad de Federico Engels, que es uno de los dos grandes maestros del proletariado contemporáneo".

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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