En Nuestramerica: La guerra contra el desarrollismo

En 1962 Brasil avanzó decididamente en esa dirección bajo la presidencia de Joâo Goulart, un nacionalista económico decidido a redistribuir la tierra, ofrecer salarios más altos a los trabajadores y poner en marcha un atrevido plan que obligaría a las multinacionales extranjeras a reinvertir parte de sus beneficios en la economía brasileña en lugar de llevárselos corriendo del país para distribuirlos entre sus accionistas de Nueva York y Londres.

Cuando la junta brasileña, dirigida por el general Humberto Castello Branco y apoyada por Estados Unidos, se hizo con el poder en 1964, el ejército tenía el plan de no sólo revocar los programas favorables a los pobres de Joáo Goulart sino convertir Brasil en un país totalmente abierto a la inversión extranjera. Al principio los generales brasileños trataron de imponer su programa de un modo relativamente pacífico. No hubo muestras abiertas de brutalidad, no hubo arrestos generalizados, y aunque con posterioridad se descubrió que algunos "subversivos" habían sido brutalmente torturados durante este período, el número fue lo bastante pequeño (y Brasil los bastante grande) para que los rumores sobre ello casi no pasaran de los muros de las cárceles. La Junta se esforzó también por mantener ciertos visos de democracia, incluyendo una limitada libertad de prensa y de reunión, por lo que a la toma del poder de los militares se la conoció como el "golpe de los caballeros".

A finales de la década de 1960 el pueblo utilizaron esas libertades limitadas para expresar su ira por la pobreza cada vez mayor de Brasil, dela que culpaban al programa económico pro empresarios del gobierno, buena parte de él diseñado por graduados de la Universidad de Chicago. Hacia 1968 las calles estaban saturadas de manifestaciones anti-junta, las mayores convocadas por los estudiantes, y el régimen estaba en serio peligro. En un gambito desesperado para mantenerse en el poder, el ejército cambió radicalmente de táctica; se eliminaron por completo los restos de la democracia, se negaron todas las libertades civiles, se recurrió sistemáticamente a la tortura y, según la Comisión de la Verdad que luego se establecería en Brasil, "los asesinatos ordenados por el Estado se convirtieron en habituales".

La forma de shock convergieron en los cuerpos de los pueblos de Nuestramerica y en el cuerpo político de la zona, desatando un huracán sin fin de destrucción y reconstrucción mutuamente reforzada, eliminación y creación, en un ciclo monstruoso. El choque del golpe militar preparó el terreno de la terapia de shock económica. El shock de las cámaras de tortura y el terror que causaban en el pueblo impedían cualquier oposición frente a la introducción de medidas económicas. De este laboratorio vivo emergió el primer Estado de la Escuela de Chicago, y la primera victoria de su contrarrevolución global.

Durante un tiempo la siguiente dosis la aportaron otros países del Cono Sur a los que la contrarrevolución de la Escuela de Chicago se extendió rápidamente. Brasil estaba ya bajo el control de una junta apoyada por Estados Unidos y muchos de los estudiantes brasileños de Friedman ocupaban puestos clave en el gobierno. Friedman viajó a Brasil en 1973, en la época de mayor brutalidad del régimen, y declaró que el experimento económico era "un milagro".

El siguiente país en unirse al experimento fue Argentina en 1976, cuando una junta arrebató el poder a Isabel Perón. Con ello Argentina, Chile, Uruguay y Brasil —los países que habían sido los abanderados del desarrollismo— estaban ahora todos dirigidos por gobiernos militares apoyados por Estados Unidos y se habían convertido en laboratorios vivos de la Escuela de economía de Chicago.

Según documento brasileños desclasificados en marzo de 2007, semanas antes de que los generales argentinos tomaran el poder contactaron con Pinochet y con la Junta brasileña y "esbozaron los principales pasos que deberían tomar el futuro régimen".

En Brasil, la Junta no empezó la represión en masas hasta finales de la década de 1960, pero hizo una excepción tan pronto como se lanzó el golpe, los soldados rodearon a los líderes de los sindicatos activos en las fábricas y en las grandes haciendas. Según Brasil: "Nunca Mais", fueron enviados a la cárcel, donde muchos fueron torturados "por la sola razón de tener una filosofía política opuesta a la de las autoridades". Este informe de la Comisión de la Verdad, basado en las actas judiciales de los propios militares, destaca que la Confederación General del Trabajo (CGT), la principal asociación de sindicatos, aparece en los procedimientos judiciales de la Junta "como un demonio omnipresente que debe ser exorcizado". El informe concluye claramente que el motivo por el que "las autoridades que tomaron el poder en 1964 tuvieron especial cuidado en ‘limpiar’ este sector" es porque "temían la generalización de la resistencia desde los sindicatos a sus programas económicos, que estaban basados en la austeridad en los salarios y en la privatización de la economía".

En Brasil, varias multinacionales se unieron y financiaron escuadrones de tortura privados. A mediados de 1969, justo cuando la Junta entraba en su fase más brutal, se lanzó una fuerza policial extralegal llamada Operación Bandeirantes, conocida por sus siglas, OBAN fue fundada, según Brasil: "Nunca Mais", "gracias a contribuciones de varias corporaciones multinacionales, entre ellas Ford y General Motors". Al estar fuera de las estructuras militares y policiales oficiales, OBAN disfrutaba de "flexibilidad e impunidad respecto a los métodos de interrogatorio", afirma el informe, pronto su sadismo sin igual se hizo tristemente célebre.

— No se menciona al gobierno de Estados Unidos ni a la CIA ni a los terratenientes locales ni a las corporaciones multinacionales. Sin un estudio del plan general para imponer el capitalismo "puro" en Nuestramerica y de los poderosos intereses que impulsaban el proyecto, los actos de sadismo documentados en el informe no tienen sentido; son sólo actos malvados aleatorios y exentos de contexto a la deriva en el éter político, actos que deben ser condenados por todas las personas de buena voluntad pero que resultan imposible de comprender.

¡La Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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