Crítica ácida

Alegre de admitirlo si me equivoco

Esta ácida será breve, espero la aceptación de APORREA al redactar tan cortas líneas, reitero satisfacción por hacer públicas las opiniones hace más de quince años. A raíz de declaraciones atribuidas al maestro rural y campesino de humilde actitud, hoy presidente en funciones en el Perú, José Pedro Castillo Terrones, supuestamente en su derecho habría expresado que no era "ni comunista ni chavista", me excedí basándome en unas presuntas declaraciones suyas, 24 horas después una y mil veces prometo disculpas, caí en la trampa de la desinformación y la matriz de opinión contra Venezuela revolucionaria, que difunden corporaciones noticiosas obedientes al capitalismo deformador y de intereses tenaces pitiyanquis.

Indago que el presidente peruano, quien asumió el 28 de julio es el tercero de nueve hermanos, hijos de Ireño Castillo Núñez y Mavila Terrones Guevara, agricultores de condición analfabeta.​ Su padre nació en una hacienda de los Herrera, familia terrateniente de la sierra de Cajamarca. Trabajó en dichas tierras por las que pagaba un alquiler a sus dueños hasta junio de 1969 cuando el gobierno revolucionario de la fuerza armada, encabezado por el general Juan Velazco Alvarado llevó a cabo la reforma agraria. Que alguien de ese origen llegue a la presidencia peruana es un logro de la abandonada colectividad en esa nación bolivariana.

Conocer sus luchas por el pueblo pobre del Perú me crean expectativa socialista, al oír casi completo el discurso inicial del presidente Castillo, si al principio me pareció a los jefes de estado venezolanos adecopeyanos, me inspiró luego la esperanza sembrada en él y los primeros de sus colaboradores ministeriales juramentados. En honor a la verdad por la experiencia de haber vivido todo el período venezolano de la "democracia representativa" y desde 1999 la era revolucionaria bolivariana chavista, la alocución del jefe de estado peruano daba la impresión de aquellas peroratas de electos en Venezuela durante los social demócratas y social cristianos de 1959 a 1999, que terminaban períodos prometiendo mucho y haciendo nada por los más necesitados.

Con firmeza el Presidente Castillo habló luego de salud, educación, ambiente, política internacional etc. y mencionó los términos: comunidad, gratuidad educativa, ayuda al campesinado y al pueblo originario, viviendas, respeto a la propiedad privada, honestidad total, atención comunitaria y seguridad a los desfavorecidos, planes que propondrá al Congreso a fin de lograrlos. Oírle ciertos propósitos me invita a rectificar mi crítica anterior, sus iniciativas parecen dirigirse hacia lo que hizo en Venezuela Hugo Chávez al asumir en 1999. Obvio que cada país en su estilo y necesidades o posibilidades, y de todo corazón le deseo suerte.

Que las fuerzas armadas peruanas no imiten a los vende patria de Bolivia, a la postre derrotados por el socialismo en la nación del altiplano, rechazando a quienes vendieron sus conciencias alumbrados por los perniciosos dólares. Recordar acciones del peruano General Velazco Alvarado o al General boliviano Juan José Torres a quien conocí en Caracas, trae esperanzas a mi octogenario corazón socialista indeclinable y bolivariano. Hay confianza que la izquierda y el socialismo que está en las venas de Castillo Terrones, maneje a su manera con el ejemplo de sus orígenes incaicos y la liberación del padre Bolívar, un Perú distinto, descrito por el presidente Castillo como el primer gobierno que condena a los conquistadores y neo conquistadores.



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Luis Sánchez Ibarra


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